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Harry nunca imaginó tener la ilusión de un familia. Toda su vida siempre estuvo enfocado en él y su trabajo, desde que era joven nunca tuvo demasiado interés por tener una amplia vida social y que muchas personas lo conocieran. Siempre fue de pocos amigos y su familia siempre era importante cada día, pero ni en sus mejores sueños imaginó que podía existir la posibilidad de tener su propia familia.

Creyó que sería un mal alfa pues el trabajo de su empresa era sumamente importante para él, pues había invertido mucho de sus años en el y no podía soltarlo así porque sí o creyó que nunca podría llegar a ser un buen padre porque solía ser demasiado aburrido y calculador, apenas había mantenido soportar una hora algún cachorro.

Sin embargo, en ese momento, sentado en la mesa de la barra con una copa de vino blanco observando a su hermoso esposo con sus manos sobre su barriga y dos cachorros a los lados admirando del hermoso omega en estado, algo le decía que sería un increíble padre y finalmente tendría una familia propia. 

—¿Por qué no puede jugar con nosotros? —preguntó Manson con su cabello negro despeinado y sus grandes ojos azules llenos de curiosidad. Usaba una camiseta con estampado de Spiderman y tenía en la comisura de su boquita migajas de galleta de chocolate. Era un adorable cachorro de tan solo cuatro añitos, su olor tenía ciertas notas acarameladas y aunque aun no pudiera definirse su casta hasta los seis años, todo apuntaba a que sería un encantador omega. 

—No seas bobo, Manson —rodó los ojos y la aguda voz de la niña a su lado se burló. Su cabello era de un rubio cenizo con un vestido de flores de colores, tenía sus ojos entre un verde olivo y grisáceo en el centro. Era pequeña y delgada, tan diminuta aun a sus cinco años, pero el olor aparentaba ser almizcle y tenía un fuerte carácter como sus madres, era una alfa, no tenía dudas—. Él es pequeño, podemos romperlo. 

Louis se mantenía sonriendo agradablemente, concentrado en escuchar a los cachorros parlotear. 

Manson abrió los ojos enorme mirando asustado la pancita de Louis. 

—¿Nosotros podemos romperlo? 

—No exactamente, cachorro. Solo que Mady tiene razón, él aun es pequeño —apretó los labios para no sonreír, frotando los laterales de su barriga. Estaba a días de cumplir las veintiocho semanas y su cachorro había crecido inmensidades, eso era agotador a decir verdad, de alguna manera, el bebé parecía usar todas las energías posibles de Louis. 

—¿Entonces no puede jugar aun con nosotros? —ladeó su cabeza Manson. 

—No, aun no, cachorro, pero prometo que pronto estará listo para jugar —respondió, acariciando los cabellos lacios y oscuros del menor, quien pareció aceptar la respuesta, asintiendo y casi ronroneando por los mimos. 

—Papá dice que tío Harry dice que está en el horno —Madison dijo con ese toque de curiosidad. 

—¡¿Horno?! —chilló Manson, alejándose del tacto con sus ojos abiertos. El color azul tan idéntico a los de su padre—. ¡Eso quema! Papá no me deja acercarse al horno. ¿Por qué está en el horno? ¿Se está quemando? 

Louis musitó un par de risas, negando con la cabeza. Era impresionante la inocencia de los cachorros. 

—No, cariño. No literalmente —sonrió—. Su tío lo dice porque se refiere a que aun esta aquí. En mi barriguita —explicó sonriendo cariñoso y sosteniendo a su gran pancita. 

—¡Mady, Manson, Gemma esta repartiendo chocolates, vayan con ella! —avisó en un tono alto un omega de cabellos negros, dedicándole una sonrisa complice a Louis. 

—¡Si mami! Ven, Mady —asintió el pelinegro, sosteniendo la mano de la niña para salir corriendo del salón de su casa, permitiendo a Louis tener un descanso. 

little piece of sky ↳ larry.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora