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Harry estornudó, tan fuerte que casi siente que su cerebro podría salir por su nariz de una sola vez.

La cabeza le duele horrores y un calor insistente lo hace sentirse hervirse en fiebre. Deseado un poco de descanso, el cuerpo lo siente pesado como si hubiera entrenado por días seguidos sin descanso y solo necesitará desmayarse del dolor.

—Lo ves. No puedes ir a trabajar así, alfa —murmuró Louis, tanteando su mano sobre la frente de Harry. Lo encuentras hirviendo en fiebre, eso no está bien.

—Estoy bien, omega, tengo que ir —Su voz es áspera y gastada, la garganta la siente como comer lijas, rasgando de a poco.

Se intenta poner de pie de la cama, apenas logrando poner sus antebrazos sobre la superficie siente todo dar vueltas y las arcadas en su esófago, termina rindiéndose, dejándose caer de nuevo sobre el suave colchón con un suspiro agotador.

—¡Decidido! Te quedas hoy en cama. No cambiaré de opinión, Harry.

Él sabe que Louis habla en serio, principalmente porque lo llamó por su nombre con ese tono decidido que solo usaba cuando algo en verdad era importante. Harry asintió, cerrando sus ojos porque sus párpados se sienten demasiado pesados para quedarse abiertos.

Escuchó a Louis gatear en la cama y después el sonido del celular desbloqueado del menor. Después de algunos minutos en silencio, Harry está a punto de quedarse dormido cuando oye la voz de su esposo.

—Sam, hola. Si, soy Louis. Sí, sí, lo sé, lo sé. Está un poquito enfermo —un suspiró—. Lo sé, no lo entiende. No creo que esté mejor hoy, lo cuidaré para que esté como nuevo —unas risitas—. Ni que lo digas.

—Dile que pase mi conferencias de hoy con Johnson para el lunes a las doce horas —pidió Harry, poniendo su antebrazo sobre su frente, encontrado de alguna manera una paz al sentir esa área un poco más fría a la piel de su rostro.

—Dice que... oh, lo escuchaste —Louis rio bajo—. De acuerdo, yo le diré. Gracias, Sam. Pasa un buen fin de semana y tampoco labores tanto. ¡Adiós!

Hay un silencio que Harry lo exprime al máximo detrás del dolor punzante de su cabeza antes de hablar.

—¿Decirme qué, cariño? —Harry indagó, respirando hondo contra ese dolor en su cabeza.

—Oh, Niall llamó a tu oficina, pero lo llamaras más tarde, ¿de acuerdo? —Siente los delgados y fríos dedos de Louis acariciar su mejilla. Él asiente, un poco perdido, acercándose aún más al tacto manteniendo sus ojos cerrados.

El día anterior fue un mal jueves para Londres. Por la mañana el día parecía ser pintoresco con la hermosa primavera en su plenitud, la vida florecía como sus brotes y el calor cosquilleaba su piel, pero casi como llegó, eso se fue. Lo pronósticos decían que habría un buen día, nadie esperaba que al comenzar la caída de la tarde el cielo se cerró y comenzó a caerse en trozos. Gruesas gotas de lluvia mojaron las calles londinenses.

Harry al llegar a casa decidido sacar al jardín su hermoso laurel del la india y su ave del paraíso a tomar un poco del fenomenal sol de primavera, pero al comenzar la tormenta, el alfa se negó a abandonar sus plantitas, saliendo solo con su pantalón de chándal cubriendo sus piernas y el par calcetas negras.

Al entrar mojando el tapete de la entrada, Louis lo observó con ambas plantas sostenidas en sus maceta a cada uno de sus lados con sus rizos marrones pegados a su frente y esos temblores en todo su cuerpo detrás del frío húmedo que sentía.

Harry era un alfa de linaje puro, por parte de su familia paterna, por lo cual su sistema inmunológico era invencible y pocas veces en su vida se había enfermado de cualquier cosa. Era fuerte, su cuerpo estaba hecho para sobrevivir a muchos malos escenarios, pero esa mañana, despertó con un infernal dolor de cabeza, escurrimiento nasal e intensos estornudos que revolvían su cerebro.

little piece of sky ↳ larry.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora