CLUB

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Los siguientes días no hice más que pensar en Emma y desear verla en clases. Bueno disfrutar de verla en mi clase. Tuve que hacer un esfuerzo enorme por no sonreirle cuando nuestros ojos hacían contacto, ni hablar de que tenía que tratar con todas mis fuerzas de no mirarla fijamente.

En esos días traté de ser lo más profesional posible y cumplir con mi rol de profesor serio, no quiero que nadie pueda sospechar que me gusta mi alumna. Sin embargo, cuando llegaba a mi casa y se hacía de noche no podía evitar preguntarme si le habrá ido bien en el trabajo, si habrá podido tomar a tiempo el transporte para su casa, o si habrá llegado bien a su departamento. Me mataba no poder saber eso con certeza, no tengo como. No tengo su número de teléfono, no puedo seguirla por instagram y encima voy a pasar dos días sin verla hasta que sea lunes de nuevo. Mierda.

El sábado me despierto algo cansado, no he podido dormir mucho, no sé que me hizo Emma, pero no puedo quitármela de la cabeza. Esto jamás me pasó y es frustrante porque no puedo tenerla como quisiera.

Bajo a la sala, hago mis ejercicios antes de desayunar y por un rato no pienso en ella. Después de ducharme y de desayunar, me siento en mi escritorio para preparar mis clases, pero una pregunta se me viene a la cabeza. ¿Seguirá durmiendo o ya se habrá levantado? ¿Trabaja hoy? Eso no se lo pregunte, tendría que haberle preguntado que días trabaja.

Mierda, concéntrate. - Me regaño a mi mismo moviendo mi cabeza de un lado a otro para alejar esas preguntas de mi mente.

Por la tarde noche me dejo caer en mi enorme sillón negro y busco algo para ver en la televisión, pero nada me llama la atención, me siento tan aburrido, necesito amigos. Tomo mi celular y llamo a mi único amigo, aunque sé que no podemos tener contacto, de verdad necesito hablar con alguien.

Profesor. - Responde alegre.

- Hola, ¿estás ocupado?

No. - Responde rápidamente.

- Sé que no podemos vernos, pero dado que ya rompimos esa regla...-

Voy para allá.

Al cabo de una media hora Carlos llega a mi casa, mira con asombro mi loft, él jamás había venido desde que "morí". Va hasta la sala donde deja su abrigo marrón en el sillón y se deja caer en el poniéndose cómodo.

- Tremendo loft te compraste profe. - Dice estirando sus brazos por el respaldo del sillón. Rio por su actitud, hace bastante que no compartimos momentos así.

- ¿Cerveza? - Le ofrezco aunque ya se su respuesta. 

- Obvio.

Busco las cervezas en la heladera y vuelvo con mi amigo, apenas me siento a su lado me pregunta qué es lo que me tiene tan mal. Me conoce mejor que nadie.

- ¿No me digas que es tu alumna? - Pregunta después de darle un largo trago a su cerveza. Yo sólo puedo mirarlo, sin decir nada. - Vaya, si que estás jodido. ¿Te habrá hecho algún amarre o algo así? - Pregunta divertido.

- Que gracioso. No, pero igual no logro dejar de pensar en ella. - Reconozco jugando con la etiqueta de mi botella de cerveza.

- ¿Tan linda es? - Indaga Carlos.

- Muy. - Suspiro.

- ¿Cómo se llama? - Pregunta curioso.

- Emma Mendoza. - Se me escapa una sonrisa cuando digo su nombre.

Carlos se queda callado unos segundos y yo me quedo perdido en mis pensamientos, preguntándome que estará haciendo Emma ahora.

- Te entiendo, es bellísima. ¡Que ojos! - Escucho lo que dice Carlos y vuelvo a la realidad.

Mi Universitaria (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora