P.D: Aún te amo. [George Weasley] [COMPLETA✔]

𝕆𝕔𝕙𝕠

~𝕋/𝕟 𝔹𝕝𝕒𝕔𝕜~

Nací un once de enero de 1979, la primera y única hija de la joven pareja; Marlene McKinnon y Sirius Black, unos jóvenes chicos que "decidieron" traerme al mundo teniendo tan solo diecinueve y veinte años.

Mis padres estuvieron juntos casi toda su adolescencia, desde que tuvieron dieciséis y diecisiete años, hasta dos años después de mi nacimiento, que fue cuando papá fue enviado a Azkaban por crímenes que no cometió, entre ellos: la muerte de James y Lily Potter, y el supuesto asesinato de Peter Pettigrew.

Mamá y papá no le dieron un buen final a lo que alguna vez fue una hermosa relación; terminaron en malos términos, pero a pesar de todo, mi madre jamás dejó de defenderlo, jurando que él era completamente inocente, y así era.

Meses después del encierro de mi padre, mamá y yo decidimos ir a vivir a Escocia, donde tenía una estrecha relación con mi madrina Andrómeda, también con su marido Ted Tonks y mi prima (Nymphadora) Tonks. Además siempre disfrutaba de la agradable compañía del mejor amigo de mi padre, Remus Lupin.

Cuando cumplí lo ocho años, mamá decidió que fuéramos a vivir a Suecia, donde vivían también mis abuelos: Esther y Kurt McKinnon. A pesar de que era una inmesa casa, tuviese hermosos jardines y fuese un buen ambiente, yo no quería por nada del mundo vivir allí, mucho menos con ellos, que eran personas para nada fáciles. Las pocas veces que los había visto, no me trataron bien; me daban miradas de desprecio y me ignoraban si podían. Por otro lado, mamá se esforzaba mucho porque tuviésemos una buena relación, pero fue imposible.

Finalmente, al llegar a Suecia, pensé que quizás las cosas cambiarían, yo jamás los ataqué de ninguna forma, realmente quería llevarme bien con ellos. Eran los únicos abuelos que tenía, y el que me trataran de esa forma, dolía. Pero todo cambió cuando escuché a mi abuela decirle a mi madre:

-Esa chiquilla no es más que otra desgracia de los Black, idéntica a su padre. No entiendo como pudiste decepcionarnos de esta forma, Marlene.

Mi corazón dolió en ese instante, jamás me imaginé porqué pensaban eso de mí, pero no fue sino hasta que oí a mi madre, que todo en mi cabeza tuvo un poco más de sentido.

-No te atrevas a volver a hablar así de mi hija. No pagues con ella el odio que tienes hacia Sirius. T/n es una niña maravillosa, cariñosa, amable y respetuosa; aún cuando ustedes la han tratado horrible, ella siempre los recibe con una sonrisa. No puedo creer que trates a tu propia nieta de esta forma.

-Jamás la trataré como si fuera mi verdadera nieta. Todo lo que venga de esa familia está maldito, y yo la desprecio.

Desde ese mometo, juré nunca más permitir nada malo de nadie, y he mantenido mi juramento. A veces ni tu propia familia puede llegar a hacerte sentir como en casa.

Cada que pasaba el tiempo, era más infeliz en ese lugar. A diario veía como mi abuelo, cada que le molestara algo, golpeaba a mi abuela y otras veces a mamá. Muchas veces intentó hacerlo conmigo, pero mi madre siempre interfería, llevándose ella la peor parte. Aún así, cada que ella no estaba o no se daba cuenta, mi abuelo me golpeaba de igual forma, dejando en mi piel marcas como rasguños, moretones o heridas más profundas.

Lloraba casi a diario, quería volver a Escocia o a Reino Unido, quería estar con Andrómeda, Ted y Tonks, también con Remus. Ellos nos visitaron los primeros meses, pero luego mi abuelo les prohibió volver a aparecerse, de seguro los amenazó con algo.

Cada que solía estar triste o tenía un mal día, mamá se daba cuenta, y me invitaba con ella al salón. Con la deslumbrante sonrisa que la caracterizaba, se sentaba frente al piano y me cantaba en francés; ambas amábamos esos momentos. Mi madre era la mejor.