CAPÍTULO CUATRO

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CAPÍTULO CUATRO

Invitar,

Fumiko había conocido a Mitsuya cuando entró a la preparatoria, jamás lo olvidaría, fue la segunda persona que le habló e intentó socializar con ella a pesar de ser la rechaza del salón. Ese día varios compañeros le molestaban por el simple hecho de no tener madre, apodada como la abandonada o la chica a la que su madre no la quiso. Katō no supo que hacer en ese momento, simplemente quería soltarse a llorar y maldecir a todos sus compañeros.

Hasta que apareció él.

Mitsuya le defendió de esos molestos estudiantes y después le llevó a tomar un helado. Fue como amor a primera vista para la pelinegra.

Desde ese entonces se mantuvo al lado de Takashi, o más bien, él se mantuvo a su lado.

— Fumiko... Fumiko. — Un par de dedos chasqueando frente a ella la sacaron de su trance, sus ojos azules se elevaron, encontrándose con Mitsuya quien sonrió. — Las clases han acabado ¿Nos vamos?

— Oh, sí. Lo siento. — Tomando sus cosas la menor salió con el oji-violeta.

— Te pedí que me ayudaras con algo, pero ya no es necesario. — Takashi desaceleró su caminar hasta detenerse totalmente, Katō imitó su acción. — Traje esto para ti.

Una caja de mediano tamaño apareció en su campo de visión, un moño de color azul decoraba la cubierta. Fumiko no pudo evitar sonreír tomando el obsequio.

— Espero que te guste el resultado.

— Estoy segura de que me encantará. — La menor notó a Takashi removerse en su sitio. — ¿Sucede algo?

— ¿Quieres ir conmigo a la feria este sábado? — Los ojos de Fumiko se abrieron con sorpresa ante la invitación. — No debes aceptar si no quieres.

— Sí quiero. — Takashi sonrió.

— Genial.

El cuerpo entero de Fumiko se tensó al sentir al chico de cabellos grisáceos pasar un brazo sobre sus hombros, mostrando una hermosa sonrisa hacia ella.
De cierta manera sus acciones le recordaban mucho, demasiado, a las comunes manías de Katsuo hacia ella.
Sus hombros se relajaron después de unos segundos, y juntos salieron de las instalaciones, caminando hacia la casa de la pelinegra.

— ¿Hiciste la tarea de Química?

— Sobre eso... — Katō rio por lo bajo avergonzada.

— No entendiste nada ¿Cierto? — Mitsuya negó. — ¿Quieres que te ayude? Tengo un poco de tiempo libre ahora mismo.

—No quiero molestar. — Fumiko sintió como el mayor golpeaba una de sus sienes suavemente con uno de sus dedos.

— Te he dicho que no eres molestia.

— Bien, supongo que sería de mucha ayuda que me explicaras.

Los pies de ambos se detuvieron frente a la entrada de la casa de Katō. La menor sacó sus llaves y abrió, invitando al mayor a pasar y sentarse.

— ¿Quieres algo de beber?

— Un vaso de agua está bien. — Fumiko asintió dirigiéndose a la cocina para servir lo pedido, volviendo al living después de unos segundos. Mitsuya agradeció.

— Vuelvo en un momento, iré por mis cosas. — Takashi pudo observar a la ojiazul desaparecer por un pasillo, unos pocos minutos pasaron hasta que la menor volvió con un libro, un cuaderno y lápices los cuales dejó sobre la mesa frente a los sofás.

— Bien, entonces dime. — Fumiko se sentó al lado de Mitsuya, este tomó su cuaderno. — ¿Qué es lo que no comprendes?

— ¿Puedo ser sincera? — El mayor asintió. — No entiendo nada.

— Debí suponerlo. — Takashi rio tomando un lápiz.

De cierta manera el joven de orbes violeta tenía un gran don para explicar y hacer entender a las personas ¿Sería acaso porque le ayudaba a sus hermanas a estudiar? La paciencia que el hombre poseía parecía interminable y no le importaba repetir su explicación varias veces hasta hacer entender a la pelinegra.
Fumiko sintió que al mayor le había tomado menos de una hora hacerle entender toda la asignatura que sus profesores no habían logrado enseñarle en todo el año de preparatoria.

— Eres increíble. — Fumiko sonrió. — Ahora entiendo todo, no parece tan difícil.

— No lo es. — Mitsuya dejó las cosas sobre la mesa nuevamente. — Solo debes prestar más atención en clase y pedirme ayuda cuando no entiendas nada. — Respondió el contrario resaltando la última frase.

Sus rostros se giraron al escuchar la puerta abrirse, Mitsuya y Fumiko observaron al padre de la menor entrar al sitio sorprendiéndose al encontrarse con el joven de grises cabellos en su hogar.

— Mitsuya. — El hombre mayor sonrió. — Hace bastante no te veía por aquí ¿Qué tal has estado?

— Hola, señor Katō. — Takashi asintió. — Ha pasado bastante desde la última vez, todo ha estado bien desde entonces.

— ¿Están estudiando? — Fumiko asintió.

— No comprendía unas cosas de Química, pero Mitsuya me ha ayudado ya.

— Me parece bien. — El padre de la pelinegra señaló la cocina. — ¿Tienen hambre? Prepararé algo de cenar.

— En realidad ya debo volver a casa. — Informó Takashi. — Debo de ir a hacer la cena para mis hermanas.

— Es cierto, siento mucho que nos tomara más tiempo del planeado. — Mitsuya negó.

— No te preocupes por eso. — Fumiko se puso de pie y acompañó al muchacho hasta la puerta. — Nos vemos mañana, no olvides la tarea.

— Ten cuidado al volver. — El chico desapareció pronto por la lejanía, Fumiko se giró mirando a su padre quien sonreía. — ¿Qué?

— Es un muy buen muchacho. — La menor rio por lo bajo. — Igual a como era yo durante mi adolescencia, todas las mujeres morían por mí debido a mis encantos.

— Deja de mentir, papá. — El hombre le miró ofendido.

— No miento, incluso ahora muchas mujeres me quieren. — Fumiko hizo un ademán restándole importancia. — Haré la cena, te llamaré en cuanto esté lista.

— Claro, gracias.

Fumiko se dedicó a ordenar todos los materiales que había utilizado anteriormente mientras sonreía como una tonta enamorada.

¿Pero quién no lo haría si del joven de ojos violetas se trataba?

Al entrar a su habitación, Katō se dejó caer sobre su cama mirando el techo. Fue entonces que recordó el obsequio que horas antes el muchacho le había entregado y de un salto se levantó de su cama yendo por aquella caja.

Con delicadeza abrió el regalo y sus ojos brillaron al observar el contenido dentro. Un hermoso vestido azul se encontraba perfectamente doblado, esperando por ser usado.

Un cosquilleo se instaló en el vientre de la pelinegra.

Definitivamente estaba muy enamorada.

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𝑳'𝒂𝒔𝒔𝒊𝒔𝒕𝒂𝒏𝒕 [𝑴𝒊𝒕𝒔𝒖𝒚𝒂 𝑻𝒂𝒌𝒂𝒔𝒉𝒊 𝒙 𝑶𝒄]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora