CAPÍTULO TRECE

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CAPÍTULO TRECE

Problemas,

Mitsuya terminaba de recoger sus cosas en el club de costura despidiéndose de todos sus compañeros quienes se retiraban del sitio. Sus ojos se movieron rápidamente hasta el reloj que colgaba de una de las paredes, la pelinegra llevaba un gran rato desde que había 'ido al baño' y aún no regresaba.

Takashi no quería parecer intenso o excesivamente sobreprotector, pero no creía normal que una chica tardara más de quince minutos en una ida rápida a hacer sus necesidades.
Terminando de guardar todo, Takashi tomó su mochila y la de la ojiazul, saliendo del gran salón para dirigirse a los baños con la esperanza de encontrar a la menor caminando de vuelta a buscarle.

Su ceño se frunció al notar a tres chicas salir de los baños riendo ¿Tenía algo de raro? Por supuesto que no, y eso era lo que le hizo sentir mal.
Takashi caminó hasta la puerta de los baños femeninos, tocando un par de veces.

— ¿Fumi? ¿Estás ahí? — Mitsuya juró escuchar a alguien quejarse, una voz femenina y dulce.

Una voz que conocía a la perfección.

El mayor no dudó en dejar sus mochilas a un lado de la puerta, y sin importarle estar invadiendo un espacio que no le correspondía, entró al sitio encontrándose inmediatamente con la imagen de su novia en el suelo cubriendo uno de sus ojos mientras sangre manchaba su rostro.

— Fumiko. — Mitsuya se acercó a ella rápidamente, mirándole con preocupación. — ¿Qué pasó? ¿Quién te hizo esto?

— Mitsuya... — Katō alejó la mano de su rostro dejando ver el corte debajo de su párpado inferior. — Unas... Unas chicas, ellas... Lo hicieron.

El oji-violeta notó el cuerpo de la menor temblar, no lo pensó dos veces, se inclinó y cargó a la menor en su espalda saliendo del sitio para tomar sus mochilas y comenzar a correr. Katō no entendió a dónde se dirigían, solamente podía aferrarse al cuerpo contrario buscando protección y seguridad.

— ¿Cómo pasó? — Takashi no se detuvo. — ¿Cómo sucedió esto?

— Iba a salir del baño tras terminar de hacer lo que necesitaba. — Susurró la pelinegra. — Entonces ellas entraron y dijeron que me mostrarían lo que las ladronas tontas como yo merecían.

— ¿Te has metido en problemas? — Mitsuya se regañó a sí mismo, sabía que su chica no era capaz de algo así. — Olvídalo, sé que no... ¿Qué más pasó?

— Me golpearon y una de ellas rasguñó mi rostro, una de sus uñas me hizo un pequeño corte debajo del ojo... Después de eso se fueron.

Takashi apretó la mandíbula observando a unos metros de él el hospital, no dudó en entrar a emergencias, pidiendo a una enfermera que atendieran a su novia.

Fumiko fue atendida, y tras un chequeo rápido aseguraron que no había sido más que unos simples golpes y cortes, que pronto mejoraría.

— Te llevaré a tu casa. — Takashi abrazó a la menor con fuerza, hundiendo su rostro en el cuello de la ojiazul. — Mañana iré a hablar con él rector.

— No es neces-

— No digas que no es necesario. — El más alto se alejó. — Fumi, te agredieron, no se saldrán con la suya.

— Está bien. — Takashi tomó la mano de Katō entrelazando sus dedos.

Juntos caminaron hacia el hogar de la ojiazul en silencio, nadie dijo nada en todo el camino, y aunque Fumiko deseó haber entablado una conversación con el oji-violeta, este parecía realmente concentrado en sus pensamientos.

Los cuales no parecían ser agradables debido a su expresión dura y molesta.

Katō se detuvo al estar frente a su casa, un suspiro escapó de sus labios sin saber qué haría cuando su padre llegara y viera a su hija herida.

— Gracias por acompañarme, Mitsuya.

— Por favor ten cuidado. — Takashi unió sus labios en un delicado beso. — Mañana vendré por ti para ir juntos a la escuela.

— Entendido. — El mayor sonrió acariciando una de las mejillas de la menor. — Descansa, nos vemos.

— Hasta luego.

Takashi observó a la pelinegra entrar a su hogar, después de eso comenzó a caminar hacia su casa, su ceño se frunció recordando los rostros de esas chicas que habían salido del baño momentos antes de encontrar a Fumiko.

Habían sido las mismas chicas en llevar a su novia a ese salón cuando justo Tamura intentaba hacer que las cosas se vieran diferentes.

Mitsuya comenzó a preocuparse.

Algo no andaba bien.

Fumiko subió a su habitación dejando su mochila en el suelo, al lado de la puerta. Algo adolorida comenzó a deshacerse de su uniforme el cual se encontraba sucio, así que se cambió a un pijama y decidió llevar a lavar las prendas manchadas. Todo era silencio en su hogar, y la ojiazul lo prefería así, prefería que su padre no llegara y la viera de esa manera, con su labio roto, rasguños y un moretón en su mejilla.

Pero por supuesto la vida no estuvo de su lado en ese momento, y al terminar de pensar aquello sonaron unas llaves y después la puerta abriéndose. Su padre entró a la casa, buscando con la mirada a su hija, y al escuchar la lavadora no dudó en acercarse hasta allí.

Las bolsas con las compras en sus manos cayeron al observar a su pequeña llena de heridas en el rostro y sus ojos se abrieron con gran sorpresa y preocupación.

— Cariño... — El hombre se acercó rápidamente, mirando a su hija más de cerca. — ¿Qué sucedió?

— Papá, yo... No quiero hablar de eso. — La menor hizo una mueca. — ¿Podemos hablarlo mañana? No me siento bien hoy.

— Solo dime una cosa. — Fumiko asintió. — ¿Fue el muchacho?

— Por dios, no. — Hiroshi suspiró aliviado, rodeando el cuerpo de su hija con sus brazos. — Mitsuya me llevó al hospital, dijeron que no había nada grave.

— Gracias a dios. — El hombre depositó un beso en la cabeza de su hija. — ¿Quieres que te prepare una cena especial para que te sientas mejor?

— No es necesario, papá, debes de estar cansado. — El mayor negó.

— Lo haré de cualquier forma, deja eso ahí, terminaré de lavarlo más tarde.

Fumiko asintió, aferrándose a su padre disfrutando del amor paternal que el hombre le daba.

— Gracias, papá.

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Siento mucho no haber publicado capítulo por dos días, esta persona de acá se enfermó de una manera terrible y parecía un muerto viviente.😭

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𝑳'𝒂𝒔𝒔𝒊𝒔𝒕𝒂𝒏𝒕 [𝑴𝒊𝒕𝒔𝒖𝒚𝒂 𝑻𝒂𝒌𝒂𝒔𝒉𝒊 𝒙 𝑶𝒄]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora