CAPÍTULO QUINCE

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CAPÍTULO QUINCE

Agredir,

— Andando. — Takashi tomó la mano de Fumiko, saliendo juntos de la casa del mayor. — ¿Tienes planes para mañana?

— Ninguno. — Respondió Katō mientras miraba el cielo estrellado.

— ¿Quieres ir a dar una vuelta? — El oji-violeta mostró unas llaves, la menor sonrió asintiendo.

— Claro. — Su sonrisa inocente se transformó a una divertida. — ¿Seguro que sabes conducir y no nos moriremos en el intento?

— Por favor. — Rio Takashi. — Sé cómo conducir una motocicleta a la perfección.

— ¿Por qué decidiste comenzar a conducir? — Takashi miró a la menor.

— Solo por gusto.

Mitsuya miró un punto fijo en el suelo. El oji-violeta estaba seguro de que la confianza y honestidad eran las bases de una buena y sana relación, y no negaría que llevaba un gran tiempo debatiendo mentalmente consigo mismo si sería correcto hablar con la ojiazul sobre su vida cuando el sol se escondía.

Quizá su salida sería una buena oportunidad para hablar con su chica sobre el tema, no dudaba que ella lo comprendería y aceptaría, así era Fumiko, amable y comprensiva.

Sus ojos se movieron hasta la menor. Takashi recordaba el día en que finalmente lo descubrió y aceptó, esa tarde en la que trazaba líneas en un nuevo boceto para su siguiente proyecto, y en su mente sólo se preguntaba '¿Le gustará a Fumiko?'. Sus pensamientos comenzaron a ser protagonizados por la ojiazul, cada prenda nueva que imaginaba la pensaba para la pelinegra ¿Cómo se vería en ella? ¿Le gustaría? Cada mañana que despertaba para ir a la preparatoria pensaba en cómo llegaría ese día la menor, si llegaría sonriente, seria, triste o sin ánimos y lo que podría hacer para alegrarle. Cuando tomaba asiento en su común sitio solo podía mirar a la puerta, esperando que la más baja entrara por allí y sus ojos inmediatamente lo buscaran a él haciendo que una sonrisa se estirara en su rostro.

Si eso no era estar totalmente enamorado por su chica, no sabía qué era el amor entonces.

Sus pies se detuvieron al encontrarse frente a la casa de la pelinegra, sus ojos inmediatamente fueron hasta la chica a su lado, notando ya sus orbes azules sobre él.

— Gracias por acompañarme hoy a casa y ayudarme con los vestidos para mis hermanas.

— No fue nada. — Fumiko se sorprendió al sentir sus mejillas ser tomadas por el mayor, uniendo sus labios en un delicado beso. Sus brazos rodearon el cuello del mayor, profundizando aquella muestra de afecto hasta separarse, mirando los ojos violetas de Takashi brillar bajo la luz de la luna.

Qué romántico.

— Nos vemos.

— Ten cuidado al volver. — Mitsuya depositó un corto beso en la frente de Katō, observando finalmente a la menor entrar a su hogar.

Un suspiro escapó de sus labios sintiéndose lleno y feliz.

[...]

Mitsuya era un joven ocupado, todos los sabían, pero aun así siempre lograba tener tiempo libre para sus hermanas y por supuesto, su novia.

Pero cuando Takashi se enteró de lo que pasaba cuando él se separaba un corto tiempo de la pelinegra rompió su corazón y liberó una furia indescriptible que asustaría a cualquiera. No golpearía a nadie sin razón alguna, y cuando lo hacía era para defender a sus personas importantes, era uno de sus tantos principios que difícilmente rompería, así que muchos se sorprenderían si se enteraran de la enorme necesidad del oji-violeta por golpear a una persona en ese momento.

Y la sorpresa aumentaría al enterarse de que esa persona era una mujer.

No tocaría a una mujer en su vida, las respetaba y estaba consciente de que no podía comparar su fuerza con la de una joven sensible y débil como aquella rubia, a la cual ahora conocía como la agresora de su novia.

Habían pasado dos semanas desde el primer ataque a Fumiko, y el más alto creyó que las molestias habían acabado, pero terminó siendo todo lo contrario, su chica continuó siendo molestada cada segundo que él desviaba sus ojos de ella.
Burlas, golpes, robar alguna de sus pertenencias o incluso dañar su comida a la hora del desayuno o almuerzo.

Mitsuya estaba cansado.

— ¿Por qué no me lo dijiste? — Katō mantenía su mirada abajo, sintiéndose culpable ante la molesta mirada de Takashi sobre ella. El mayor suspiró. — Fumi... Te pedí que confiaras en mí, que me dijeras si sucedía cualquier cosa que te dañara.

— Lo siento... Yo... Creí que no era tan grave. — Mitsuya tomó el mentón de la pelinegra, haciendo que le mirara. — Perdón.

— Linda, cualquier cosa que te haga sentir mal es importante. — El oji-violeta tomó asiento al lado de la menor, rodeando su cuerpo con sus brazos. — ¿Quién fue? Necesito que me digas todo.

Fumiko asintió. Esa mañana la ojiazul se dedicó a hablar sinceramente con el mayor, relatando cada situación que había vivido durante esas dos semanas anteriores.
Mitsuya no sabía qué hacer, pero de algo estaba seguro, estaba muy molesto, y no eran necesarias palabras para saberlo, su rostro en esa ocasión fue increíblemente transparente.

Por otro lado, Katsuo miraba con gran sorpresa el mensaje que acababa de leer. Su rostro giró a ver a sus dos más fieles compañeros de pandilla quienes parecían igual de sorprendidos que él. Los dos chicos conocían a Fumiko, por supuesto, después de todo el rubio era demasiado obvio con respecto a su amor hacia la ojiazul, y ninguno de ellos esperó enterarse de tal cosa.

— Esa perra. — Soltó el mayor de ellos. — Sabía que una mujer no podía entrar a una pandilla sólo porque sí.

— No es porque sea mujer. — Itō guardó su teléfono tomando sus cosas rápidamente. — Es porque es ella, es una demente obsesionada... Debo de ir a ver a Fumiko, tengo un mal presentimiento.

— Ve con cuidado. — Respondió el menor, Katsuo asintió subiendo a su motocicleta y conduciendo rápidamente hacia la preparatoria. Ese día había decidido no asistir a la escuela y pasar el día con sus compañeros.

¿Por qué no se dio cuenta antes?

Por supuesto que la rubia aprovecharía su ausencia, si él no estaba cerca no tendría que temer a ser golpeada, porque sabía que Katsuo no se contendría con ella solo por ser mujer.

Había creado todo un plan, Itō estaba sorprendido y preocupado por la actitud de la rubia, hacer tantas cosas para arruinar poco a poco la relación de su mejor amiga, finalizando con la cereza del pastel, la cual aún desconocía cual sería y le aterraba.

Katsuo estaba seguro de que la próxima jugada de Tamura no sería nada ligero.

Sería algo grande.

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𝑳'𝒂𝒔𝒔𝒊𝒔𝒕𝒂𝒏𝒕 [𝑴𝒊𝒕𝒔𝒖𝒚𝒂 𝑻𝒂𝒌𝒂𝒔𝒉𝒊 𝒙 𝑶𝒄]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora