CAPÍTULO DIECIOCHO

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CAPÍTULO DIECIOCHO

Culminar,

< Final >

Mitsuya dio un suave apretón a los hombros de la pelinegra antes de verle caminar unos pasos al frente y agacharse frente a la tumba, dejando un ramo de flores sobre ella.

Tumba de la familia Itō

— Te extraño, Katsu. — Susurró la menor, deslizando sus dedos por la tumba antes de sonreír con debilidad. — Pero te prometo que no sufriré más. Por ti, por Takashi y por mi padre... Gracias por todo.

Fumiko apretó la tela de su falda conteniendo sus ganas de llorar. Una mano se posó en su hombro, no dudó en ponerse de pie y mirar a Takashi quien sonrió.

— Vamos. — La menor asintió, tomando la mano del oji-violeta y entrelazando sus dedos caminando en dirección a la escuela.

El camino fue silencioso, Mitsuya se aseguró de darle su espacio a la pelinegra quien parecía continuar pensando en todo lo que había sucedido tiempo atrás. Aunque habían pasado varios días aún era como si hubiese pasado ayer, la herida se sentía reciente, y parecía no mejorar rápidamente.

Pero ahí estaba Takashi, Katō le agradecía al muchacho por continuar a su lado todos esos días, asegurándose de que estuviera bien y ofreciéndole su compañía.

Fumiko suspiró al ver los grandes portones de la preparatoria. Muchos pares de ojos se posaron sobre ella al verla llegar, para nadie era ajeno ahora lo que había sucedido con el rubio, su falta de presencia era increíblemente abrumadora.

Katō no sabía cómo acostumbrarse a no ver al rubio acercarse a ella por la mañana, hablándole de su proyecto o tarea que había olvidado, como había conseguido más dinero el día anterior o para invitarla a comer algo por la tarde. Tampoco podría acostumbrarse a no verle pasar de vez en cuando por ella a su casa e ir juntos a la escuela o ser dejada por él frente a su salón, mirando con diversión a Mitsuya en busca de molestarlo.

Todo era diferente sin Itō Katsuo.

— Fumiko. — Un par de chicos se acercaron a ella, la pelinegra los reconoció como parte del grupo con el cual el rubio solía pasar el tiempo. — Esto era de él... Su casillero ha sido vaciado y creímos que te gustaría tener esto.

Katō bajó la mirada notando el suéter que el mayor solía usar y un par de cuadernos. No dudó en tomarlos.

— Gracias, los cuidaré bien. — Mitsuya guio a la menor hasta su salón, tomando ambos asientos en sus lugares correspondientes.

Fumiko tomó un cuaderno, abriéndolo y mirando su contenido. Sus ojos se abrieron con sorpresa al encontrar hermosos dibujos que parecían sacados de un museo. No pudo evitar asegurarse de que fuera el cuaderno de Itō y no de alguien más, pero así era, fue su cuaderno de artes y Fumiko no pudo evitar sentir su corazón encogerse notando los muchos dibujos en donde ella se encontraba como protagonista. Dibujos de ella comiendo, sonriendo, escribiendo algo e incluso dibujos de ella sirviendo como asistente de Mitsuya.

El oji-violeta no pudo evitar sonreír con nostalgia, realmente se creyó el cuento de que el rubio no sabía dibujar, pero había sido todo lo contrario al final del día.

Fumiko guardó las cosas y suspiró una vez más girándose a ver a Mitsuya quién le dio una sonrisa.

— ¿Quieres salir hoy después de clases? — Takashi asintió.

— Me parece bien.

[...]

Katō rio al ver a Takashi llenar su rostro de helado accidentalmente, el mayor sonrió limpiando el desastre con una servilleta.
Mitsuya no esperó sentir a la menor acercarse y unir sus labios en un lento beso, disfrutando del dulce de sus labios.

𝑳'𝒂𝒔𝒔𝒊𝒔𝒕𝒂𝒏𝒕 [𝑴𝒊𝒕𝒔𝒖𝒚𝒂 𝑻𝒂𝒌𝒂𝒔𝒉𝒊 𝒙 𝑶𝒄]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora