CAPÍTULO DOCE

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CAPÍTULO DOCE

Intentar arruinar,

Katō tomó asiento al lado de Takashi, tomando su mano y entrelazando sus dedos. Pocos segundos después su padre se sentó frente a ellos, mirando al joven a su lado sin expresión en su rostro.

— Mitsuya, eres un buen chico ¿Lo he dicho ya? — El hombre sonrió. — No me interpondré en su relación si eso piensas, solo quiero saber a lo que estás dispuesto con tal de estar con mi hija.

— Señor Katō, puede estar seguro de que cuidaré de su hija con mi vida de ser necesario. — Mitsuya miró a la menor quien jugaba con sus manos avergonzada. — La amo desde el primer momento en que la conocí, lo único que jamás haré será dañarla.

— Me alegro de eso. — Hiroshi sonrió. — Fumiko. — La pelinegra miró a su padre. — Espero que tengan una buena relación ambos.

— Gracias, papá. — El hombre elevó su índice indicando que aún no terminaba.

— Pero me veo obligado a poner un par de reglas, estar de acuerdo con esto no significa que seré totalmente permisivo, eres mi princesa y no puedo permitir que nada te suceda.

— ¿Qué clase de reglas? — Fumiko temió por lo que su padre diría.

— Chicos, sé cómo son los jóvenes de su edad. — Katō cubrió su rostro con sus manos, no queriendo mirar a su padre. — Por eso debo pedirles que se cuiden siempre, saben a lo que me refiero.

Mitsuya sintió sus mejillas calentarse en un casi imperceptible sonrojo.

— No debe preocuparse, señor Katō.

— Nada de regresar después de las ocho a casa, avísame siempre si vas a salir y evitaremos que me vuelva loco, y... Sé feliz, cariño.

Fumiko sonrió.

— Lo seré, papá. Gracias. — El hombre mayor se puso de pie.

— Bien, eso era todo, los dejo solos, yo iré a descansar.

— Claro, descanse.

Takashi giró su rostro notando el rostro de su chica pintado de un suave rojizo, una risilla escapó de sus labios.

— Está bien, no debes avergonzarte por eso.

— Mi padre está loco. — Mitsuya tomó el mentón de la menor, girando su rostro para unir sus labios en un corto toque.

— No lo creo, solo protege lo que quiere. — El oji-violeta hizo una mueca. — Si tuviera una hija hermosa como tú definitivamente querría protegerla de todo el mal de este mundo.

— No digas eso, me avergüenzo.

Takashi sonrió abrazando a su chica.

[...]

Fumiko entró a su salón de clases sorprendiéndose al no ver al oji-violeta en el sitio, como otras veces, la pelinegra no estaba acostumbrada a su ausencia.

La menor dejó su mochila sobre su sitio y antes de siquiera sentarse unas voces la llamaron.

— ¡Katō! — Unas chicas la llamaron. — ¡Debes venir con nosotras, es urgente!

La ojiazul frunció el ceño con confusión yendo hacia el grupo el cual la guio hacia cierto salón vacío, afuera de este unas pocas personas reían y murmuraban mientras observaban lo que dentro se llevaba a cabo.

Dos chicas ayudaron a Fumiko a asomarse en la entrada para que pudiera ver bien.

Las comisuras de Katō cayeron al observar a cierta rubia frente a un muchacho de grises cabellos. Desde aquel ángulo parecía que sucedía lo más obvio.

Estaban besándose.

— Te quiero, Mitsuya.

— Tamura, hemos hablado esto ya, yo-

Los ojos violetas de Takashi se movieron notando los ojos azules de Fumiko por milisegundos antes de desaparecer de su vida con rapidez. Mitsuya soltó un largo suspiro llevando una mano a su cabeza.

— Sé lo que intentas, no sucederá, acéptalo. — La rubia observó al mayor retirarse. Una sonrisa se estiró en su rostro.

— Bien hecho. — La más alta felicitó a su grupo de amigas, o mejor decir, ayudantes.

Takashi aceleró el paso, notando a Fumiko sentada en una banca vacía mientras miraba al cielo sin expresión alguna en su rostro. El mayor se acercó tomando asiento a su lado.

— ¿Qué viste allí? — Katō no debió mirarle para saber quién era. — Viste algo, lo sé.

— Lo que parecía, Mitsuya. — La pelinegra suspiró. — ¿Realmente lo hacías? ¿Realmente la estabas bes-

— No. — Fumiko giró su rostro notando el ceño de Takashi fruncirse ligeramente.

— Me alivia escuchar eso. — Mitsuya acercó a la menor a su pecho, abrazándola.

— Hace un día le prometí a tu padre que te protegería y cuidaría, no romperé esa promesa. — El más alto suspiró. — No desconfíes de mí, Fumiko.

— No volverá a pasar, lo siento. — La ojiazul hizo una mueca. — Es solo que ella es una chica tan linda y yo-

— Y tú eres mi novia y la única mujer a la que quiero... Aparte de mis hermanas. — Ambos rieron. — Tú entiendes.

— Lo entiendo. — Takashi se inclinó depositando un corto beso en la mejilla de la menor. — Las clases comenzarán pronto, ni siquiera debí de venir aquí.

— Muy bien, vamos entonces.

— Mitsuya. — El mayor iba a levantarse, el llamado de la menor le detuvo. — ¿Quién es ella? ¿Por qué insiste tanto?

— ¿La chica de hace un rato? — Katō asintió. — Sé que la he visto un par de veces, y quizás intercambiamos una que otra palabra en alguna ocasión, pero... Nunca fuimos amigos, tampoco puedo considerarla una conocida cercana para mí... Su nombre es Tamura Rin.

— La chica que se te declaró aquella vez. — Takashi asintió.

— ¡Hey! — Ambos giraron sus rostros notando a un rubio acercarse a ellos con una gran sonrisa. Mitsuya suspiró. — Al fin te veo, pequeña Fumi.

— Katsuo, hola. — El más alto tomó asiento al lado de la pelinegra, Mitsuya deslizó una mano por la cintura de la menor, acercándole disimuladamente a su cuerpo. — ¿No deberías de estar en clases?

— Creo que puedo preguntar lo mismo a ustedes. — Itō pellizcó una de las mejillas de Katō. — ¿Tienes planes para esta tarde?

— Uhm... — Fumiko negó. — Estoy libre, aunque planeaba hacer la tarea de inglés.

— ¿Quieres que te ayude con eso? No me considero tan malo en la asignatura, incluso puedo presentarme en inglés si quieres.

— No necesito que te presentes. — Fumiko sonrió. — Sería de gran ayuda que me echaras una mano, soy un asco en esa clase.

— Muy bien. — Katsuo se puso de pie haciendo una seña a la ojiazul. — Nos vemos después, Fumi... Puedes llevar a tu novio si quieres.

— Nos vemos.

El rubio desapareció pronto con la lejanía, Mitsuya notó los ojos claros de Katō posarse sobre él.

— ¿Qué pasa? — La menor no respondió, solamente tomó la mano en su cintura y sonrió dándole un suave apretón. Mitsuya sonrió con inocencia.

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𝑳'𝒂𝒔𝒔𝒊𝒔𝒕𝒂𝒏𝒕 [𝑴𝒊𝒕𝒔𝒖𝒚𝒂 𝑻𝒂𝒌𝒂𝒔𝒉𝒊 𝒙 𝑶𝒄]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora