CAPÍTULO DIEZ

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CAPÍTULO DIEZ

Amor joven,

Fumiko rio sintiendo al mayor pellizcar suavemente su mejilla antes de unir sus labios en un corto beso.

— ¿Me ayudarás esta tarde?

— Claro. — Katō sacó de su mochila un cuaderno lleno de bocetos mirándolos atentamente, Mitsuya sonrió, amaba que su chica apreciara su trabajo de esa manera. — ¿Hiciste este?

— Déjame ver. — La pelinegra le entregó el cuaderno a Takashi quien observó el diseño antes de sonreír. — Creí que no te gustaría así que no lo hice.

— No debes de hacer algo que me guste a mí. — Fumiko sonrió avergonzada. — Haz lo que a ti te guste, soy feliz ayudándote con cualquier cosa.

— Entonces ¿Te gusta este?

— Sí, me gusta mucho. — Mitsuya devolvió el cuaderno a la menor.

— Lo haré después de terminar con mi trabajo actual. — Katō cerró sus ojos, sonriente al sentir los labios del mayor sobre su mejilla.

Katsuo a unos metros les observaba con una mueca de asco, adoraba a la ojiazul, lo único que no adoraba era la manera tan cursi en la que podía volverse estando al lado del oji-violeta.

— Creo que me diagnosticarán con diabetes pronto. — Comentó el rubio haciendo reír a sus amigos.

Fumiko se puso de pie, poco después sintió como el peso de su mochila desaparecía de su espalda, viendo a Takashi colgar la misma en uno de sus hombros.

— Vamos, pronto comenzarán las clases.

Katō tomó la mano del mayor, entrelazando sus dedos, siguiéndole hasta su salón de clases, esta vez sintiéndose más tranquila que antes, sonriente y radiante como solía serlo cuando estaba al lado de sus dos personas más importantes en la preparatoria.

— Quiero hacer un vestido para Luna. — Comentó el mayor. — Y quería tu opinión.

— Claro ¿Sobre qué? — Al entrar al salón Mitsuya dejó la mochila de la menor en su asiento, sacando seguido un cuaderno nuevo de su mochila propia.

— Esto. — Katō se acercó, mirando el boceto creado por el oji-violeta. — Siento que le falta algo.

— A veces pones piedras de color o brillos a tus vestidos. — Fumiko pasó su dedo lentamente por una zona del dibujo. — Podrías colocarlas en esta zona, no una cantidad grande, con unas cuantas se vería bien.

— Eres un genio. — La pelinegra sonrió. — Lo veré más tarde, te lo agradezco.

— No es nada.

Ambos se sentaron en sus respectos asientos en la espera de la profesora de su siguiente clase. Fumiko sonreía mientras dibujaba en la parte trasera de su cuaderno.

Takashi observó sobre su hombro lo que la menor hacía, riendo por lo bajo al notar un dibujo de dos cachorros con extrañas características similares a las de ambos, los dos animales dentro de un corazón pareciendo felices.

La voz de la profesora sacó a Fumiko de su trance, y dejando su cuaderno a un lado se dedicó a prestar atención a la clase, o al menos eso intentó. Una sonrisa se estiró en su rostro al sentir al chico detrás de ella jugando con sus cabellos, haciendo pequeños rulos o enrollando su dedo entre sus hebras. Sus mejillas se pintaron de un suave rosa intentando parecer concentrada para que así la mujer que impartía clases no les llamara la atención.

La clase pasó más rápido de lo que la menor pensó, y pronto la campana sonaba nuevamente. Mitsuya dejó de jugar con sus cabellos, alejando su mano y mirando a la entrada del lugar notando al rubio allí mirando a su novia.

— ¿Quieres almorzar conmigo? — Katō sonrió. Itō miró a Takashi quien le observaba desde antes con su ceño ligeramente fruncido.

Una sonrisa divertida e inocente se estiró en el rostro del más alto.

— Yo invito, puedes traer a tu novio.

[...]

Fumiko elevó sus brazos mientras observaba a Takashi tomar las medidas de estos para un nuevo vestido que planeaba elaborar. Una sonrisa se estiró en su rostro sintiendo los cuidadosos toques del mayor mientras deslizaba la cinta métrica a lo largo de su extremidad hasta llegar a su muñeca.

Su rostro lleno de concentración lo hacía ver mucho más atractivo de lo usual, y Katō no podía evitar sonrojarse al tener a su mente jugando en su contra con cientos de escenarios que quizá no era correcto imaginar.

Estaba mal de la cabeza.

— Listo. — El mayor se alejó lanzando la cinta a un lado, apuntando rápidamente sus medidas nuevamente. — Es cierto que has adelgazado un poco... ¿Estás comiendo bien, Fumi?

Mitsuya esperó una respuesta la cual nunca llegó, al girar su rostro se encontró con una muy roja Fumiko mirándole ¿Ahora qué había dicho?

Takashi no tardó demasiado en descubrirlo.

— ¿Te incomoda que te llame así?

— Para nada. — La menor sonrió, Mitsuya asintió volviendo a su trabajo.

— Entonces ¿Responderás a mi pregunta?

— Oh, sí. He estado comiendo bien. — La pelinegra se apoyó en la mesa, mirando al mayor anotando varias cosas en su libreta. — ¿Se nota demasiado?

— No te preocupes, las medidas solo han cambiado por uno o dos centímetros. — El oji-violeta se acercó a la contraria, tomándole de la cintura y depositando un corto beso en sus labios. —Sigues igual de linda que siempre.

— Basta con eso o me convertiré en un tomate pronto. — Mitsuya rio. — ¿Cómo será el vestido esta vez?

— Es una sorpresa. — Takashi se alejó, tomando un par de telas se giró, mirando a la menor. — ¿Qué color te gusta más?

Fumiko lo pensó bien. En su mano derecha el mayor tenía una tela de color azul marino, en su izquierda tenía una de un tono rojo vino.

Debía ser sincera, adoraba el color azul.

Antes de poder responder Mitsuya ya había dejado la tela del tono vino a un lado como si hubiera leído sus pensamientos.

— No me dejaste ni responder.

— Sé que te gusta el azul, cualquiera de sus tonos. — El oji-violeta extendió la tela. — Me ocuparé de hacer los moldes mañana, pasado comenzaré a unir todo.

— ¿No necesitas ayuda con eso?

— No te preocupes. — El más alto volvió a guardar la tela. — Eres de mucha ayuda siendo solo mi modelo.

— ¿Modelo?

— Sí, modelo.

Katō se sorprendió al ser repentinamente tomada de la cintura, y segundos después unos labios impactaron con los suyos en un amoroso beso.

¿Qué más podía pedir si no era continuar siendo feliz con ese joven?

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𝑳'𝒂𝒔𝒔𝒊𝒔𝒕𝒂𝒏𝒕 [𝑴𝒊𝒕𝒔𝒖𝒚𝒂 𝑻𝒂𝒌𝒂𝒔𝒉𝒊 𝒙 𝑶𝒄]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora