Cartas

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Sigo a los ladrones desde la distancia, aun no confían en mí, y eso está bien si creyeran las historias de cualquiera su escondite estuviera en peligro, vengo arrastrando a mi chofer con una tabla de madera que encontré, viene gritando y me ruega que volvamos al carruaje y lleguemos a la casa antes de que Douma lo maté.

-Ya tranquilo, dices que vives solo y mientras estés conmigo no morirás, deja de llorar –

- ¡Pero valoro mi vida! – sigue quejándose así que opto por dejarlo inconsciente otra vez. Miro el atardecer, está cerca la noche.

-Espérenos aquí – me dice el que tiene el cabello largo de color rojo al igual que sus ojos y observo como el discípulo de Tomioka y él se alejan.

Los otros tres se quedan conmigo vigilándome, sonrío y decido sentarme en una roca, el clima se siente fresco, así que me tapo un poco y observo que traigo puesta la capa de Douma... después miro mi vientre y comienzo a acariciarlo.

Suspiro varias veces aburrida de esperar observando el atardecer, finalmente llegan.

-Escucha tienes permiso para entrar, pero él no, ¿hay algún problema? –

-Ninguna ya me adelanté y lo amarré contra aquel árbol – me miran asombrados – tranquilos lo hice para que no fuera de chismoso, vamos –

-Si eres un pilar no te costara seguir nuestro ritmo – y acto seguido comienzan a brincar entre los árboles, sonrío

- Oye Misako deberíamos ir un poco lento, ya nos alejamos bastante –

-Pero que dices si estamos yendo lento para que nos alcance –

-Ara, ara pensé que estaban cansado, pero no se preocupen por mí corran con todas sus fuerzas – todos miran hacia el cielo y me ven - ¿sorprendidos?, si esto es lo más rápido que pueden ir Tomioka no esta siendo un buen maestro – El discípulo se enoja y acelera el paso, al igual que los demás, los sigo sin problemas.

Finalmente llegamos a un pequeño pueblo todos tienen las respiraciones agitadas, así que le doy un poco de agua, pero me la rechazan.

-Son tan alegres como tu Tomioka – todos mi miran sorprendidos y yo miro tras mi espalda – ha pasado mucho tiempo, ¿Qué tal como te va? Dime ¿se encuentra el patrón? ¿Goza de buena salud? –

-Hola Kocho pensé que habías muerto, de hecho, todos lo pensamos, cuando ellos me dijeron que te encontraron no podría creerlo, pensé que era una trampa –

-Por eso traes a más de tus discípulos – miro a los alrededores y hay aproximadamente 20 cazadores escondidos – pero aun no son buenos escondiendo sus presencias, ¿no te odian? – suelto un bufido sarcástico.

-Has cambiado Kocho – lo miro seria.

-Ara, ara ¿pero porque? sigo siendo la misma –

-Claro que no, tu presencia se volvió más oscura al igual que tu mirada, parece que no te maltrata eso es bueno – comienza a examinar mi vestimenta, de algún modo eso me molesta, los chicos que me guiaron se alejan y sacan sus espadas al igual que los que están escondidos – Dime algo Kocho aun eres amiga o enemiga – me dice poniéndose en posición de ataque sin desenvainar su espada.

-Bueno para empezar nunca fuimos amigos, seria compañeros no vengo a quedarme, si lo hago este lugar estaría lleno de demonios y por lo que veo aun debes enseñarles mas cosas a tus discípulos aún deben madurar... solo vengo a dejar información que les será de utilidad y darle un mensaje al patrón – Ante mi respuesta Tomioka se relaja y con el movimiento de su mano los demás bajan sus armas.

-La noche se acerca entra antes de que te encuentre, tranquila tardara unos días en encontrar este lugar –

-Por eso mismo solo vengo a dejarte esto – me acerco y le entrego unos papeles y unas botellas de sangre.

Solo MíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora