❝ O O 7 ❞

2.5K 198 60
                                    

──── ◉ ────

❝ Trash ❞

──── ◉ ────

De cuando Jack saca la basura y se encuentra algo... curioso cuanto menos

──── ◉ ────

Usualmente sacar la basura no era algo que les agradara ni a Jack ni a Gustabo, pero esa vez lo agredecerían de por vida.

Le tocó a Jack esa vez y lo hizo de mala gana pero sin quejarse, no era su actividad domestica favorita, pero tampoco era escalar el Everest.

Salió de la casa con las bolsas y fue recibido por la fuerte brisa de la fría y húmeda noche de primavera, se acercó a los contenedores de la calle a medida que notaba el cielo tronar y relampaguear cada vez mas fuerte y el viento tomar fuerza mientras las pequeñas manchas del piso mojado por la lluvia iban apareciendo lentamente.

Apretó el paso queriendo volver a la comodidad de su sofá para ver alguna película con Gustabo tranquilamente mientras cenaban, pero justo cuando estaba por volver adentro y la lluvia se volvía cada vez mas fuerte segundo a segundo, se percató de la gran bolsa que había tirada junto al contenedor de basura. Estaba seguro de que ni él ni su marido la habían dejado ahí.

No le iba a dar mucha importancia hasta que la vio moverse. Y eso no era el viento, allí adentro había algo grande, grande y vivo.

Pensó en un gato, una rata o un mapache, los descartó rápidamente, eran animales muy pequeños y lo que había ahí dentro no era pequeño (al menos no para un animal).

Se puso en guardia por si era un perro agresivo o algo por el estilo y abrió la bolsa rompiéndola.

Sintió su corazón romperse en mil pedazos y su sangre comenzar a hervir de la rabia.

Un niño.

Algún hijo de puta había dejado allí a un pobre niño indefenso que no debía llegar ni a los cinco años, abandonado a su suerte, con ropa toda sucia y rota, lleno de golpes y una pequeña nota.

Horacio, eres una carga, me arruinaste la vida, quedate en la bolsa como la basura que eres, me arrepiento mas que nada en el mundo de haberte tenido. Me hechaste a perder la vida, espero que mueras de hambre ahí dentro o algo así, haz algo bien y no me busques, piojoso, porque no me vas a encontrar nunca y si lo haces, te vuelvo a echar a golpes. Nadie va a quererte nunca, Horacio.

Un nudo se le formó en la garganta debido a la rabia que lo invadió, ¿cómo alguien podría ser así? No le sorprendía, más de una vez se había topado en su vida con madres y padres de mierda, pero eso no lo hacía menos grave y menos indignante.

Apenas lo vio, el pequeño infante (de nombre Horacio, al parecer) comenzó a sollozar mientras se cubría con sus brazos, como si esperara algún golpe. Pero Jack sólo lo tomo en brazos con cuidado de no tocar las heridas del niño mientras lo acunaba en su pecho.

—Tranquilo, no voy a lastimarte. No pasa nada, todo está bien. —decía en un tono de voz que no había utilizado en muchos años, desde que perdió a sus hijos y a su esposa que no hablaba así para calmar a nadie, quizá a Gustabo, en muy contadas ocasiones donde tenía ataques de pánico relacionados a su pasado.

El niño se aferró a su camisa para protegerse de la lluvia, que ya era muy fuerte, y sollozó mucho más fuerte al oír un fuerte trueno sacudir el turbulento cielo.

Jack se puso de pie y volvió casi corriendo dentro de su casa.

—¡Gustabo! —llamó a su marido mientras llegaba al sofá donde estaba el rubio, que abrió los ojos como platos al ver al pequeño niño pelinegro acurrucado en el pecho del superintendente— Lo han dejado en la basura, no se encuentra bien.

El rubio, que tenía mucha experiencia con ser un niño maltratado o un niño de la calle, le hizo señas a su esposo para que se sentara junto a él y, una vez hecho eso y luego de leer la nota que le habían dejado a la pobre criatura, tomó al pequeño Horacio y lo sentó en su regazo. El niño no lo miraba y se lo notaba muy tenso y asustado.

—Tranquilo —susurró mi entras le acariciaba el cabello—. No pasa nada, sólo te queremos ayudar, ¿vale, Horacio?

El niño asintió.

—¿Puedes mirarme? —preguntó el rubio suevemente. El niño levantó la cabeza con miedo, elevando su mirada hasta el hombre, dejando ver que su ojo derecho era verde mientras que el izquierdo era de un profundo celeste. Se notaba que el niño estaba asustado y muy triste, estaba moqueando y se notaba que cualquier movimiento brusco le dolía mucho.

—¿Qué edad tienes? —inquiró Jack, manteniendo el tono suave que tan extraño le sonaba.

—Cuatro... —susurró tímidamente, escondiendo su cabeza en el pecho de Gustabo, que lo rodeó con sus brazos para darle algo de seguridad— ¿ustedes son buenos?

Conway sonrió de lado con sorna hacia sí mismo, cualquier respuesta positiva a la pregunta del niño sería una vil mentira, pero no le importó en lo más mínimo.

—Claro, granuja, somos buenos. No vamos a lastimarte. —tartó de calmarlo sinriéndole, a pesar de que el niño aún no quería mirar a Jack.

En esa especie de abrazo una mano de Gustabo quedó en las costillas del niño, Gustabo hizo una mueca amarga.

—Está delgadísimo —susurró preocupado antes de cambiar su tono a uno más dulce— ¿Tienes hambre?

El pequeño niño subió la cabeza y miró a Gustabo con un nuevo brillo en sus grandes ojitos mientras apartaba un mechón de pelo de su vista.

—¿Me van a dar de comer?

—Claro —sonrió Gustabo, que carraspeó luego de decirle eso, tratando de deshacer el nudo de su garganta—. Yo soy Gustabo y él es Jack, ¿qué te parece si te damos un baño mientras Jack te hace algo de comer?

Horacio miró a Jack aún con miedo y desconfianza, quizá le recordaba a su padre maltratador o algo así.

—Vale... —susurró el niño, hizo el ademán de bajarse algo triste del regazo de su protector, pero Gustabo lo alzó en brazos antes de que lo hiciera, llevándolo hacia el baño.

Y Jack Conway se dispuso a hacer la mejor comida de su puta vida.

──── ◉ ────

¿Intenabo papás supremacy?

¿Puede ser, pa? ¿Puede ser que se venga una historia de Jack papi de Gus y Horacio, brother?

──── ◉ ────

❝ ɪ ɴ ᴛ ᴇ ɴ ᴀ ʙ ᴏ  ᴡ ʀ ɪ ᴛ ɪ ɴ ɢ s ❞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora