CAPITULO 14 - REUNIUNE

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Reuniune

El cuerpo y las extremidades me pesan, hasta mover un solo dedo se convierte en una acción difícil. Mis párpados con como dos pedazos de cinta adheridos a mis ojos que no me dejan abrirlos.

Tengo la sensación de que escucho en eco cualquier mínimo sonido y el goteo recurrente de algunas gotas de agua me agobian.

Lucho con la sensación de pesadez tratando de tomar el control de mi cuerpo. Solo consigo mover la cabeza de lado a lado y mis ojos no enfocan por completo la luz de la lámpara que gira en el techo.

Dos sombras de siluetas se mueven a mi alrededor y no se si sean alucinaciones mías, pero las escucho murmurar aunque ninguna palabra es lo suficientemente entendible.

Mis labios se abren intentando decir algo y la sequedad de mi garganta me quiebra la voz. Estoy sudando o no se si estoy empapado por la fuga de agua que escurre por mi cabello.

Cada uno de mis leves movimientos parece ir en cámara lenta y las sombras continúan moviéndose a mi alrededor. Me toman de los brazos alzándome y abren mi camisa sin yo poder oponerme.

Estoy en un transe de semiconsiencia y la droga que hayan utilizado conmigo, no se compara a nada que haya experimentado jamás, ni siquiera la que uso Monica. Me acuestan sobre una mesa fría de metal y estoy seguro de que logro entender el chillido de cuchillas moviéndose sobre una bandeja.

En mi interior estoy en alerta, pero solo es por dentro. Mi mente está atrapada en un cuerpo que no reacciona y me siento prisionero. Sin embargo me niego a rendirme y por el rabillo del ojo alcanzo a visualizar una mano acercándose con un aparato puntiagudo que suelta un ruido constante.

Antes de que me toque, lo manoteo mandándoselo al suelo e intento levantarme pero unas segundas manos me devuelven a la mesa. Las dos identidades luchan conmigo y terminan aprisionando mis brazos en gruesos grilletes así como también mis piernas.

—Shhh —susurra una voz a la que gruño— nu vă mișcați.

Me toma del rostro y pasea el dedo pulgar por mi mejilla y volteo bruscamente quitando su asqueroso contacto. Busco en mi interior una pizca de la fuerza debilitada y es suficiente para romper uno de los grilletes que libera mi mano.

El que tiene el aparato lo deja de lado y se sube encima mío intentando contenerme.

—Pune-l la culcare, nu se va opri și corpul lui elimină rapid doza —murmura otra voz.

—¡Hijos de perra! —les suelto antes de que claven de nuevo una aguja en mi cuello con la droga que me va debilitando una vez más.

Mi mano cae al igual que mi cabeza y el mareo me provoca náuseas aunque nosotros difícilmente sentimos esas sensaciones.

—Impresionant, oricine s-ar fi săturat cu o doză și ar fi murit cu două.

Arrugo las cejas sumiéndome en sueño.

—Doarme —esa última voz permanece haciendo eco en mi cabeza y se repite una y otra vez.

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