CAPITULO 33

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Un Barcsay jamás se olvida.

Mónica

Las mariposas son pequeños seres hermosos, inteligentes para ocultarse de sus depredadores, pero también frágiles. Se pueden romper las alas con mucha facilidad.

—¿Son bonitas no crees? —le muestro a papá la que se ha posado en mi dedo— me gustan sus alas, son azul tornasol.

—Son tan hermosas como tú —me sonríe besándome la frente— cada vez que me encuentro con una, me recuerda a ti mi pequeña.

La que juego en mi mano abre las alas y emprende su vuelo elevándose muy alto.

—¿Por qué?

—Eres tan distinta entre tantas polillas venenosas —me explica tomándome de la mano— brillas y sueñas Monica.

—¿Y eso es malo? —elevo el mentón mirándolo.

—Para papá jamás va a ser malo nada de lo que sea su princesa y eso es lo único que importa.

—Entonces me quieres así —salto emocionada.

—Te amo así, no importa quien trate de cambiar lo contrario ¿okey? —asiento— a veces los más arruinados buscan infectar a los demás con su oscuridad para contagiarlos y hacerlos parte de su desgracia. Tu felicidad y tu alma viva incentiva la envidia y la mezquindad de quienes nunca lo fueron.

—Yo siempre voy a ser feliz —digo evitando pisar las flores— tratare de que sea así.

—Estoy seguro de que lo intentaras —me toma entre sus brazos y rodeó su cuello besando su mejilla.

Amo a mi papá y él me ama a mí, dice que las únicas personas que caben en su corazón, son mi mami y yo.

Recuesto la cabeza en su hombro y es que siempre me siento segura cuando él está cerca, nunca más quiero apartarme de su lado. Me gusta abrazarlo y me gusta que me abrace.

—Papi nunca me dejes sola —murmuro, aunque mis ojos pesen de sueño. Él se limita a acariciar mi cabeza apretándome más fuerte y estoy segura de que lo escucho soltar un leve quejido roto.

Al amanecer mi papá dice que tiene trabajo y que él rey vendrá a reunirse con él, mientras que en su compañía trae a sus hijos y a mí me emociona verlos una vez más.

La chica que termina de atar las cintas de mi vestido, también cepilla mi cabello colocándome los broches de libélulas que a mi mami le gusta verme puestos.

Le agradezco sus esfuerzos y me sonríe antes de que yo corra hacia las escaleras. «voy a esperarlos junto a mi padre» el clima afuera es acogedor y el sol está en lo más alto.

Los trabajadores se pasean de un lado a otro mientras busco a mi padre y Fluvia me hace saber que bajará en cualquier momento.

Camino hacia el jardín donde observo el crecimiento de las flores y un destello de arcoíris aparece en mi radar. Elevo la mirada sonriendo con la mariposa que revolotea en círculos y sonrío admirando su color.

—¡Mariposa! —extiendo la mano intentando alcanzarla.

Sin embargo, esta vuela más lejos y la sigo deteniéndome en el límite que tengo permitido. Más allá está el bosque y papá me ha dicho que no debo adentrarme a él cuando estoy sola. Miro sobre mi espalda buscando a mi guardia para que venga conmigo, pero todos están ocupados.

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