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—Este lo comparto con mí grupo de amigos, algunos son de ese equipo de básquet que te conté la vez pasada… —empezaba a contar una nueva historia el chico de cabello oscuro.

Él reconocía que era de hablar mucho, y si bien Sofía no era de interrumpir, aquella tarde él la notó un poco perdida, quizás desinteresada.

—Hey… —trató de llamar su atención, pero Sofía no respondió—. Sofía. —pronunció su nombre un poco más fuerte.

—Si… Perdón, perdón… ¿Qué decías? —cuestionó ella un poco avergonzada.

Mateo negó levemente con la cabeza en respuesta.

—Es verdad, no te prestaba atención, disculpa. Estoy algo distraída, en verdad lo siento… —ella volvió a disculparse creyendo que su amigo se había molestado.

Mateo suspiró. —No hace falta que te disculpes… No estoy molesto… —dijo, pero mintió. Si estaba molesto, no con Sofía realmente. A veces no sabía cómo dirigirse a ella exactamente, y eso le molestaba. Era muy reservada y misteriosa. No quería sonar entrometido preguntando algo que ella no compartía por voluntad propia. Pero realmente quería saber más sobre ella, más que trivialidades… En ocasiones se había preguntado si las historias que estaban detrás de sus tatuajes se asemejarían a algo que Sofía hubiese vivido ya.

La conocía desde hacía un tiempo, pero lo cierto es que no sabía mucho de ella. Él también había empezado a tener curiosidad, pero no encontraba las palabras para expresarle eso a Sofía. Cómo había dicho, ella era reservada, pero no tenía problemas para expresar su curiosidad por alguna cosa.

—Puedes seguir con tu historia… Prometo que estaré atenta. —dijo la chica con una pequeña sonrisa en su rostro.

Mateo la miró a los ojos con la misma ternura de siempre y correspondió la sonrisa.

—Bueno, estaba por contarte sobre una vez cuando nosotros… —él prosiguió con su historia, y esta vez no vino a Sofía ningún recuerdo que la entristeciera. Esto se debió a que ya tenía un amigo… Bueno, ella consideraba a Mateo un amigo, y esperaba que él sintiera lo mismo por ella.

Con él estaba creando momentos lindos, así que las historias sobre los amigos de Mateo no lograron hacerla sentir mal, y en cambio, le generaron más ganas de pasar tiempo con él.

Aquella tarde de historias parecía que terminaría como cualquier otra. Pero algo fue diferente.

Mateo no iba a quedarse con las ganas de preguntar, tragándose su curiosidad. No. Sutilmente y entre risas divertidas le dijo: —Che… Quiero escuchar alguna historia tuya… Contame algo que sea importante para vos.

Ese comentario descolocó a Sofía durante un momento, pero rápido dio una respuesta, básicamente usando algo parecido a lo que él alguna vez le había dicho, para escapar de esa situación: —La próxima vez que nos veamos te contaré.

𝑴𝒐𝒏𝒂𝒓𝒄𝒂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora