Epílogo

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Vivir cada día al máximo. Así no hagas absolutamente nada que sea muy productivo, y sólo quieras estar echado viendo televisión. No hay que estresarse, no hay que enojarse. Hay que agradecer que estamos vivos. Fue difícil, pero aprendí a agradecer cada día a pesar de todo...

Mateo había recordado aquella frase que la chica le había dicho hacía no mucho tiempo. Ya estaba superando su partida.

...Ahora que me iré sé que llorarás mucho, y aunque no quisiera que lo hagas, entiendo que es necesario que te desahogues. Pero no lo hagas durante mucho tiempo, no me gustaría que estés mal por mí. Yo voy a llevarme lo mejor de esto, porque siempre traté de ver lo mejor de cada situación. Quiero que hagas lo mismo ahora. Sé que esto te entristece, y créeme que me encantaría poder quedarme, pero no puedo. Me tengo que ir, pero sé que voy a estar bien, y vos sabes que será así... Y cuando mí partida te haga sentir triste, piensa en una bella monarca extendiendo sus alas para volar alto, muy alto.

Se podría decir que Mateo había conseguido cumplir con el pedido de Sofía. Su recuerdo ya no lo hacía soltar lágrimas.

Al poco tiempo, dejó atrás Argentina para seguir con su viaje. Nunca le había costado tanto irse de algún lugar, no podía evitar sentir que dejaba atrás a Sofía. Pero pensó en el nuevo dibujo que adornaba su piel. Se dio cuenta de que, de alguna manera, Sofía siempre estaría con él. Él nunca podría olvidar aquella vez en que conoció a una chica, que en realidad era una mariposa monarca.

Así que sacó fuerzas, y decidió seguir con su viaje, decidió seguir viviendo, seguir acumulando experiencias. Eso es lo que ella quería, y estoy seguro de que ella está haciendo lo mismo, dondequiera que esté.

Antes de soltar a la chica por completo, él sentía que debía hacer algo más. Muchas de las cosas que ella nunca podría experimentar en carne propia las había vivido a través de las historias de Mateo, pero había algo que él no pudo darle con sus historias, y que sentía que ahora era su responsabilidad cumplir.

La televisión de la habitación del hospital estaba encendida. Era muy tarde por la noche y Mateo se había quedado medio dormido en un pequeño sofá que había ahí.

La pantalla mostraba imágenes de la migración de monarcas del año anterior. Mateo no pudo evitar despertar por completo debido a que el volumen de la televisión estaba un poco alto. Recordó cómo Sofía se apresuró a bajar el volumen, tomando el control remoto rápidamente y con torpeza, lo que causó que se le cayera al suelo, y por consiguiente, causó aún más ruido. Ella lo había mirado para saber si lo había despertado, y una vez confirmó que no, o eso creyó ella, pudo bajar el volumen y seguir viendo ese programa tranquilamente. Mateo en realidad se había hecho el dormido, y se quedó mirando el brillo que había en los ojos de Sofía mientras observaba esas imágenes de las mariposas.

Esa noche Mateo deseó con tanta fuerza que Sofía tuviera más tiempo... Se imaginaba viajando junto a ella a ver la migración, de verdad, en persona. Pero lamentablemente eso no era posible, y esa noche lo único que Mateo pudo hacer fue llorar en silencio, para no distraer a Sofía, quién seguía creyendo que él dormía.

Por toda la información que Sofía le había contado sobre esos insectos, Mateo sabía que era época de migración. Y así fue como eligió su próximo destino: México.

Al principio creyó estar desquiciado. Iba camino a ver a una grandísima cantidad de insectos juntos, sin importar cuanto le asustaban. Pero es que esas mariposas ahora las relacionaba con su amiga, no podía tenerles miedo. O eso esperaba...

Cuando estuvo ahí presenciando la migración, a pesar de su gran fobia que hacía que cualquier pequeño insecto lo perturbara, se sintió muy feliz. Estoy aquí. Y tengo que decir que me gustaría que también estuvieras aquí. Te hubiese encantado ver esto. Y burlarte de mí, aunque no podrías, porque no siento miedo. Me recuerdan a ti, así que me siento en paz.

Aquel día, él pasó su mano por el tatuaje que adornaba su muñeca. Y cuando levantó la vista, vio que una mariposa revoloteaba muy cerca de él. Eso duró unos cuantos segundos, era la única mariposa que se había alejado de los grupos que ocupaban los árboles.

Quizás si lo está viendo, y viviendo. Tal vez desde más cerca de lo que creo...

Luego vio esa mariposa alejarse de él y revolotear, volando alto, muy alto, alejándose cada vez más de las demás.

...Y cuando mí partida te haga sentir triste, piensa en una bella monarca extendiendo sus alas para volar alto, muy alto.

𝑴𝒐𝒏𝒂𝒓𝒄𝒂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora