11.

4 1 1
                                    

Una mejoría se presentó en Sofía una vez más. Todo este proceso era algo muy difícil de sobrellevar, más para Mateo que para la propia Sofía.

Ella siempre había sabido que su vida no sería muy larga. Había días en que no pensaba en eso, o sino simplemente elegía resignarse antes que sentirse triste. Era como algo que siempre la había perseguido, y eventualmente ella tuvo que aprender a vivir escuchando esos pasos detrás de si.

Pero para Mateo lo que le estaba sucediendo a la chica era algo horrible que él no había terminado de procesar. No podía dejar de pensar en que no volvería a ver a Sofía. Le asustaba la idea de no estar con ella en ese momento. Sus mejorías comenzaban a perturbarle, porque sabía qué tan dura sería la caída después.

Esa tarde antes de ir al trabajo, Mateo merendó con Sofía. A pesar de tratar de fingir tranquilidad, no pudo evitar que ella notara cuan angustiado estaba.

—Mateo. En serio quiero que dejes de estar triste… —dijo ella y él sólo suspiró.

—No quiero que te sientas mal. Has hecho mucho por mí ¿sabes? Eres la primera compañía que tengo, mí primer amigo. Siempre creí que sola estaba mejor, que guardarme todo era lo correcto. Y tú me enseñaste todo lo contrario. Ahora entiendo que por más que me esfuerce en eso, no siempre debo estar bien. —Mateo la miró fijamente durante unos segundos.

—Lo que sí siempre me angustió un poco fue pensar en todo lo que quería hacer, y que no llegaría a cumplir. Pero tú también me ayudaste con eso. —admitió ella.

—¿Cómo? —preguntó él un poco desconcertado.

—Tus tatuajes. Todas las cosas que me contaste. Tus experiencias, tus gustos, y también tus sueños. Cada vez que hablabas de algo de eso, generaba en mí la sensación de estar viviendo más experiencias, aunque fuesen ajenas. —ella le regaló una bonita sonrisa, que se vio un poco apagada debido al cansancio que sentía.

—Estás haciendo que todo este proceso sea mejor. Tengo tu compañía. Me imaginaba partiendo sola, pero ahora sé que estarás ahí cuando yo me vaya.

—Claro que estaré aquí. Todo esto ha sido algo muy fugaz, y aunque quizás no nos conocemos muy a fondo, te has vuelto una de las personas más importantes que he conocido. Dices que te he enseñado cosas… Vos también me has enseñado mucho Sofía… Aprecias tanto tu vida, a pesar de todo. Ya te he dicho que eres hermosa y fuerte, pero voy a repetirlo. —una vez Mateo finalizó, extendió su mano para tomar la de Sofía. Se dieron un corto abrazo, y luego Mateo tuvo que prepararse para ir al trabajo.

—Hace mucho no eliges tatuaje. Hoy podríamos tener una noche de historias, hace mucho que no hacemos eso. Cuando vuelva te contaré sobre otro. —prometió él antes de irse y por supuesto que Sofía felizmente esperó a que regresara.

𝑴𝒐𝒏𝒂𝒓𝒄𝒂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora