9.

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Luego de aquello, no pudieron iniciar una conversación trivial.

Sofía trataba de ignorar los malos sentimientos para recuperar su buen ánimo habitual.

Por otro lado, Mateo seguía procesando todo. Sentía tantas cosas en ese momento… Podríamos decir, como para resumir su estado en ese momento, que se encontraba realmente aturdido.

La imagen de Sofía desplomándose frente a él se repitió mil veces en su mente.

Sofía quería decir algo para cortar con ese ambiente, pero no encontraba las palabras.

—¿Desde cuándo estás enferma? —preguntó él mirándola.

Ella suspiró. —Desde siempre.

De repente Mateo notó algo que se le había pasado por alto durante todo ese tiempo. —Y… ¿Tu familia? ¿Ellos saben que estás aquí? ¿Quieres que los llame? —él sólo intentaba encontrar una manera para que ella se sintiera mejor, pero no sabía que en realidad estaba picando dolorosamente en su corazón, como si fuese un insecto con un gran aguijón.

—No tengo familia… Siempre estuve sola. Es otra de las diferencias que comparto con las monarcas… Además ¿sabías que ellas son venenosas? Eso les ayuda a defenderse de los depredadores… Yo por mí parte nunca supe decir si mí propio veneno es el que está acabando conmigo, o si por el contrario, no es lo suficientemente fuerte como para defenderme de mis depredadores. Respecto a lo primero que mencioné, me refiero a que ellas son gregarias, siempre están en grupo, pero yo… Yo no soy así. Aunque ahora tengo un amigo… —le dijo sonriendo levemente y él le correspondió—. Aunque, después de todo, no creo que quieras ser amigo de una mariposa, ¿o si? —bromeó ella.

—Para acompañarte si lo haría… —soltó él en voz baja.

—¿Dijiste algo? —preguntó ella.

—Sólo te decía que por supuesto que no, son muy… —él hizo una mueca—. ¡Aunque supongo que las monarcas no son tan grandes como las otras sobre las que me contaste!... Ay qué horror. —dijo él levemente alterado y Sofía empezó a reír.

—Espero no me tengas miedo ahora, y no, las monarcas no son así de grandes. —respondió mientras apoyaba su mano en su estómago, que ya dolía de tanto reír.

—Bueno, es un alivio saber eso… Si es así, podré seguir siendo tu amigo.

Ambos se sintieron bien ya que el ambiente se había aligerado un poco. Aunque era obvio que eso no duraría mucho.

—Vamos, pregunta lo que quieras, te lo debo… —dijo Sofía brindándole una pequeña sonrisa, ya que notó que la curiosidad y la preocupación seguían plasmadas en el rostro de Mateo. Él se quedó en silencio. Realmente quería saber más, pero no quería ser entrometido, o hacerla sentir mal. Sentía que ya lo había arruinado demasiado nombrando a su familia.

Ya que él no preguntaba, y manteniendo esa sonrisita en su rostro, Sofía empezó a hablar sobre lo que ella intuía que Mateo quería saber.

—Como ya había dicho, las mariposas monarcas viven más que las demás. Ellas ponen muchos huevos pero mueren antes de que las larvas nazcan. Antes de que eso suceda, los padres tratan de proteger a los huevos, pareciera que eso no sirve de mucho en realidad, pero llega a ser algo muy importante. Por los depredadores y demás razones, no todos las orugas llegan a nacer. Pero algunas sí, y aunque estén solas, siguen con sus vidas… Por esto dije que soy una mariposa monarca. Estoy viviendo mucho más de lo que se esperaba, y sobre el tema de los padres, eso fue lo que pasó conmigo. Mis padres murieron cuando era muy chica, y no tenía más familia, así que me crié en un orfanato. De hecho salí de ahí hace poco tiempo, cuando cumplí la mayoría de edad. No podía seguir ahí, entonces trabajé y gané algo de plata para poder alquilar la pensión donde vivo, comprar un celular usado, y lo más importante: ¡mí lupa!

Los ojos de Mateo se habían cristalizado para ese momento.

—No volveré a decir que no me gustan los insectos, porque creo que eso ya lo sabes… —empezó a decir y Sofía negó con diversión—. Pero, a pesar de eso… —continuó él—. Las monarcas son muy bonitas... Por eso ahora no tengo la menor duda de que esto es como vos dices.

—¿Qué quieres decir? —cuestionó Sofía.

—Que realmente eres una monarca. Eres fuerte y hermosa como ellas.

𝑴𝒐𝒏𝒂𝒓𝒄𝒂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora