Temporada De Halloween ©

Magia para Tontos

"Los personajes y hechos relatados en esta historia son completamente ficticios. Cualquier parecido con personas verdaderas, vivas o muertas, o con hechos reales es pura coincidencia".

¡Que disfrutes la lectura!

Sinopsis

Lucinda era una bruja carismática, creativa y muy problemática.

Había abandonado su colonia de brujas por esa misma razón, se metía en tantos problemas con tantas personas, que pronto fue tomando fama de "mala bruja".

Ella pensaba que no era su culpa, le encantaba experimentar con su magia, después de todo, para eso era.

Se instaló en una comunidad de humanos, en donde montó su negocio "La Choza de Lucinda", en aquel lugar vendía pociones experimentales, no tenían mucha duración y algunas veces ocasionaban efectos secundarios un poco graves, pero ella pensaba que era responsabilidad de los tontos humanos y su incesante búsqueda de poder.

Sin embargo, el inspector Asher Wembley, un hechicero de gran renombre, llegó a la vida de Lucinda a imponerle algunas reglas y a regalarle algunas experiencias muy eróticas.

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***

Lucinda mezclaba algunas hierbas y pociones en su caldero mágico mientras tarareaba una canción de su infancia.

Estaba tan absorta en su trabajo que no se enteró cuando un pequeño gato negro entró a su casa.

­—Miaaauu —le dijo el felino saludándola.

—Tarara... Tara... Tarararara.

—Miaaaaauuuu —intentó de nuevo el gatito, maullando más fuerte.

Al felino entender que Lucinda no lo escucharía, decidió subirse en una repisa llena de frascos y tiró algunos al suelo para llamar su atención.

—¡Mis ingredientes! —exclamó preocupada, apenas pudiendo salvar algunos frascos con su magia— ¿Cuáles son tus intenciones? —le preguntó molesta al gato.

El gato la miró con inocencia y volvió a maullar con fuerza.

—¿Tienes hambre? —quiso saber Lucinda, caminando a la nevera y sacando una botella con leche.

El gato la siguió interesado y se bebió la leche a toda prisa a penas se la puso en un cuenco.

—Solo tenías que pedir, no era necesario tirar mis cosas —lo riñó ella, sin saber que él la había llamado varias veces.

El gato se acostó en un sofá al terminar de beber su leche y durmió por toda la tarde.

***

—¡No es lo que prometiste! —le gritó molesto uno de los aldeanos.

—No siempre funciona de la misma manera para todos —se defendió ella, poniendo distancia entre ambos.

—Dijiste que me daría buena fortuna y solo duró el fin de semana, ahora me han despedido de mi trabajo y estoy a punto de perder a mi novia.

—¿Qué te hace pensar que eso es culpa de la poción? Bien podría ser que no estás calificado para tu empleo o que tu novia perdiera el interés en ti —le aseguró, tratando de ocultar lo culpable que se sentía.

—¡Devuélveme mi dinero! —le exigió tomándola de los hombros.

—¡Yo no te obligué a comprarla! Tú mismo viniste aquí por tus propios pies.