El Sacrificio

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"Los personajes y hechos relatados en esta historia son completamente ficticios. Cualquier parecido con personas verdaderas, vivas o muertas, o con hechos reales es pura coincidencia".

¡Que disfrutes la lectura!

Sinopsis

Jazz era una chica buena. Demasiado buena... Era amable, generosa, bondadosa y muy, muy pura. Demasiado pura... Y Jack quería eso. Anhelaba la pureza de Jazz, él deseaba con todo su ser arrebatársela, robársela y convertir a aquella angelical mujer en la ofrenda perfecta para el diablo.

Jazz sería el sacrificio que acabaría con el tormento de Jack. Y a él no le importaba el precio que tuviera que pagar.

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Jazz entró al comedor para indigentes de la iglesia y les sonrió a todos. Hoy traía montones de ropa para donar. Ella había sido bendecida con una familia adinerada y, siempre que podía, trataba de agradecérselo a Dios ayudando a los demás.

Ella era una habilidosa pianista y todos los ingresos que recibía en cada presentación que realizaba, iban a una fundación que ella misma había creado para personas de la calle a quienes ayudaba con ropa, comida, un lugar para dormir, medicinas, etc.

Pero, además de eso, Jazz era voluntaria del comedor para indigentes de la iglesia, siempre que podía ayudaba en el hogar de ancianos y, a los niños del orfanato, nunca les faltaba lo más indispensable gracias a ella y a sus contactos, a quienes se las pasaba pidiéndoles donativos. La vida de Jazz era buena y ella sabía agradecer.

­—¡Buenos días! —saludó ella, a quienes atendían el salón.

—¡Buenos días, Jazz! —la saludó Lourdes, mirándola con cariño. Era una señora mayor que daba su vida por la iglesia—. Veo que hoy traes donativos.

—Así es, Lourdes. Me puse a ordenar mi closet y terminé con este montón de ropa prácticamente nueva que ya no uso y decidí donarla.

—Es muy generoso de tu parte —dijo Maya, mirando con curiosidad la caja llena de ropa.

—Son para las personas de la calle —murmuró Lourdes, dándole un codazo a la joven Maya. Jazz sonrió restándole importancia y dejó la caja sobre la mesa. Observó a algunos indigentes sentados a las mesas esperando la comida del medio día y notó a un hombre que nunca había visto.

Él lucía joven, de no más de treinta años. Ocultaba la mitad de su rostro con su cabello y miraba a todos con desconfianza.

—¿Quién es él? —preguntó Jazz. Lourdes miró al chico que Jazz miraba y se encogió de hombros.

—No lo sabemos. Nunca lo habíamos visto.

—Simplemente llegó y se sentó ahí —murmuró Maya—. Es un poco aterrador.

—¡Maya! —la reprendió Lourdes—. Todos somos hijos del señor y merecemos respeto. —Maya la miró entre avergonzada y molesta—. Mejor ve y coloca estas calabazas en la entrada. —Esta obedeció de poca gana y se marchó.

­—No la regañes tanto —le pidió Jazz—. Es muy joven todavía para comprender algunas cosas. —Lourdes negó con la cabeza y comenzó a sacar la ropa que Jazz había traído—. Iré a hablar con él. Tal vez solo sea muy tímido.

—Adelante —dijo Lourdes—. Pero solo perderás el tiempo. Yo lo intenté y ni si quiera levantó el rostro. ­­—Jazz caminó hacia el misterioso hombre y se sentó en una silla frente a él.

Temporada De Halloween ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora