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- Vamos Mark, es hora de encontrarnos con los demás. - lo empujo aun riendo de manera graciosa.

Yuta es un poco impulsivo cuando se trata de beber, él había sido un general en el ejército japonés, en ese entonces Doyoung y yo viajábamos con quien nos convirtió, cuando en la guerra Yuta murió. Nuestro creador decía que las guerras eran un matadero del que aprovechar, asi que entre pólvora, cenizas y humo encontramos a Yuta agonizando, él se aferraba a la vida de manera admirable, cuando me acerque a él, me sujeto del pantalón con los dedos temblorosos y dijo.

- Sé que eres, no los dejes morir. - en una súplica temblorosa, las lágrimas corrían en su rostro con desesperación, pero solo él seguía con vida.

Él se unió a nosotros después de matar a quien destruyo a su batallón, cubierto de sangre y con los ojos llenos de ira busco refugio con este grupo, con los brazos abiertos lo aceptamos y cuidamos hasta que logro controlar su temperamento. Tiempo después conocimos a Mark, era un escritor joven que trabajaba para un periódico, se había metido con las personas equivocadas y terminando con demasiados enemigos, por eso fue mandado a asesinar. Su sangre estaba derramada por el pavimento, era una noche lluviosa y las luces de las calles apenas y alumbraban su cuerpo, cunado Yuta lo vio, por alguna razón pensó que sería bueno traerlo, nunca hablamos de eso, solo lo convirtió y cuido.

De mi creador no era muy grato hablar solo puedo describirlo como un hijo de puta narcisista al que tuvimos que matar, el sin nombre, fue la peor de mis decisiones. Un terrible recuerdo que prefería no pronunciar.

Yuta hecha todo a perder.

Simple y conciso, sin más ni menos, el idiota había perdido el control de su sed y había casi matado a una chica en aquella fiesta, eso ocasiono que sus amigas histéricas llamaran a emergencias, ahora debíamos preocuparnos por la mordida en su cuello, pues al verla los alertaría y comenzarían una cacería.

- ¡cállense maldita sea! - grita yuta con las manos en el cabello. - fue un accidente, ya sé que tenemos reglas, no hay nada más que hacer. - se deja caer sobre un sillón.

- ¿y qué? ¿eso es todo? - dice Doyoung molesto con los brazos cruzados sobre el pecho y viéndole mal. - piensa un poco estúpido, si levantamos sospechas no tardaran en encontrarnos, esto va a terminar en tragedia. - me mira esperando mi apoyo.

- Tienes razón, Yuta, pusiste en riesgo a todos, ¿Qué fue lo que sucedió? - me acerco a él quedando frente al sillón donde está, me mira amenazante.

- No lo sé, simplemente no pude detenerme, asi que eso fue todo, la mordí y casi se muere. Era débil. - se encoge de hombros.

- Esto nos va a costar caro si se sale de control. - ruedo los ojos girándome a Doyoung. – temprano iremos tu y yo al hospital, debe estar internada, usemos el control mental sobre su madre o quien este a su cargo, luego hablemos con el médico, hagamos que elimine la mordida del expediente, asi evitaremos que esto sea una masacre. – le explico, él asiente. - ¿sabes siquiera como se llama? - Yuta me mira con desagrado, después niega. Me muerdo el interior de la mejilla frustrado.

- ¡yo lo sé! - grita Haechan agitando la mano en el aire. -su nombre era Yerim, esas chicas alteradas gritaban su nombre cuando la encontraron inconsciente. – le palme la cabeza.

- Bien, entonces ya está dicho. Iremos mañana, mientras tanto, Yuta no puede salir un tiempo de casa. – sentencio mirándolo con advertencia.

Rueda los ojos y sin decir nada se levanta dejando nuestra reunión. Todos nos miramos extrañados. Siempre ha sido el más temperamental asi que sus arrebatos se lo adjudicamos a eso, sin decir más cada uno vuelve a sus actividades. Yo subo a mi recamara a meditar un rato, cuando eres un vampiro te vuelves algo violento e iracundo, asi que mantener esos dos rasgos a margen requiere de una paz trabajada. Aunque en esta casa es bastante imposible, con el piano de Haechan al fondo o la televisión de Doyung a todo volumen.

SEDIENTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora