Parte 8

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Permanecieron así durante más de una hora. Abrazados. Sollozando.

Poco después, se separaron y miraron a los ojos. Ambos habían estado asustados pero, el estar con el otro, les había tranquilizado y sonreían.

- ... No quiero arruinar el momento pero... - su cabeza se acercó centímetros, curioso - ¿Qué pasó el otro día?

- ... ¿El otro día? - su sonrisa se rompió y la sustituyó por un ceño fruncido.

- Sí, has estado inconsciente cuatro días...

¡¿Qué?! ¡¿Cuatro días?! ¿Cómo era posible?... ¿Sensei se habrá enterado de que estuvo... Así? Miró a las máquinas que le habían mantenido con vida y se lo agradeció mentalmente. Sus miradas volvieron a conectarse al escucharle. Parecía que le hubiera leído el pensamiento.

- No te preocupes, nos las hemos arreglado para que no se entere de nada. Aunque Mikey casi nos descubre varias veces... - giró su cabeza hacia la puerta, con una mueca de fastidio.

No pudo evitar reírse, contagiándole la risa al hermano menor. Duró poco pero habían necesitado ese momento de relax y felicidad entre todo lo que les rodeaba.

- ... ¿Y bien? - volvió a la carga - Cuenta.

- ... No te vas a rendir, ¿no?

- No - sonrió enseñando los dientes.

Suspiró. No le quedó otra que contarle lo que había sucedido. Le escuchaba con atención y sin hacer comentarios. Raro en su persona.

De todas maneras, le explicó todos los detalles que recordaba. Lo intentaba tan fuerte, que tuvo que tumbarse por los dolores de cabeza que le daban.

Sus ojos se alternaban entre su hermano y el techo, cambiando cada dos por tres. Sus labios se movían rápidamente, exprimiendo cada gota que sabía. Su mano izquierda estaba puesta en su frente, formando un puente con el brazo. No sabía por qué pero sus piernas las tenía encogidas, haciendo leves arcos también, y separadas un poco entre sí.

Cuando el mayor terminó la explicación, Raphael empezó a asentir suavemente. No sabía por qué...

- Ya veo... Y, oye, ¿te puedo preguntar dos cosas?

¿Qué iba a decir?

- Sí, claro - camufló su nerviosismo.

- ¿Qué signica Renji?

- ¿Huh? ¿D-de qué hablas? 

No recordaba nada de lo que había dicho. ¿Renji? No le sonaba de nada, ninguna imagen llegó a su mente. Las de la pesadilla que tuvo se lo impedían.

- ¿No te acuerdas? Lo nombraste cuando despertaste en el Shellraiser...

Buscó otra vez. Recordó haberlo hecho en el vehículo, junto a sus hermanos... Mikey y Donnie... ¿Dónde estaban? ¿Les habían pasado algo?

- ... ¿Y Mikey y Donnie? - susurró con una voz ronca en vez de responder.

- Tranquilo, están durmiendo. Hoy me tocaba vigilarte de nuevo - rió.

¿Era de noche? Eso creía, la alcantarilla estaba demasiado oscura como para que fuera sólo un día nublado. ¿Se hacían turnos para cuidarle? Qué buenos hermanos le habían tocado...

- Sí... Claro... - rió nerviosamente el líder - ... ¿Querías decirme otra cosa? 

Cambió el tema incómodo para él, extrañado de su reacción, y frunció el ceño.

- Mmm, cómo te lo digo... Ah, sí... - señaló con las palmas hacia arriba la parte superior de sus piernas, un poco mosqueado y muerto de curiosidad - ¡¡¡¿Por qué narices tienes una cola?!!!

Se había olvidado por completo de ella. Miró hacia abajo y la encontró reposando en la cama. Se concentró, con los ojos cerrados, e intentó moverla con éxito. Saludó a su hermano y la agitó suavemente. Rió al ver la cara del menor un poco asustada, la cual cambió a enfadada en un instante. Intentó pegarle pero se protegió poniendo los brazos en cruz.

- No puedes hacerme nada porque estoy herido - dijo en un tono juguetón y rió, haciéndolo aún más rojo.

- Bueno, para ya, ¿no crees? - se cruzó de brazos, intentando recuperar su dignidad en los suelos.

- No - reí y seguí jugando con ella - . Es graciosa y chiquitina... Linda, ¿no te parece?

La cara de Raph se hinchó, haciendo una mueca de indignación y estupefacción ¿Cómo podía gustarle algo de su cuerpo sin saber por qué lo tenía? Era asqueroso y espeluznante...

- Sí, sí, sí, lo que tú digas, Lelo-nardo.

- No me llames así - paró de hacerlo y su cara se volvió seria.

Tras unos minutos mirándose mal, el menor se abalanzó encima suyo y empezó a manosearle.

- R-Raph... Para... - farfulló entre carcajadas - Sabes que tengo muchas cosquillas...

Sus risas llenaron el silencio. Cinco minutos... Diez... Quince... Veinte... Pasaban como segundos.

Además de hacerle cosquillas, le pellizcaba suavemente. Los muslos. El pie si lo cogía, ya que pataleaba intentando liberarse. El cuello.

Iba a hacerlo en la mano izquierda pero, con un movimiento rápido, se movió y le pellizcó en el antebrazo. Paró, asustado, al oír a Leo gritar.

El líder no había sentido un dolor igual en la vida. Quizás cuando recibió la mordida. Quizás...

Su piel empezó a arderle como si estuviera recibiendo un río de lava. Y sus ojos también. Y su nueva amiguita... Era horroroso.

Empezó a verlo todo borroso. Vio a su hermano colorearse poco a poco en tonos amarillentos, apartándose de él y tratando de cogerle, preocupado y muy asustado. El color que tintaba su vista se volvía más opaco poco a poco.N-no podía ser que...

- R... Raph... Ayuda... - susurró con un hilo de voz y buscó, desesperado y sin fuerzas, las manos de su hermano.

Raphael las agarró firmemente, sin soltarlas ni un instante. En todo el proceso, Leonardo no pudo ver nada. Sólo aquel torturante amarillo fuego.

- Leo. ¡Leo! ¿Me oyes? Todo va a salir bien - afirmó la voz grave delante suyo.

Trató de dirigir la cabeza hacia su hermano y asintió, dando una media sonrisa. Oyó la puerta abrirse en silencio y pasos. Rápidos. Cortos. Largos. A distinto ritmo. Eran dos personas.

El de la bandana roja le aflojó un poco las manos. Leonardo lo sintió.

- Raphael... - sintió que llamó su atención - ¿Quiénes acaban de entrar? - preguntó aunque conocía la respuesta.

Bad Blood [CANCELADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora