Parte 11

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Los cuatro hermanos dieron un pequeño salto, notablemente asustados, y le sonrieron. Para disimular, Raphael se levantó con su plato vacío y se dirigió hacia el fregadero, situado detrás del pequeño y el líder, un poco más alejado de la mesa. Un sudor frío bajó por sus caparazones. Estaban perdidos. Habría que contárselo todo. Desde la entrada al edificio hasta la estancia en el laboratorio... A no ser que disimularan y fuera tan creíble que no se enterara. A lo mejor, con suerte, funcionaba... Sí... habría que probarlo.

 - ¡Ho-hola, Sensei! - Leo parecía tranquilo con su sonrisa, pero las gotas que bajaban por sus sienes eran levemente visibles.

 - ¡Buenos días! - Mikey sonreía de oreja a oreja, como siempre.

El sensei les saludó y se sentó en el sitio que había dejado libre la tortuga de bandana roja. Observó detenidamente a sus hijos. Parecía registrar sus almas de uno en uno. Paró en el herido. Miró su brazo izquierdo, el cual había tratado de esconder con un gesto anterior, pero seguía a la vista.

 - ¿Qué te ha pasado, Leonardo? - señaló con el mentón hacia el hombro herido.

Inmediatamente, la mirada nerviosa de Leo bajó hasta allí. Para su suerte, no había sangrado ni nada parecido pero, al parecer, cuando sus ojos apuntaron a la mordida, empezó a quemar suavemente. Parecía que estuviera tratando de decirle: " Nótame. No me olvides. Recuérdame". 

Mordió su labio inferior una milésima de segundo y volvió a mirar a su padre. Sonrió, olvidándose de que existía.

 - Oh, ¿esto? No fue nada, sólo fue una pelea - le restó importancia a aquella marca que le acompañaría por el resto de su vida - . Salió un poco mal, ¿sabe? Pero ya está todo arreglado, no se preocupe - su credibilidad estaba cayendo en picado.

La rata mutante se acarició la barba con una mano, elevando un poco una de sus cejas. Le costaba trabajo creerle.

Leo rió nerviosamente. Por desgracia, lo notó y le observó más. Sabía lo que estaba haciendo. Trataba que cayera, que le contara lo que había pasado. El líder mostró un signo de debilidad. Antes de que fuera a peor, echó una mirada fugaz a Donatello. 

 - Eh, Sensei... - se miraron. Había entendido el mensaje - Verá, ¿se acuerda de que últimamente ha habido una gran actividad de los Kraang? Pues ha sido que...

Empezó a explicarle cosas complicadas que no tenían sentido pero, de alguna forma, guardaban algún tipo de relación. Cautivó la atención de Splinter y de Mikey. El de azul suspiró en silencio. Le había salvado la vida. Más tarde se lo agradecería.

Aprovechó y reflexionó sobre todos los datos que tenía. Hacía cuatro días... Parecía un milagro que el Sensei no se hubiera dado cuenta de nada. Cuatro días antes habían ido a parar a los Kraang con lo que sea que estuvieran planeando. En su lugar, encontró una celda con un mutante, o alienígena, o lo que fuera, y le siguió. Era un sitio oscuro lleno de cajas y un espejo... Salió de las sombras, le atacó y le mordió en el hombro, el cual casi arranca. Se desangra, se mira al cristal y... Ahí empieza su laguna de memoria. No recordaba nada de haber despertado en el vehículo ni nada después... Hasta que despertó en la madrugada del día anterior. Aquellos momentos en los que se había quedado ciego temporalmente fueron... horrorosos. Casi una pesadilla. Como la que había tenido cuando estaba inconsciente. Aquellas imágenes no salían de su cabeza. No querían.

Miró a Donnie, todavía explicando. En su lugar, lo vio recostado en la pared, con el cuello blanco y sin fuerzas. Sus pupilas no existían. El sudor frío empezó a invadir su cuerpo de nuevo. Su respiración se aceleró.

Apartó los ojos. Fueron a parar hacia su maestro. Otra vez la escena de las hojas atravesando su cuello. Otra vez el rostro vacío. Apoyó su codo en la mesa y se sujetó la cabeza. Poco a poco, sintió que se resbalaba por el líquido. Su expresión palideció.

En un acto desesperado, su mirada fue hasta el menor. La imagen de su muerte volvió como una visión. Estaba en el suelo, con su katana clavada en el lugar del corazón. Debía admitir que fue un tajo perfecto.

Reflexionó un momento, aterrorizado. Había visto la muerte de todos sus seres queridos pero... no la suya propia... ¿Q-Qué quería decir aquella pesadilla...? ¿A-acaso le estaba diciendo que... el asesino de todos ellos era... él? N-no podía ser... ¿O... O sí? No aparecía en ninguna escena... Donnie parecía estrangulado por alguien más ... bajo en estatura que él, y Mikey... Una estocada así sólo podía hacerla alguien con muchos años de experiencia con esas armas y más alto que él... Los cortes de Raph eran demasiado limpios, el asesino... No... El psicópata que lo había matado había entrenado toda su vida y parecía saber todos sus puntos débiles. E-el único sospechoso que quedaba era... él... Leonardo Hamato, hermano de los fallecidos, hijo del acuchillado y amigo de la caída fue... El que perdió la cordura y asesinó a sangre fría a su familia.

Sus ojos se empañaron y sus pupilas se hicieron diminutas al llegar a esa conclusión. Su rostro era más pálido que una hoja de papel. Sentía ganas de vomitar. No podía creer lo que había hecho. No, era un sueño. Una pesadilla. Pero parecía tan real que costaba creerlo. 

Un dolor le hizo volver a la realidad. Alguien le había pellizcado su nueva pequeña amiga. Fue como si la hubieran pinchado desde todos los lados. En realidad, la habían agarrado y tirado hacia fuera con un movimiento rápido y brusco.

Un escalofrío recorrió su cuerpo de arriba a abajo violentamente. El blanco de su cara se coloreó de rojo. Dio un pequeño salto y un leve y agudo gemido. Sus ojos se abrieron como platos, aún con sus pupilas pequeñas. Y todo eso, en menos de tres segundos. 

Rápidamente, se giró hacia el culpable. Descubrió a su hermano de la bandana roja apoyando un pie en las estanterías que había debajo de la encimera. Unos de sus brazos sujetaba el vaso de zumo de naranja que el menor había preparado ese día, mientras que la otra mano estaba en la parte anterior del codo contrario. Ocultaba su risa con el cristal mientras hacía que bebía.

Leo le habría gritado que cuál era su problema y le habría pegado si su padre no estuviera presente ni hubiera visto la escena dolorosa de la muerte. Sus miembros desaparecidos, rotos y separados. Su expresión se quebró y su rostro volvió a perder el color. Se sintió impotente, empezó a temblar levemente.

La sonrisa de Raphael desapareció. Notó que algo malo había pasado. Reaccionó rápido para que el maestro no se diera cuenta. Llevó la mano que no estaba ocupada a la frente de Leo e hizo una mueca.

 - Tiene fiebre. Lo llevaré a su cuarto - dejó el vaso y le obligó a colocar su brazo herido por las hombros del menor, mientras éste le rodeaba con la mano contraria.

La sintió bajar por su caparazón hasta la parte inferior. Nervioso, se dio cuenta de que la había detenido en la parte de su cola. Se sonrojó totalmente cuando la notó agarrar ese lugar y empujar suave pero sin rendirse a su amiguita. Sujetó la mano del líder que le rodeaba los hombros con firmeza.

Al levantar la vista, se dio cuenta de que los ojos de todos se posaban en él, lo cual le hizo ruborizar un poco más. Prefirió no mirarles de nuevo a la cara, no quería volver a ver aquellas espantosas visiones.

 - Hijo mío, ¿estás bien? - la expresión de Splinter parecía realmente preocupada.

Giró un poco la cabeza. Observó la media sonrisa cercana de su hermano. Su boca estaba a escasos centímetros. 

 - ¿Era necesaria la mano ahí? - murmuró con un hilo de voz. Esperaba que lo hubiera oído.

Para los otros sólo había movido los labios tres segundos. El de rojo sonrió un poco más amplio. Lo único que distinguió de la sonrisa fueron sus dientes, los cuales le hicieron imitarle.

 - Sí, sí que lo era - susurró.

Caminó al lado de la mesa, bordeando a la preocupada familia. Leonardo se dejó llevar por él, casi sin fuerzas. Salieron de la cocina, rumbo a su habitación.

- Qué mentiroso eres...

- Anda, calla - dijo tras una leve risa - . Me debes una. Grande.

 - Y que lo digas - resopló, resignado - ... Gracias.

Sonrió, contagiándoselo.

 - Para eso están los hermanos.

Bad Blood [CANCELADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora