Emmanuel García
Una semana había pasado desde mi último encuentro con Kiriat, ese en el que me pedía perdón. Desde entonces había intentado acercarse a mí de manera muy torpe, como jamás pensé verla; me compraba pequeños detalles como papitas y chocolates —los cuales odiaba—, pero lo que contaba era la intención. En verdad se estaba esforzando, incluso volvió a su color natural de cabello, lo cual hacía que la sintiera más... Ella.
Había sido una semana tranquila a pesar de las circunstancias, incluso pude hablar con Eileen por más de veinte minutos, lo cual era un avance para los dos. Me contó un poco sobre su relación con Alessandro y aunque fue un poco incómodo hablar del tema, no dejaba de alegrarme porque se escuchaba feliz cuando me hablaba de lo que había sucedido con Alessandro en el tiempo trascurrido. Alessandro le hacía bien, por más que ella se empeñara en ocultarlo.
Por mi parte, le conté lo sucedido con Kiriat y me riñó con el discurso de que todos merecemos segundas oportunidades; en el momento en el que me lo dijo solo la ignoré y con palabras muy descriptivas le dije que me valían una mierda las segundas oportunidades, sin embargo, con el pasar de los días empecé a reconsiderar un poco más mis palabras.
Fue tanto que lo reconsideré, que ahora me encontraba caminando con paso seguro hacia el lugar en dónde más tiempo pasaba Kiriat: la terraza de la facultad. Estaba a unos cuantos metros de llegar, hasta que me detuve en seco ¿por qué iba hacía ella cuando debe ser al revés? Por nada del mundo iba a dejar que mi orgullo se fuera a la basura, así que con la misma decisión con la que caminé hacía el lugar, me di la vuelta, totalmente dispuesto a esperar a que Kiriat me buscara. Sin embargo; la suerte no estuvo de mi lado en esta ocasión, porque una vez me di la vuelta la mirada azulada de Kiriat se topó con la mía.
—¿Emmanuel? —Su ceño se frunció en confusión y yo sonreí nervioso. ¿Qué se supone que diga ahora?
—Ehh —Rasqué mi nuca, buscando una explicación lógica del por qué me encontraba ahí, tan cerca de la terraza—. Yo... Venía a ver el campus desde aquí, ya sabes lo que dicen, las mejores vistas son las que te dan las terrazas.
¿Quién carajos dice eso? ¿Por qué carajos estaba nervioso? Lucía patético y ese papel solo le pertenecía a Eileen. Pasé una de mis manos por mi cabello al ver que Kiriat no respondía nada y con la mayor de las disposiciones comencé a caminar con el objetivo de alejarme de la rubia, sin embargo, antes de poder dar dos pasos, esta habló:
—Sí, Emmanuel, luces patético. ¿Me has perdonado finalmente? —Se cruza de brazos y noto como un atisbo de sonrisa aparece en su rostro. ¡La muy traidora se está burlando de mí!
—Dejémonos de lado las cursilerías y vamos a clase, no veo la hora de poder burlarme de algún maestro contigo. —Le extiendo mi mano y noto como ella sonríe abiertamente.
—Yo también te extrañé, idiota. —Saca su lengua y luego toma mi mano para juntos caminar hacía el aula de clases, casi como los viejos tiempos.
[...]
¿Había dicho ya que últimamente las clases eran una total tortura? Al inicio del hermoso semestre, todo parecía color de rosas, sin embargo, una vez fui avanzando todo empezó a tener más complejidad. Y sí, cada vez odiaba mucho más cálculo diferencial.
Kiriat solo se burlaba de mí y me restregaba como a ella sí le daban sus resultados a la hora de resolver derivadas y otra clase de problemas de cálculo. Más de una vez me cuestioné por qué carajos decidí adelantar un semestre y no disfrutar mi último año de escuela, sigo buscando una respuesta para esa pregunta.
—Cuando vuelvas quiero que conozcas a Chloe, es una pequeña bastante peculiar, además mi única amiga de quimioterapia. De hecho, es bastante triste que mi única amiga de quimioterapia sea una niña de ocho años. Ahora que lo pienso tengo muy pocos amigos, ¿será por lo genial que soy? —Me encontraba en la terraza del campus hablando con Calwell, o bueno, ella estaba hablando conmigo porque desde que iniciamos la llamada apenas y he podido pronunciar tres palabras, ya que la castaña solo hablaba de todo lo que le había sucedido en la semana, se escuchaba bastante animada y no sería tan malo como para interrumpirla.
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NO SEAS OTRO ERROR [EN EDICIÓN]
Teen FictionEileen Calwell había dedicado gran parte de su vida a ser una chica aplicada, incluso aprendió a vivir en la monotonía para no arruinar todo aquello que se había empeñado en construir durante años. Pero, todo esto cambia cuando una enfermedad se atr...