Tenía la cabeza revuelta de pensamientos y podría asegurar que si mi cerebro tuviera estómago hubiera vomitado hace tiempo.
Aiala estaba acurrucada en el pecho de Alessandro mientras lloraba incontrolablemente, tenía su cabello enmarañado y el jean que antes era blanco había tomado el color café verdoso del pasto. Los chicos y yo intentábamos calmarla pero no daban resultado nuestros intentos, Aiala estaba bastante devastada.
Podía recordar perfectamente su llamada en la mañana diciéndome que todo había salido mal con sus padres y que me necesitaba más que nunca, no dude en citarla en el parque junto con los chicos a penas saliéramos de clases para hablar todo con más calma, pero era evidente que la calma era lo que menos estaba presente.
—Déjame ver si entendí, le dijiste a tus padres sobre tu homosexualidad esta mañana antes de ir al instituto ¿Verdad?— Interroga Alessandro y recibe un pequeño asentimiento de cabeza por parte de Aiala. En cierta parte supe que era mejor que les hubiera dicho en la mañana a como habíamos acordado, al menos no tenía que soportar tanta incomodidad de su casa por tanto tiempo.
—Entonces ellos reaccionaron bastante mal y empezaron a discutir entre ellos y contigo ¿Si?— Vuelve a preguntar Alessandro y esta vez me permito interrumpir para no incomodar más a mi amiga.
—Vale, ya está más que claro que entendiste. Ahora deja de interrogarla— Escupo con disgusto y Alessandro levanta sus manos en señal de rendición.
Dirijo mi mirada hacia Emmanuel quien tiene la mirada perdida, como pensando en todo y en nada a la vez. Sonrío a medias al verlo de esa manera, su perfil era demasiado perfecto para ser real, tuve la pequeña tentación de poner mi mano en su mejilla y luego pasar mis dedos por sus pecas pero me retuve debido a que no era el momento.
Anoche todo había sido un poco raro y hermoso a la vez, después de nuestro abrazo solo conversamos unos minutos ya que no debía hacer molestar mas a mi mamá y él lo entendía. Acordamos que todo estaba bien entre nosotros y se fue dejando un beso en mi mejilla como hacíamos siempre que nos despediamos. Aún no podía confesarle nada porque no tenía certeza de que Aiala hubiera cumplido su palabra, así que decidí esperar.
El resto de la noche transcurrió normal hasta que en la mañana recibí la llamada de Aiala llorando, en el instituto no le pregunté nada sobre el tema, ella estuvo callada la mayor parte del día hasta que llegó la hora de encontrarnos con los chicos y en ese momento si se derrumbó por completo.
—No puedo quedarme en mi casa, al menos hasta que las cosas no se solucionen. Me quedó clara la decepción que sintieron mis padres al contarles todo— Musitó Aiala entre sollozos.
Me sentía mal por ella, incluso me arrepentí de haberla presionado para que hablara con sus padres. Debía esperar hasta que Aiala estuviera segura y no forzar sus decisiones; pero era Eileen Calwell, siempre que podía arruinar las cosas, lo hacía.
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NO SEAS OTRO ERROR [EN EDICIÓN]
JugendliteraturEileen Calwell había dedicado gran parte de su vida a ser una chica aplicada, incluso aprendió a vivir en la monotonía para no arruinar todo aquello que se había empeñado en construir durante años. Pero, todo esto cambia cuando una enfermedad se atr...