Capitulo 5

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El llanto había sido mi mejor compañía estos días y lo peor de todo es que se sentía tan bien, luego de años reprimiendo mis emociones; llorar se sentía mucho mejor y probablemente ahora me convertiré en una llorona, pero no me complicaba en lo absoluto.

Volví al café con la mirada angustiada de Maddie en mi persona, le entregué una sonrisa tranquilizadora y de paso, me la entregaba a mi misma. No podía haber esperado otra reacción de Gina, tuve que haberlo pensado antes, así ella hubiese estado mejor si no hubiese visto.

Sentía un poco de palpitación ardiente en mi mejilla, pero no iba a decir que fue inesperado; la cachetada fue dolorosa y quizás se lo tenía guardado de hace mucho tiempo. No me la merecía, mis intenciones jamás fueron lastimarla a ella, ella solo era una secuela que al parecer terminó más destruida que su ex novio, pero no iba a recriminarla por golpearme, ni siquiera acusarla, no iba a derrumbarla aún más.

Miré mi pie de limón y arrugué mi nariz, las gotas de agua en mi mejilla ya se estaban secando aunque no podía evitar sollozar de vez en cuando. ¿Qué esperaba? Eso era exactamente lo que iba a pasar si regresaba, y aunque hace unas horas parecía lo peor que había hecho, ahora no estaba tan arrepentida.

—¿Faith?— una voz melosa me sacó de mis pensamientos. Me sobresalté al escuchar nuevamente el nombre que tanto odiaba, levanté mi cabeza pero no encontré a nadie frente a mi, así que lo segundo que hice fue girar mi cabeza para mirar hacia atrás.

Mi mañana no pudo haber marchado peor.

—Peyton.—tragué duramente parándome de la silla para quedar frente a ella. Peyton tenía la cabeza ladeada y me miraba casi como si hubiese visto un fantasma, pero no veía odio en su expresión, no como la cara de Gina, sino nada más que sorpresa.

Me limpié el sudor de mis manos en mi pantalón.

—Es... es un alivio verte bien, muchacha.— soltó asombrándome. Una sonrisa se expandió por sus labios, ella se veía igual que como la última vez, no había cambiado nada. Se acercó a mi y tomó de mi mano, observé como sus ojos comenzaron a brillar y a aguarse.

—Uhm... gracias.— titubeé observando nuestras manos.— ¿Usted como ha estado?— pregunté con interés.

—Sobreviviendo, supongo.— rió sin gracia.— ¿Podemos hablar?— inquirió mirando la silla que se encontraba frente a mi puesto. Asentí de inmediato, invitándola a sentarse.

Ella soltó mi mano y se sentó con lentitud, dejando su cartera por encima de la mesa.

—¿De que... de qué le gustaría hablar?— puse mis manos encima de mi regazo y comencé a jugar con mis dedos, sabía cual iba a ser el tema de conversación y definitivamente quería evitarlo, aunque eso parece imposible.

—Pues... Tu sabes de qué...— dijo en un suspiro, agachando la mirada. Vi como sus manos temblaban, estaba siendo fuerte.

Tragué duramente, no se lo iba a negar, si Peyton quería hablar de su hijo no iba a detenerla.

—Lo siento mucho, Faith.— comentó, yo fruncí el ceño— Quise contactarme contigo hace un tiempo pero nadie sabía de ti.— sus labios temblaron y una lágrima descendió por su mejilla. No tardé en agarrar sus manos entre las mías así dándole algo de tranquilidad.

En comparación de Gina, ella tenía más derecho a odiar verme. En cambio, Peyton estaba siendo muy compasiva y era de admirar, estábamos hablando de su hijo, no de su pareja.

—No pida perdón, yo he estado muy bien.— tranquilicé— Usted es la que me preocupa.

Negó con la cabeza y apretó los labios. Observé sus facciones, realmente no podía asociarla con Harry, nada de ella me recordaba a él físicamente, puedo deducir que quizás ella es su madrastra y Edward es el padre biológico, tal vez es por eso que Harry me dijo en algún momento que era adoptado, era más evidente que no se llevaba bien con su padre, en cambio, a Peyton la adoraba.

Rebecca |2 libro|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora