Lo miré con un sin fin de emociones recorriéndome el cuerpo, entre ellas, la que más destacaba era la culpa. Después de que le dejé de responder los mensajes y las llamadas a pesar de que él se esmeraba en saber de mi al menos dos veces por semana, era obvio que no podía tener el descaro de mirarlo a la cara ni de saludarlo como realmente hubiese querido hacerlo.
Llevaba su uniforme policial muy bien puesto, se había mantenido en su masa muscular y su rostro seguía igual que siempre. Tal y como lo vi la última vez.
Su mirada se alternó entre los ojos de Maddie y los míos, casi sin poder creer lo que estaba pasando, actuando totalmente desconcertado.
Vamos, solo había pasado un año.
—Ehmm, hola...— musitó. Le di una pequeña sonrisa que no llegó a alcanzar mis ojos, el momento estaba siendo extremadamente incómodo para ambos y sobre todo para mi. — ¿Cómo...cómo estás?— intentó sonreír pero salió más una mueca de desazón.
—Bien, gracias.— dije con media sonrisa. Le tendí la mano para poder saludarlo, él la observó por unos segundos para luego tomarla con cierta inseguridad.
Su vista viajó hacia mis equipaje.
—Oh ¿Estás de vuelta?— preguntó señalando las maletas.
—No, no. Vine por un tiempo nada más, me iré lo antes posible de aquí.— asentí con la cabeza con una pequeña risa incómoda entremedio. Él formuló un pequeño "Ah" y asintió con la cabeza, comprendiendo.
—Bien, entonces... Suerte.— finalizó aplastando sus labios en una línea recta.— Maddie, se echó a perder la secadora de manos del baño.— se dirigió a la dueña del local ahora. —Si quieres puedo pedirle a Peterson que venga a echarte una mano con eso en la tarde, ya sabes lo multifacético que es.— le ofreció.
—Muchas gracias, hijo.— le dio una sonrisa.
—De nada, hermosa. Nos vemos pronto— la tomó la cabeza y le depositó un sonoro beso en la frente.— Adiós, Rebecca.— levantó ambas cejas en forma de despido y me esquivó, me hice a un lado para permitirle pasar y me giré para ver como se marchaba de la cafetería.
Entendía que estuviese molesto, completamente. Me lo merecía, había sido una mala compañera, amiga, persona o lo que fuese me considerase. No obstante, si fuese por mi yo no hubiese vuelto a Boston y con eso, no lo hubiese visto ni sabido de él en lo que me restase de vida.
Aun así, verlo de nuevo se sentía bien.
A pesar de todo lo que ocurrió con nosotros aquel último tiempo, gracias a él sigo viva.
—Maddie, ¿Puedo...— apreté mi labio inferior mirándola con desentendimiento, apuntando hacia la puerta.
—Ve, aquí le pediré a uno de mis meseros que te resguarde tus cosas.— me dijo acariciándome el hombro. Le di una sonrisa de agradecimiento y no tardé en correr hacia la salida obteniendo todo el aire frío de Boston en mi piel con brusquedad.
Giré mi cabeza hacia ambos lados de la vereda intentando ver hacia donde se había ido mi ex compañero. Entrecerré mis ojos tratando de focalizar mejor desde lejos hasta que di con su espalda, no tardé en mover mis pies con rapidez y poder alcanzarlo.
No sabía qué le iba a decir, quizás pedirle perdón sería una buena opción. No planeaba volver a tener una buena relación con el, no cuando se que tengo a una persona asechándome en esta ciudad, no podría permitir que él se preocupase más de lo que ya lo había hecho por mi en cinco años. Además, volvería a Inglaterra lo antes posible y cuando eso suceda, probablemente volvería a repetir el dejarle de hablar, así que es preferible las cosas se queden así.

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Rebecca |2 libro|
Fiksi PenggemarEl perro es fiel a su dueño hasta que le dan una buena comida y un techo para cubrirse del mal clima. Ya no tienes que fingir ser su perro, pero tienes que vivir con el recuerdo de que algún día quisiste serlo. SECUELA DE HARRY. Te recomiendo pasa...