[Día 29: Cuidados]

292 33 0
                                    

A Victoria la despertó un sonido: Llanto.

Pero era un llanto que le sacudía el corazón por saber a quién pertenecía.

Encontró a Elinor con una bata sentada en el sofá con la luz apagada; a veces que sus ojos aun le dieran visión en la oscuridad era beneficioso aunque la imagen no fuera del todo clara.

—Ely— dijo la rubia, sorprendiendo a la pelinegra

—Vicky... No, no te oí despertar— dijo ella quitándose una lágrima

Vicky pasó a encender una de las lámparas de mesa y se sentó junto a ella.

—¿Qué pasa? Si es mi culpa, dejame decirte que lo siento— mencionó la rubia, aunque ante ese comentario la pelinegra solo soltó una sonrisa

—Como quisiera poder decirte que lo que me duele es mi cuerpo— mencionó

—¿Y qué es entonces?

Elinor esperaba que pudiera decirlo en un momento con más calma, pero francamente, quizás no encontraría otro escenario en donde sintiera su corazón al aire como lo hacía en ese momento

—No soy buena para ti Vicky, y quizás fui egoísta en no verlo antes— mencionó

—¿Que no eres buena? Ely, jamás en mi vida volví a conocer a alguien con quien pudiera ser realmente yo misma, con quien no tuviera que jugar el papel de la Alpha perfecta y que con ello acelerara mi corazón como lo haces tú. No entiendo, si estoy haciendo algo mal por favor dímelo

—¡No eres tú, soy yo!— dijo finalmente —Puede que yo me sienta bien contigo a mi lado, pero no puedo dejar que sigas desperdiciando tus buenos genes en mí. Yo... Hay algo que no te he dicho

Elinor procedió a contarle su historia, de cómo años y años de pastillas para inhibir sus instintos habían descompuesto su útero, haciéndolo incapaz de llevar una vida dentro sin importar quien hiciera el intento de ponerla ahí.

Victoria solo observó a su Omega llorar, aunque fue solo un momento antes de abrazarla. Sabía de esa antigua creencia del instinto Alpha tenía a su Omega llorando, de que su instinto le marcaba como objetivo el dejar descendencia buena en el mundo... Y la maldecía con cada nervio de su ser.

—Jamás me importó realmente... Hasta que llegaste, y ahora daría lo que fuera por poder ser la madre de tus cachorros algún día— mencionó Elinor inundada por las emociones que la recorrian

—Cariño, no te elegí porque olieras a fertilidad. Lo hice por el simple hecho de que te amo; si puedes o no tenerlos, no me habría importado— le dijo intentando consolarla

—Quisiera poder darte una bella familia

La Alpha separó a la Omega de ella, la miró a la cara y le quitó una lágrima de la mejilla. Con una idea en mente corrió de regreso a la habitación y regresó con algo escondido detrás de su espalda.

—Elinor Avis— dijo con una voz calmada. De detrás de su espalda, Victoria sacó lo que había ido a buscar —Si tu aceptas, quiero que esto no solo sea un regalo, sino una promesa de que te haré mi familia ante los ojos del mundo, aunque para mí ya seas la más bella que pudiera tener.

Victoria no tenía planeado hacer eso... No en ese momento al menos. Aquel era solo un anillo suyo que descansaba en el joyero esperando el momento en que Victoria se diera cuenta de que estaba ahí. Ese era el día, y asintiendo de manera rápida Elinor aceptó con gran felicidad, Victoria le colocó el anillo en el dedo y procedió a darle un beso que terminó por enterrar los temores de la Omega.

—Dicen que si juntas a dos personas con el mismo deseo se pueden lograr cosas hermosas— dijo Elinor

—Sin importar el tiempo que tome, tendremos un bebé

De Regreso a Casa | #Omegacember2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora