[Día 16: Gruñido]

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Era día de hacer el supermercado. Algo rutinario para ambas que se convirtió en algo casi mágico haciéndolo juntas.

—Pasta, pollo, salsa de tomate, arroz, hilo dental... Helado de chocolate— enlistaba Elinor mirando el papel que tenía en la mano

—Estoy segura de que no escribimos "Helado de chocolate"— le contestó Victoria

—No no no, en serio está aquí— mencionó con una risilla escondiendo su cara en la hoja

De pronto, algo hace a Victoria detenerse y a Elinor chocar con ella.

—¿Sabes qué? Creo que en la lista dice algo de jabones, deberían de estar...— dijo Victoria intentando darle la vuelta a su carrito

—¿Victoria?— se escuchó la voz que detuvo a la rubia

Como no había nadie más en el pasillo, Victoria no tuvo más opción que la de detenerse y voltear resignada. Un hombre que comenzaba a abandonar la juventud de los 30, con un vientre levemente abultado era quien había llamado la atención de la rubia.

—Bruno— mencionó Victoria

—Cuanto tiempo que no te veo. ¿Creciste o es mi imaginación?— mencionó él

Fue inútil negar que entre los dientes de Victoria se deslizaba un gruñido, uno que querría ser contenido por encontrarse en un sitio tan público. Bruno no tardó en notarlo, fingiendo que su celular sonaba para alejarse levemente.

—¿Me perdí de algo?— mencionó Elinor, quien sólo se había quedado viendo esperando la oportunidad para hablar

—No es nada importante... ¿Por qué no tomamos el helado cuando vayamos de salida? Así llegará a casa aún frío

—Bueno, no me lo digas ahora, pero en casa no te salvaras.

Por el momento Elinor lo dejó pasar, la oferta de helado era tentadora.

~•~•~

Ely encontró a Vicky en el gimnasio de su edificio, golpeando el saco de boxeo como si este le debiera grandes cantidades de dinero. Había evadido el tema desde que habían vuelto del supermercado.

Qué revisiones de trabajo

Que acomodar el tocador

Y ahora, que necesitaba hacer ejercicio para compensar el helado.

—¿Me vas a decir?— interrumpió Elinor la paliza que Victoria le estaba dando al saco

En ese momento Victoria ya parecía no tener escapatoria. Detuvo el movimiento pendular del saco y miró de reojo a su compañera.

—Ely, por favor, por una vez quedate con lo que digo o con lo que no digo— mencionó la rubia

—Ese hombre te desconcertó y le gruñiste, sólo quisiera saber....

Elinor no terminó la frase cuando empezó a escuchar un nuevo gruñido de parte de su compañera, algo más fuerte y algo más violento; como si el hecho de que siguiera hablando le traería algo malo. Elinor en el momento sólo calló por cautela y salió del gimnasio.

~•~•~

Horas más tarde

Elinor se encerró en el armario que había tomado como su nido. Era la primera vez que se ponía a pensar en la vida que Vicky tenía antes de que volviera, en sus peores segundos, le preocupaba que ese chico del supermercado fuera el primero en una fila de personas que antes hubieran tenido una relación con Vicky.

Hasta que escuchó pasos fuera de la puerta y un pequeño golpe cerca de ella.

Vicky lo pensó mientras se duchaba. ¿Gruñirle a su compañera? ¿Que le temiera? Eso no estaba bien, lo sentía en su ser.

Quizás era el momento de decirle la verdad. No iba a invadir su espacio, por lo que sólo se recargó en la pared junto a la puerta del armario y se deslizó por ella hasta acabar sentada en el suelo. Estaba lista.

—No lo quería decir, porque decirlo lo convierte en realidad— dijo Vicky —Mi mamá Emily. Ella... Enfermó, y no todos los esfuerzos de mamá Olivia ni de los doctores fueron suficiente. Hace 7 años ella nos dejó.

Elinor no dijo nada, pero se acercó a la puerta para escucharla con claridad

—Creí... Creí que sería una oportunidad para mamá Olivia y para mí, pasaríamos el duelo juntas y aprenderiamos a vivir sin ella

Vicky ya estaba llorando, los sonidos que hacia la delataban, Elinor lo supo de inmediato.

—Ni siquiera llegamos a la siguiente primavera antes de que mamá Olivia metiera a otro Omega a casa, Bruno. Y yo... No lo aguantaba. No aguantaba su cara, su aroma a especias, su voz, su existencia. No tuve opción, tuve que salir de ahí. Diana me recibió en su departamento y he querido mantenerme lejos de ese par todos estos años.

Vicky sólo sintió un agarre en su mano. Elinor había abierto levemente la puerta para tomar la mano de su compañera. Vicky volteo a verla.

—¿Porque no hago ese té que tanto te gusta y hablamos cara a cara?— mencionó Elinor, obteniendo una sonrisa entre lágrimas de su Alpha

Dicho y cumplido. Con una taza de té en sus manos, Victoria desenvolvió toda la historia y el cómo la hacía sentir que su madre fuera a tener un segundo bebé.

De Regreso a Casa | #Omegacember2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora