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Entraron a la casa poco después, el mayor aun con un sonrojo, y el menos con una de sus mejores sonrisas.

―Será por el calor ― le dijo a Silvana

Ella por el contrario entrecerró los ojos dedicándole una mirada analizadora, él se removió algo incomodó, dándole señal a la de ojos verdes para que cambiara de tema, la chica lo capto y pronto tomo su brazo llevándolo adentro de la casa.

―Te enseñaré la casa, es enorme

Isaza adoró cada uno de los rincones de aquella casa, era única, igual que la chica que se la iba enseñando, se le iluminaba los ojos cada vez que contaba la historia de alguno de los cuadros o rincones ocultos que allí había, y aquello provoco una sonrisa en él.

―Y aquí está la joya de la corona ―dijo Silvana al entrar a un salón con un piano en el medio

Él estaba maravillado, acarició con suma delicadeza la tapa de este, al principio podía apreciarse un piano de cola común, solo un pianista podría haberse percatado de las características de él, y para suerte o desgracia Isaza lo era.

― ¿por qué no tocas algo? ― dijo apoyándose en la tapa, mirándole.

― ¿cómo sabes-...

―Martín me dijo.

Isaza asintió, ayudo a la chica a levantar la tapa, tras ello, ella se sentó en uno de los sillones que había al lado del instrumento, y él se acomodó en la banqueta ― ¿alguna petición en especial?― pregunto haciendo una expresión burlesca y una pequeña reverencia.

Ella río e hizo un gesto pensativo ―Siempre me ha gustado Bach.

― No se hable más ― murmuro antes de comenzar a tocar en una de las sinfonías del músico

No se dio cuenta de cuando comenzó a aglomerarse la gente a su alrededor, siendo el su primer foco de atención, ni cuando Martín se paró en el marco de la puerta junto a su esposa, con las manos en los bolsillos, mirando al mayor, grabando cada uno de sus movimientos en su memoria. Cuando termino, la primera en aplaudir fue Silvana, y después el resto de invitados estalló en aplausos, lo que le hizo sonreír.

Laura se acercó al de sombrero, con una gran sonrisa, antes de llenarlo de halagos, que hacían que Isaza se sintiera mal por haber intentado odiar a una chica tan amable como lo era ella.

― ¡asombroso! ― dijo Ángela

― la verdad tienen mucha suerte de tener una hermano así ― Laura habló dándole la mano a esposo mientras entrelazaban sus dedos ― Martín y yo queríamos preguntarte algo...

Ambos intercambiaron miradas, Laura con su perfecta sonrisa, en los labios y Martín con una pequeña mueca en los suyos, no se veía muy conforme con la propuesta de su esposa.

Ella tomo las manos del mayor entre las suyas, en un gesto de cariño, y cercanía, Isaza miro sus ojos verdes ― Esta tarde habrá una cena y nosotros queríamos que tu tocaras el vals nupcial.

Isaza solo atino a mirar a Martín, pidiéndole una explicación silenciosa del porqué, ¿acaso quería verle sufrir? Sus ojos fijos en el mayor y una expresión indescifrable, de la que parecieron darse cuenta todos los presentes de ese círculo menos Laura. Su madre le apretó disimuladamente en antebrazo a su hijo por detrás mientras Martín solo le sostenía la mirada con algo de pena.

―Suelo ponerme algo nervioso si no ensayo antes de tocar... no se la pieza, sería un desastre... ― mintió, se la sabía a la perfección porque solía ensayarla con la fantasía de bailarla con esa persona especial alguna vez. ― tengo que ir al baño, disculpe...

Y se fue de allí hacia los jardines, donde había menos gente. Se sentó en un banco apartado, sin embargo no lloró, se limitó a ver los girasoles que había en frente de él.

Pensó en Martín, se preguntó cómo sería ser la persona con la que bailara ese vals (como en una de sus fantasías), la que besara en una boda, a la que llamara "esposo" y un sentimiento de angustia lo consumió.

Perdió la noción del tiempo hasta que escucho a alguien llamarle y dejo un espacio a su lado en el banco.

Ángela se sentó a su lado.

―Susi también quería venir pero no queríamos agobiarte... me contó todo... ― susurró.

En otras circunstancias Isaza se hubiera avergonzado o intentado poner alguna excusa pero solo asintió, mirando aquellos girasoles.

―Martín casi corre hacia aquí pero alguien le hablo ― Isaza la miró ― de verdad quería venir, estaba triste cuando tú te fuiste, al igual que tu amiga, pero Su-

Y ahí Juan Pablo no aguanto más y se desmorono en los brazos de su hermana, oculto su cabeza en su hombro mientras sollozaba, ahogándose con sus propias palabas. Ella se limitó a abrazarle, sabía que en estos momentos hablar no serviría de nada.

―Sé que lo amas... ― añadió tras minutos de silenció ― pero el amor es difícil y eso tú lo sabes... todavía tienes mucho por vivir, dar y por supuesto, mucho por amar, no te cierres, ¿si?, si están destinados a estar juntos el destino los juntara de nuevo sino entonces hay muchas personas allá afuera que podrían amarte y a las que podrías amar...

― Perdonen yo... ―Silvana solo se froto el cuello, mientras Isaza solo se intentaba secar las lágrimas ― solo quería saber si estaba bien... 

𝐔𝐍 𝐁𝐄𝐒𝐎 𝐄𝐍 𝐌𝐀𝐃𝐑𝐈𝐃:  ─── 𝙞𝙨𝙖𝙧𝙜𝙖𝙨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora