MARATÓN 2/3
Susana y Ángela habían intentado por todos los medios alegrar a su hermano.
Isaza se encontraba distante, durante la comida solo pudo pensar en Silvana, en ningún recuerdo concreto, solo en su figura. No le había comentado nada de la universidad de artes antes, pero se alegraba a la par que sentía un nudo en la garganta.
Por ello, cuando sus hermanas le hablaron con entusiasmo de lo que significaba volver a Madrid y él se dio cuenta de que cuando llegara, toda su burbuja construida en apenas una semana se derrumbaría, se limitó a asentir levemente, mirando a un punto fijo de la pared.
Susana y Ángela se miraron y soltaron un suspiro, sin decir nada más el resto de la comida transcurrió en silencio, no sabían como reconfortarle.
Quizás en un futuro, se volvieran a encontrar y por fin pudieran ser amigos, al margen de los demás. Al margen de Martín.
Subieron a la habitación de hotel y cada uno empezó a hacer su maleta. Isaza no tardó mucho, sin embargo la sudadera arrugada junto a la cama le provocó un pequeño debate interno.
¿Se la llevaba o la dejaba? Significaba dejar sus recuerdos en París y olvidar sus recuerdos con él en Madrid que, por muy dolorosos que en ese momento le parecían no cambiaría por nada. Agarró la sudadera y se la puso, aún notando el aroma de Martín en ella, en la habitación, impregnado en su piel.
El vuelo salía la madrugada del día siguiente, aún quedaban unas horas para dirigirse al aeropuerto y Juan Pablo, entre divagaciones se quedó dormido.
Soñó con Silvana y sus ojos y con aquella academia de arte, posteriormente con Martín, su ojos tiernos suplicándole que se quedara, se vio a sí mismo subiendo a un avión mientras él le miraba, rogando que estuviera, sin embargo el se fue, sin sentir nada.
Se despertó, con un ligero malestar y gruñó al ver la hora, aún era pronto.
Miró la puerta que daba al pasillo y suspiró, deseando que entrara por ella en cualquier momento, y se descubrió a sí mismo llorando, una vez más, sintiéndose terriblemente estúpido.
Por qué lloraba? Ya no lo sabía, tal vez por Silvana, Martín o por sí mismo. Solo sabía que no sabía nada, como bien dijo Sócrates. No quería irse, tampoco quedarse, no quería saber nada de Martín y a la vez quería que le susurrara al oído que lo amaba todas las noches hasta morir. En esos momentos solo quería descansar y olvidarse.
Susana entró en la habitación de su hermano nada más sonó el despertador.
Observó a Isaza, con las mejillas rojas y algo húmedas, las ojeras y su aspecto cansado, tan distante de lo que solía ser.
El silencio reinó de nuevo la habitación.
¿Puede haber mayor impotencia que la de no saber que hacer cuando ves a un ser querido sufrir en carne viva las heridas del amor? Susana hubiera afirmado que no, sin pensárselo dos veces. Quería ayudar a su hermano, pero sabía que la relación de él y Martín era demasiado íntima y delicada como para ser tocada por terceros, no quería dañar a su hermano por entrometerse y tampoco a su amigo.
Sin embargo, una pequeña parte de su ser sabía que tarde o temprano se volverían a encontrar, para bien o para mal.
Pasó la mano por el pelo de Isaza, intentando entender como se debe sentir un corazón destrozado.
— Vamos Juan, despierta. — Susurró, zarandeandolo suavemente, Isaza respondió, moviéndose entre las sábanas. — Hay que ir al aeropuerto.
Juan Pablo en ese momento abrió súbitamente los ojos, como si hubiera despertado de una pesadilla, sin embargo, a los pocos segundos, tras ver a su hermana a su lado, se calmó.
— Sí, voy. — Contestó, bostezando y frotándose los ojos, mientras se sentaba en el borde de la cama.— ¿Y Ángela?
— Abajo, terminando el papeleo. — Isaza asintió.— Nada de café por ahora. — Añadió con una sonrisa comprensiva.
Suspiró, en otra ocasión quizás se hubiera enfadado, en ese momento no podía, estaba extenuado mentalmente.
.— Muchas gracias, el servicio ha sido fantástico. — Agradeció Ángela, emocionada, pasando su brazo por el hombro de su hermano al notar su presencia.
— Esperamos que haya sido de su agrado y no duden en volver a recurrir a nosotros si regresan.— La recepcionista sonrió, estrechó la mano de todos y tras esto guardó la llave de las habitaciones.
"Esperemos que no se vuelva a dar esa situación." Pensó Isaza, sintiendo un escalofrío de solo pensar en estar allí de nuevo.
Un taxi los llevó hasta el aeropuerto y allí desayunaron, sería un viaje largo, aterrizarían en Madrid tras trece horas de vuelo.
Isaza tenía la vista fija en el exterior, esperando que en cualquier momento Martín entrara corriendo como si de una película antigua se tratase. No quería que llegara, pero su parte más emocional, sensible, la que en ese momento estaba revolviéndole las entrañas deseaba ese último momento romántico, se lo merecía.
Se prometió a sí mismo que si Martín entraba por la puerta, se quedaría allí.
Pasaron las horas, ya estaban a punto de embarcar, sus hermanas mirando el teléfono y él mirando con desesperación, intentando encontrar a Martín, con su tierna sonrisa en busca de el.
Sin embargo, no fue así.
Martín subió al avión, sentándose mientras miraba por la ventanilla, en un último intento de verle, sin embargo todas sus esperanzas se derrumbaron cuando el avión despegó y en verdad comprendió entre lágrimas que Martín significaba más para él, de lo que el joven había significado nunca para el de sombrero.
Fin
ok no, pero ahora si se viene lo que esperaban >:)
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𝐔𝐍 𝐁𝐄𝐒𝐎 𝐄𝐍 𝐌𝐀𝐃𝐑𝐈𝐃: ─── 𝙞𝙨𝙖𝙧𝙜𝙖𝙨
Fanfiction𝐔𝐁𝐄𝐌.┊❝Ella es tan dulce, es tan bonita... que estés con ella ¿Quiere decir que te olvidaste de mí? ❞ ━━ 𓂅 ¡𝐈𝐌𝐏𝐎𝐑𝐓𝐀𝐍𝐓! ₊˚.༄ ⭟ Esta historia incluye contenido isargas ⭟ Si no te gusta este shipp te pido que abandones la historia. ⭟ In...