15.

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¿querían detalles? 

¿si? 

perdón, es que me da vergüenza... pero intentaré, luego 

 pero intentaré, luego 

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— Estuvo bien

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— Estuvo bien.— Murmuró Isaza una vez acomodado en la parte de atrás del carro, mientras abrazaba al menor.— Muchas gracias. — dejo un beso en la frente del menor.

— Sí, lo estuvo.— Aquella sonrisa brillante que caracterizaba al más bajo se abrió paso entre sus labios, sin embargo notó que era mucho más melancólica de lo que solía ser. — Espera, hace frío.

Vio como agarraba algo de debajo de los asientos y se lo ponía en el regazo, la chamarra que le había dado era enorme, se imagino como el pequeño se vería con ella seguro muy tierno, el aroma de Martín se impregnaba en sus fosas nasales, provocando que cerrara los ojos y se dejara llevar por su olor.

Se la puso y luego miró al menor, pensando en lo mucho que le extrañaría cuando se fuera, en su sonrisa, su cuello, en sus labios, sus manos, en él, en su psique entera, en las sensaciones que le producía, sin poder evitar preguntarse si, en algún momento podría volver a amar a alguien tanto de nuevo.

—Lo harás. — Contestó Martín, llevándose su mano a los labios y besó sus nudillos.

El rojo tiñó sus mejillas al darse cuenta de que lo había dicho en voz alta, pero no lo desmintió, Martín le conocía lo suficientemente bien para saber que era cierto lo que hablaba, no dijo nada más, solo cerró los ojos y se apoyo en el respaldo del asiento. Luego de unos minutos, volvieron a sus lugares y siguieron el camino. 

Aparcó unos metros más adelante del hotel y le besó, posesiva, dulce, cariñosa y gentilmente, poniendo sus manos a cada lado de su cara. Un adiós, una despedida y esta vez sería él quien se fuera. Como había cambiado la situación desde aquel verano.

El avión, la despedida, él llorando en el camino de regreso, era la misma situación, tendría el mismo desenlace.

¿Se hubiera quedado si Martín se lo hubiera pedido? Seguramente, lo único que tenía claro de todo esto era que hubiera hecho cualquier cosa que le dijera.

La verdadera pregunta era si Martín se hubiera quedado, ¿Se hubiera quedado si Juan Pablo se pusiera de rodillas suplicándole que no marchara? Esa respuesta era más difícil, complicada de contestar, ¿Lo hubiera hecho? Por supuesto que no.

Subió a su habitación, con la vista perdida y las mejillas calientes, sus hermanas habían salido, leyó la nota sobre su cama y tras esto se tiró en ella.

Se quitó la chamarra de Martín como si ardiera, como si minutos antes no hubiera estado idolatrándola y perdiéndose en su olor, como si la odiara, como si odiara a Martín más de lo que odiaba a la figura de Laura, más de lo que odiaba haberse enamorado de él, más de lo que odiaba aún estar enamorado, y la tiró hacia la puerta, con un gruñido ahogado mientras comenzaba a tirarse del pelo, intentando sobrellevar su frustración antes de comenzar a llorar.

Terminó durmiéndose, aferrado de nuevo a esa chamarra, que era el último vestigio que conservaba y conservaría por siempre.

Terminó durmiéndose, aferrado de nuevo a esa chamarra, que era el último vestigio que conservaba y conservaría por siempre

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𝐔𝐍 𝐁𝐄𝐒𝐎 𝐄𝐍 𝐌𝐀𝐃𝐑𝐈𝐃:  ─── 𝙞𝙨𝙖𝙧𝙜𝙖𝙨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora