CAPÍTULO 12

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Loki consideraba irónico que, la persona que quería que lo consolara en esos momentos, era justamente por la que lloraba en primer lugar. Quería enterrar su rostro en ese pecho amplio mientras los brazos enormes de su hermano lo envolvían en un abrazo, haciéndolo sentir seguro. Sin embargo, los últimos días se había tenido que conformar con uno de los abrigos que dicho hermano le había regalado, resguardado en su habitación alterna en el espejo; en su espejo no existía un sol, por lo que siempre el ambiente era un poco más frío que afuera. Sabía que Thor no vendría, no invadiría su privacidad luego de terminar las cosas, así que no era de él de quien se resguardaba. No se resguardaba de nadie, a decir verdad, simplemente quería estar solo, aunque quizás no fuese lo más sensato.

Pesaba mucho llevar algo así dentro y no compartirlo con alguien más, no poder desahogarse. Si se tratara de otra situación, si fuese una persona diferente, tal vez habría ido con su madre y se hubiese desahogado con ella. Aunque bueno, para ser completamente honestos, a la primera persona a la que Loki hubiese recurrido sería Thor, y es por eso que había decidido por fin acabar con todo; Loki no podía perder al amor de su vida, y con ello también a su hermano. Tenía que salvar su relación, no podía derrumbarse todo, Loki se negaba a una vida sin Thor.

Ya yo no me siento así, Loki.

Loki, yo quiero ser...

Loki pensaba seguido en esas palabras, esas palabras que en su rabia e indignación Loki se negó a escuchar. Porque se sintió bien, dentro de él, tomar el control de la pelea al menos una vez, la única vez en la que él sí tenía la razón, y Thor no podía refutarle absolutamente nada. Pero ahora la duda lo carcomía, y aunque trataba de no pensar en eso y convencerse de que había hecho lo correcto, era inevitable recordarlas todas las noches antes de dormir.

Si tan sólo pudiera hacer como su padre y dormir largos períodos de tiempo para restaurar su poder; ¿se sentiría mejor al despertar, o sería como si el tiempo no hubiese pasado? No podía escapar de la agonía, y para mantener las apariencias tenía que seguir con sus rutinas como si nada, incluyendo compartir a la hora de comer con toda su familia. Loki trataba de no mirar a Thor, de fingir en lo posible que no existía; sabía que no sería así para siempre, pero sentía que era lo que lo ayudaba a mantenerse cuerdo en esos momentos. Sin embargo, él sí sentía la mirada de Thor puesta en él cada vez que estaban en una misma habitación. Al principio pensó que era su imaginación, porque las ocasiones que volteó a cerciorarse se encontraba a Thor mirando al suelo. Pero una vez lo tomó desprevenido, Thor reaccionó dos segundos después en los que pareció sorprendido de verse descubierto, y bajó la mirada inmediatamente. Si no estuviese tan triste, Loki se habría reído.

A veces pensaba... a veces pensaba si Thor se tentaba, así como él, de ir a verlo. Había noches en que la soledad era abrumadora, donde la carencia de una sola persona podía hacerlo sentir solo en un salón lleno de gente, y nada más podía pensar qué tan malo sería escabullirse bajo las sábanas de su hermano y encontrar allí el calor que tanto anhelaba. Su mente comenzaba a enumerar las cosas aleatorias que extrañaba de Thor, como su sonrisa, y la forma en que sus ojos se achinaban al reír hasta hacer apenas visible el azul de sus ojos. Y sus ojos... bueno, sus ojos eran como mirar directo al sol y sentirse deslumbrado al tener su atención absoluta, como si Loki fuese el único ser vivo existente digno de su mirada. Extrañaba su voz, su olor, el calor de su cuerpo... ah, de repente dejaba de hacer frío, y sus necesidades más carnales hacían aparición. Extrañaba esas manos fuertes que podían pasar de quitar delicadamente el cabello de su cuello para dejar un húmedo beso, hasta tomarlo fuertemente de las caderas en cada estocada y dejar su huella marcada. Quería esa boca sobre él en esos instantes, robándole el aliento en un beso desaforado para luego venerar el resto de su cuerpo bajo la tenue luz de las velas. Esas noches a Loki no le quedaba más opción que conformarse reclamando el placer en su propia mano.

Siempre, siempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora