CAPÍTULO 11

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—¡Loki, cuidado! —Fue lo que Thor apenas pudo exclamar antes de escuchar la inevitable caída de su hermanito.

Su madre los había llevado con ella a visitar a Idunn y, mientras ellas tomaban té y conversaban cosas de señoras grandes, Thor y Loki decidieron ir a jugar en los extensos jardines. Thor adoraba cómo Loki siempre lo seguía por todas partes y jugaba con él. A veces le hacía bromas un poco pesadas, sobre todo cuando probaba su control sobre el seidr (como aquella vez que, según él sin querer, tiñó el cabello de Thor de verde), pero a Thor no le molestaban demasiado; todo lo contrario, lo maravillaba. Mientras, a Thor por su parte le encantaba demostrar su valentía y fuerza ante la admiración de su hermano, esperando ser un buen ejemplo como hermano mayor.

Cansados de correr por todo el jardín jugando a ser guerreros y hechiceros, Thor decidió subir uno de los grandes árboles de Idunn para demostrar su destreza, y no fue hasta mitad de camino, ya bastante alto, que Thor volteó y se percató que Loki había decidido escalar también. Entonces se dio cuenta, demasiado tarde tal vez, que Loki se sostuvo de una rama a punto de romperse, pero su advertencia llegó demasiado tarde; Thor comenzó a descender y dos segundos después escucho la caída seguido del llanto de su pobre hermano.

—¡Ahí voy, Loki! ¡No te muevas! —exclamó asustado, mirando hacia abajo cada cierto tiempo mientras bajaba, viendo a Loki llorar mientras se sostenía una de sus rodillas.

—¡Nos van a castigar! —exclamó Loki llorando mientras Thor examinaba su rodilla con manos temblorosas. Loki tenía un raspón grande y le brotaba bastante sangre, pero no era nada grave; no se había roto la pierna, sin embargo, por cómo lloraba su hermano, sí se veía doloroso.

—No te preocupes por eso, no nos van a castigar, te lo prometo —dijo Thor, que había arrancado un pedazo de tela de la túnica que llevaba debajo de su ropa, y con ella comenzó a limpiar la sangre alrededor del raspón—. Nadie se va a enterar.

—¡Pero cuando mamá vea...!

—No lo verá —le aseguró Thor, tomando el rostro húmedo y sonrosado de su hermano entre ambas manos, dejándole un beso en la frente con intención de calmarlo—. Lo solucionaré, ya verás.

Su madre los había dejado merodear a solas los grandes jardines con la condición de que no hicieran travesuras, y que tampoco se alejaran mucho. Loki no quería que lo castigaran o regañaran, cosa que Thor veía más que posible para ambos dado el escenario; después de todo no deberían estar escalando los árboles de Idunn, y Thor debería haber dado un mejor ejemplo a su hermano menor. Sin embargo, más que evitar los regaños, Thor estaba más preocupado por Loki y su herida, no le gustaba verlo llorando adolorido, así que se le ocurrió una brillante idea: conseguir manzanas. Las manzanas doradas de Idunn tenían propiedades increíbles, su madre les había hablado de ellas antes de visitar a la diosa, porque, a pesar de que Loki y Thor las habían comido en muchas ocasiones y las disfrutaban, no conocían los magníficos beneficios en ellas. Seguramente esas manzanas curarían la herida de Loki y lo dejarían como nuevo.

—¿A dónde vas? ¡No me dejes solo! —exclamó Loki, tomando fuertemente el brazo de Thor cuando éste se levantó, clavándole sus uñas en la piel.

—Voy a escalar el árbol de nuevo, será sólo un momento, lo prometo —aseguró Thor, tomando la pequeña mano de Loki entre las suyas para darle un beso, buscando darle tranquilidad.

Thor se sentía bastante intimidado por el árbol; en un principio había sido una idea divertida subir, porque no tenía un verdadero propósito, y porque tampoco se había propuesto llegar muy alto, pero las manzanas estaban lejos de donde él había llegado antes, y le tocaría escalar más de lo que se había sentido capaz en primer lugar. Tenía que hacerlo, Thor haría cualquier cosa por Loki. Así que comenzó a escalar nuevamente, sin mirar hacia abajo, asegurándose de que cada rama que tomaba estuviese bien sujeta al árbol. Thor no sabía con exactitud cuánto tiempo estuvo escalando, pero cuando finalmente alcanzó las manzanas y pudo apreciar el atardecer espectacular que se extendía por todo el horizonte, y cómo esa luz naranja permeaba el resto de los árboles bajo ese cielo pintado en tantos colores, se hizo una idea de la hora que era. En ese momento Thor se sentía en una obra de arte, y se prometió que, cuando volvieran a estos jardines, traería a Loki a lo más alto de las ramas para apreciar semejante espectáculo juntos.

Siempre, siempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora