Thor estaba en su escritorio, dentro de la pequeña oficina que tenía en sus recámaras, revisando algunos papeles sobre temas diplomáticos del reino; cosas muy aburridas pero muy importantes. Thor había designado al pequeño martillo de oro como su adorno favorito en su escritorio, que a veces además le servía como pisapapeles, pero su mayor utilidad era estar ahí para los ojos de Thor, para mirarlo y hacerlo sonreír al pensar en su hermano. Hacía las tareas tediosas más llevaderas, aunque seguido traía consigo esa punzada en el pecho al preguntarse dónde estaría Loki en esos momentos, y si Fjolner estaría con él, dado que seguía en Asgard.
Estaba a punto de tomar un descanso, luego de un pesado suspiro, cuando dos manos cubrieron sus ojos y el aroma característico de su hermano inundó sus sentidos; cualquiera diría que lo había llamado con la mente. Sonrió entonces, dejándose envolver por la presencia de Loki; sus manos suaves en su rostro, el olor de sus perfumes, de sus aceites, y ese aroma que simplemente le pertenecía a él, esa esencia que Thor reconocería donde fuese y cuando fuese.
—¿Estás ocupado? —preguntó Loki, y Thor sintió su cuerpo entero erizarse; luego de casi un año sin tenerlo cerca, Thor se sentía sobresaltado cada vez que estaban en un mismo sitio— Ni siquiera respondas, no me interesa, deja de hacer lo que sea que estés haciendo.
—De hecho, estoy revisando unos papeles importantísimos que nuestro padre...
—Ugh, aburrido —respondió Loki interrumpiéndolo, liberando finalmente sus ojos para apoyar ambas manos sobre sus hombros—. Lo mío es mucho más urgente.
—Ummm... no lo sé, Loki —dijo Thor lentamente mientras intentaba disimular una sonrisa, haciéndose el difícil como si no hubiese estado a punto de tomar un descanso cuando su hermano llegó—. Estos papeles...
—Te traje un regalo —susurró en su oído, y Thor se quedó paralizado intentando disimular el poder que la voz de Loki tenía sobre él, estremeciéndolo de pies a cabeza. El regalo era lo de menos.
—¿Ah sí? —inquirió él inmóvil, los ojos fijos en la ventana frente a él.
—Sí, levántate, quiero dártelo ya —dijo, dándole un par de palmadas en los hombros, así que Thor se levantó de su silla y, haciéndose a un lado para darse media vuelta, estuvo frente a frente con su hermano, que lo miraba con una sonrisa de medio lado.
Traía puesta una de las tantas coronas de flores que él había dejado en su dormitorio, Thor se sintió como un estúpido, pero su hermano se veía como un ángel. Loki se veía un poco bronceado, ahora que lo miraba más de cerca, apenas un deje dorado en su cara, y Thor se preguntaba hasta dónde había llegado el sol en su piel. Las pecas nuevas en su nariz, esos ojos verdes grandes, radiantes, feroces, capaces de quitarle el aliento y desarmarlo si Thor los miraba fijamente por mucho tiempo.
Thor se sentía repetitivo, pensaba siempre lo mismo, lo mismo, lo mismo, se lamentaba siempre las mismas cosas. Necesitaba disimular bien, así que miró al suelo por dos segundos para distraerse un poco, entonces Loki colocó una mano en su pecho y, sin levantar la cabeza, Thor se percató que tomaba el dije de su collar entre sus dedos.
—Mi collar... —susurró sorprendido, y Thor lo miró a la cara, pero sus ojos estaban fijos en el collar, sus cejas un poco fruncidas— Pensé que no te había gustado.
—A mí me gusta todo de ti —murmuró Thor rápidamente, sin pensar—. Me gusta todo lo que haces —añadió después, un poco abochornado, sintiendo que lo que había dicho antes era inapropiado—. El collar es precioso, siempre me encantó.
Loki lo miró a los ojos entonces, su expresión indescriptible, Thor sintió su corazón latir muy fuerte pensando, quizás, que había dicho algo malo. Entonces Loki soltó el collar, le dio una suave palmada en el pecho y sonrió.
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Siempre, siempre
Hayran KurguEsa mañana, cuando Loki despertó solo en su cama, sintió que una gran verdad finalmente le había sido revelada. Durante años, el menor de la casa de Odín, había creído tener la delantera ante quienes parecían competir con él por el amor y la atenció...