CAPÍTULO 6

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¿Existía en el mundo algo mejor que despertar con su hermano entre sus brazos? ¿Algo mejor que despertar aspirando el olor fresco de su cabello al acariciar su piel suave y cálida? De ser así, Thor aún no descubría qué. Para su desgracia, no era un despertar voluntario y orgánico luego de una buena noche de descanso. No, Thor despertó porque Loki, aún entre sus brazos, intentaba moverlo de un lado a otro exclamando su nombre para que se levantara. Thor normalmente no tenía problema en levantarse, pero se sentía tan cansado, era como si recién hubiese cerrado los ojos hacía cinco segundos.

—¡Thor! Tenemos que levantarnos —escuchó la voz de Loki, ahora sí irremediablemente despierto, y no tuvo más alternativa que abrir los ojos.

—Estoy tan cansado —dijo, seguido de un prolongado bostezo para luego abrazar aún más contra su cuerpo a su escurridizo hermano.

—¡Thor, es en serio! —exclamó Loki— A menos que quieras que venga papá personalmente a sacarnos desnudos de la cama, lo mejor será que nos levantemos voluntariamente.

—Pero es domingo —refutó Thor, mirando a su hermano apenas, la luz del sol entrando por el balcón e impactando con fuerza contra su cara—, es día de descanso, siento que no he dormido nada.

—Hoy llega Fjolner a Asgard, mamá y papá han estado planificando un gran festín en su honor desde hace semanas, y si tú y yo aparecemos ahí desaliñados, o peor: no aparecemos, estoy seguro que las consecuencias no serán gratas —explicó Loki como si estuviese hablando con un niño particularmente bruto.

—¡Ah, es cierto! —exclamó entonces Thor— Lo había olvidado por completo.

—Bueno, entonces quítate de encima.

—Así no me decías anoche —murmuró Thor, dándole un último apretón, seguido de un beso, antes de levantarse, riéndose ante la manera en que Loki le rodaba los ojos—. Fjolner es un sujeto excepcional, es tan divertido y aventurero —menciono Thor, comenzando a vestirse ante la mirada atenta de Loki—. En los dos meses que estuvimos en Vanaheim se convirtió en un gran amigo; visitamos tantos lugares, tuvimos tantas aventuras... ah, estoy seguro de que te va a caer muy bien.

—No lo dudo —dijo Loki, levantándose de la cama en su desnudo esplendor—, por mi parte iré a tomar un baño —exclamó, volteándose inmediatamente al sentir a Thor caminar en su dirección—. No me sigas —amenazó, señalándolo con un dedo, mirándolo con ojos entrecerrados—, no podemos perder el resto del día.

—Bien, bien —concedió Thor sonriendo, acercándose para darle un último beso antes de irse—. ¡A bañarse! —exclamó entonces, dándole una nalgada y saliendo de la habitación riéndose antes de padecer la ira de Loki.

*

Thor mentiría si dijera que no le tomó por sorpresa la familiaridad con que Loki y Fjolner se trataban. Sí, él sabía que habían hablado por cartas, a Thor también le tocó en su último año de estudio, pero no fueron más de un par de cartas cordiales y ya; su verdadera amistad con Fjolner comenzó cuando estuvo en Vanaheim. Sin embargo, luego del primer saludo en el que Loki se veía extrañamente callado y nervioso, lo que realmente le extrañó fue cuando todos intercambiaron algunos regalos que habían preparado para el príncipe vanir. En general eran todos regalos genéricos; armas elegantes, gemas valiosas, cosas características de Asgard y Vanaheim, muy parecido a cuando Thor fue recibido en Vanaheim meses atrás. Pero los regalos que intercambiaron Fjolner y Loki... No, esos no tenían nada genérico.

Fjolner le regaló a Loki un par de navajas con incrustaciones de gemas en el mango que se veían hermosas y letales al mismo tiempo; adecuadas para ser exhibidas e igualmente usadas. No era una casualidad, no podía ser; quien conocía a Loki sabía que los cuchillos y las navajas eran sus armas predilectas, era un verdadero maestro en ellas, y resultaba obvio que Fjolner lo sabía muy bien. Por su parte, Loki le había regalado a Fjolner un broche que era obvio que había hecho él mismo; Thor reconocía tan fina joyería porque Loki había hecho un collar para él bastante similar, sólo que la piedra preciosa en el collar de Thor era roja, y la de Fjolner era azul. Ambas compartían esa especie de... ese movimiento extraño, como si tuviesen vida dentro de ellas, con una niebla que no paraba de girar, y un tenue resplandor para quienes realmente prestaban atención.

Siempre, siempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora