CAPÍTULO 15

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Era una mañana típica y aburrida en la que Thor se encontraba revisando su correspondencia cuando, de repente, sintió al universo hacer un silencio absoluto en el mismísimo instante en que sus ojos vislumbraron el pequeño paquete verde en su escritorio. Era diminuto, cabía fácil en su puño, pero la emoción que se esparció por todo su cuerpo difícilmente la podía contener. Era un paquete de parte de Loki; luego de tantos meses de ausencia, distancia y silencios discretos, Loki se había acordado de él, había querido mandarle algo. Thor estaba tan feliz que ni por un segundo se le cruzó por la mente la posibilidad de que fuese una mala noticia. Afortunadamente, no lo era.

Thor abrió el paquetito con la poca delicadeza que lo caracterizaba, despedazando el empaque con ansias, y dentro de éste encontró un pedazo de oro en bruto, bastante macizo, con una forma rudimentaria similar a un martillo. Thor sonrió, sintiendo un picor en los ojos mientras detallaba en su mano el interesante regalo, notando apenas minutos después, cuando dejó el martillito de oro en su escritorio, que con suerte no había roto una nota bastante pequeña que venía dentro del paquete.

"Querido Thor,

Encontré en un arroyo de Alfheim esta interesante pieza de oro y fue imposible no pensar en ti.

Con amor,

Loki"

Thor leyó la notita al menos unas diez veces, apreciando cada detalle en la refinada letra de su hermano, imaginando el sonido de su voz diciendo esas palabras. Habían pasado varios meses ya desde la última vez que se habían visto, cuando Loki, usando la capa especial que Thor le había regalado, subió a su caballo y partió junto a Balder y Sigyn a vivir todo tipo de aventuras. Estaba feliz por su hermano, ansioso por escuchar sus relatos cuando regresara, si éste decidía compartírselos, pero no podía evitar sentir un poco de melancolía por el rumbo que habían tomado las cosas entre ellos.

Lo extrañaba cada día más, pero lo había mantenido sereno saber, a través de su madre, que su hermano estaba bien, que estaba contento.

Esa misma tarde Thor fue a comprar unos bombones para enviarle como agradecimiento por su regalo, por pensar en él, por haber alegrado su día y el resto de su semana. Thor compró esos mismos que le había estado regalando justo antes de que... esos chocolates que compartían entre besos mientras Thor perdía el tiempo esperando que las cosas se arreglaran por sí solas; como si sólo besos y chocolates pudieran sanar heridas. Entonces pensó, una vez de regreso en sus recámaras, que tal vez sería inapropiado mandarle esos dulces, que tal vez en lugar de complacer el apetito dulce de Loki más bien llevarían consigo recuerdos amargos. Thor no quería eso, y en un segundo la alegría que había estado sintiendo se desvaneció para dar pie a la aflicción.

Se desplomó en la silla de su biblioteca, y en silencio dejó sus lágrimas caer.

*

Habían pasado ya tres días desde que había recibido el regalo de Loki, y aún ni siquiera podía sentarse a escribirle una nota de regreso sin sentir que iba a cagarla. Quería mandarle algo, un pequeño detalle, preferiblemente dulce y comestible, pero nada parecía suficientemente bueno, nada a excepción de esos bombones que había comprado la otra tarde, y por nada del mundo Thor iba a mandarle eso. Era algo que estaba muy atado a ellos como... como amantes, algo que sólo comían juntos, entre besos, y Thor estaba decidido a dejar esa parte de sus vidas en el pasado; él sólo quería recuperar a su hermano.

Estaba tan ensimismado en sus pensamientos que no sintió que alguien había entrado hasta que escuchó un discreto "su alteza" venir desde la puerta.

—Oh —exclamó Thor mirando hacia atrás, vislumbrando por primera vez en mucho tiempo a Revna, la elfa pelirroja.

Siempre, siempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora