Las suaves yemas de sus delgados dedos, acicalando su cuero cabelludo lograban mantenerle somnolienta. Valentina no sabía que tenía ese poder, el poder de situar a Juliana en un lugar tranquilo y seguro, había logrado eso con el simple roce de sus delicadas manos, se sentía bien, se sentía útil, algo que nunca había logrado sentir dentro de su vínculo familiar. Dentro de su familia ella era a la que todos debían mantener en un lugar seguro y al darse cuenta que sin formular palabra alguna tenía la capacidad de sosegar la tristeza de Juliana, sentía que era capaz de cualquier cosa, Juliana la hacía sentir capaz.
Al cabo de un par de minutos, los ojos de Juliana volvieron a abrirse, extrañada pues por un momento había olvidado donde es que se encontraba exactamente, después de unos segundos volvió a caer en cuenta de su triste realidad. Levantó su rostro y ahí estaba Valentina, que con una media sonrisa le indicaba que todo estaba bien, que cualquier cosa que le estuviera haciendo sentir mal, no era lo suficientemente mala si la tenía a su lado.
Juliana le correspondió a esa media sonrisa y con una maniobra lenta logró quedar de frente a la menor, cara a cara. Tomando sus blancas manos procedió a inclinar su barbilla de forma sutil hacía la mejilla de Valentina y posó un casto y húmedo beso sobre ella. Aún tenía miedo, miedo de ser demasiado ostentosa con la menor, estaba segura que esas eran las primeras interacciones de carácter amoroso de Valentina y no quería que la menor se sintiera incómoda.
Valentina por el otro lado, seguía feliz de poder haber calmado el mar de lágrimas que Juliana estaba derramando, curiosa y con intenciones se seguir siendo de ayuda, se levantó del sofá y tomando a la mayor de la mano, comenzaron a correr hacia el piso de arriba.
-¿Todo bien, cariño?- preguntó Juliana, tomando asiento en la orilla de la cama justo como se lo había indicado la menor.
Valentina sacó la enorme enciclopedia de su mochila y comenzó a hojearla, con una mano sostenía el enorme libro y con la otra pegaba pequeños posticks en las orillas de las mismas para no perderlas. Una vez termino de ubicarlas, tomó un marca textos y comenzó a subrayar. Juliana sabía de qué se trataba, ella había inventado ese mecanismo que al parecer había encantado a la menor. Una vez cumplió su cometido, le pasó el enorme libro a Juliana que con una sonrisa embelesada lo tomó y comenzó a hojear según los pequeños posticks que sobresalían de la carátula. Pasó de la Q a la E y de la E a la L y así durante unos segundos, hasta que logró descifrar el mensaje que la menor quería expresar.
-¿Qué es lo que te ha hecho estar así de triste?- susurró la morena, una vez acabo de leer.
Juliana cerró el libro y lo dejó caer lentamente sobre el colchón, suspiró aún con el corazón adolorido y con Jude en la mente.
-Me pelee con mi mejor, amigo- al fin respondió- al parecer el quiere que nos vayamos de aquí- Juliana pudo ser testigo de como el rostro de Valentina palideció en forma de angustia- tranquila, cariño, eso no va a pasar-
Los hombros de Valentina se relajaron en señal de alivio, ya no podía concebirse sin la presencia de Juliana en su vida, ya no.
-Son mal entendidos que suelen pasar en todas las relaciones afectivas, nada serio- dijo la mayor.
Pero el rostro abatido de Juliana le indicaba a Valentina que no era una situación fácil de resolver como la mayor trataba de hacer que pareciera. Valentina sentía que estaba dejando de ayudar a Juliana y no quería que eso sucediera, quería seguir siendo de ayuda, así que con un par de preguntas más, con la ayuda de su enorme libro, logró hacer hablar a Juliana.
"No tenemos mucho dinero para seguir viviendo aquí".
Fueron las palabras que le indicaron a Valentina que aún tenía algo con lo que podía ayudar a Juliana. Sin más, tomó de las muñecas a Juliana, indicándole que se levantara de la cama. Juliana era un par de centímetros más baja que la menor, era algo curioso, considerando que Juliana era la mayor.