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Jude saltaba por el pequeño apartamento, intentando no pisar con sus pies desnudos alguna colilla de cigarrillo. Suspiró fuertemente al notar el hediondo aroma que el pequeño refrigerador emanaba debido a la falta de aseo, contó hasta diez para no perder los estribos.

Hasta ahora llevaba buenos puntos ignorando por completo la presencia de su mejor amiga y no planeaba que la gran necesidad de reclamarle por no asear la casa le hiciera dirigirle la palabra.

Juliana salió de la ducha con una toalla cubriéndole el torso y de igual manera evitando pisar los olorosos restos de tabaco. Jude fingió no estar prestando atención a lo que la morena hacía, pero Juliana sabía que por el rabillo del ojo le miraba atento.

-Jude ¿Cuándo planeas limpiar el departamento?- Juliana entendía que si hacía molestar a su amigo, este le hablaría.

Pero no fue así, Jude se mordió la lengua lo más fuerte que pudo para evitar tener contacto alguno con la chica que lo culpaba por la falta de higiene en su propia casa.

En cambio, el chico tomó una cerveza a medio terminar que había dejado una noche antes. Los víveres eran escasos y ninguno de los dos había comido ni siquiera tres veces al día ya desde hace mucho tiempo.

Las piernas de Jude habían adelgazado unos centímetros más y los huesos de sus clavículas comenzaban a avergonzarle por lo prominentes que se habían vuelto.

No iba a mentir, el chico comenzaba a hartarse de su situación, llevaba noches deseando salir de ese lugar y nunca regresar, pero fuese lo que fuese, Juliana era su otra mitad y no se iría sin ella, o al menos eso pensaba.

Juliana soltó la toalla de su agarré y la dejó caer en el suelo sucio, los ojos del chico de inmediato se abrieron como platos al notar que su toalla recién lavada había caído en un montón de colillas y restos de comida.

-¡JULIANA!- gritó mientras corría en el rescate de su toalla.

Juliana rió de felicidad pues había logrado que su mejor amigo dijera su nombre después de enormes y largos días de completo silencio.

-¿Qué te pasa, tonta?-

El chico se levantó del suelo con su toalla y volvió al otro extremo del cuarto.

-Al fin me diriges la palabra- dijo la morena.

Las gotas de agua que descendían por los cabellos aplanados de Juliana chocaban contra la blanca sábana de su colchón, haciendo molestar una vez más a Jude y maldecir por haber elegido ser el encargado de lavar la ropa y cobijas.

Las rachas de aire que entraban por el ventanal, hacían titiritar a Juliana debido a su desnudez.

-¿Cuántas veces más tengo que arrodillarme para que por fin me dirijas la palabra?-

Jude se encogió de hombros con semblante indiferente, semblante que luego cambio cuando un chantaje emocional llegó como rayo a su mente.

-Olvidaré que me dejaste morir solo el día de tu cumpleaños solamente si.....- se detuvo para dejar una incognita dramática en el aire- si nos largamos de aquí de una vez, es más, ya...agarramos nuestras cosas y no miramos atrás-

Los ojos de Jude reflejaban una ilusión enorme, realmente no estaba siendo feliz ahí y Juliana lo sabía. Pero aunque no tuviese nada que comer, o que sus rutinas fuesen las mismas todos los días, Juliana no estaba dispuesta a marcharse de ahí.

-Jude, yo....- Juliana se encaminó a los cajones de su pequeño ropero y comenzó a vestirse con ropa interior.

-Por favor, Juliana....sabes que no me iré sin ti, no me hagas quedarme un día más aquí-

|17| [Juliantina].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora