🔹Capitulo 23

319 38 22
                                    

Tomioka Giyu

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Tomioka Giyu

Ya habían pasado unos cuantos días, y los sentía como el mismo infierno. Me dolía todo el cuerpo y juraba que mis brazos o piernas se desprenderían, todo el trabajo que he estado haciendo con Rengoku, no es algo que se deba de tomar a la ligera.

—¡Terminamos por hoy! —exclamo en un tono alto el rubio a mi lado.

—¿Por hoy? —pregunte algo ansioso—, sabes que podemos descansar un poco ¿No? Estaremos seis meses aquí, no veo porque ir tan a prisa.

—¡Amigo Tomioka!, me alegra verte al menos un poco mas centrado en esta misión, pero todo lo que hagamos será un factor importante... Ya lo veras.

Poso su mano en mi hombro, y ahí va otra vez. A veces envidio bastante el positivismo que tiene, siempre llevando una sonrisa y no parece dudar en nada de su trabajo. Sin duda es alguien ejemplar. Pero yo no soy así, me gusta tomarme mi tiempo y hacerlo bien pero a mi ritmo y forma, por mas que trate de seguirle el ritmo, es algo que veo imposible.

—Lo que tu digas...

—Pero esta vez tienes razón —llamo nuevamente mi atención—. Presione un poco mas de la cuenta, hace mucho que no tenemos una misión juntos y me emocione un poco.

Soltó unas carcajadas mientras rascaba su nuca, como un niño o algo similar. Lo mire un poco sorprendido, pero su actitud era un clásico de él, algo que sin duda lo definía; sonreí un poco pero volví a poner mi semblante sereno al escuchar unos pasos acercándose hacia nosotros. Era Gyomei.

—Por dios... Si que se tendrá que trabajar mucho en esta entrada, si no fuera por nuestra aparición la misma acumulación de tierra hubiera colapsado y destruido mas de lo estimado, posiblemente llegando hasta la ciudad mas cercana... Rezare un poco para que logremos terminar sin ningún herido.

Las lagrimas de Himejima no demoraron en aparecer, era alguien bastante sensible pero también era alguien bastante fuerte y eficiente. En estos últimos días intentamos avanzar respecto a los escombros ocasionados anteriormente, el trabajo era duro pero según por las propias palabras de Rengoku "trabajemos duro y acabaremos rápido".

Si claro.

Pero al menos fue suficiente para este día, por algo esta vez terminamos temprano; ahora lo que mas pido a gritos era un baño. Las herramientas y el vehículo de Himejima fueron guardados de manera correcta y empezamos a caminar a dirección a una cascada que hace poco encontró el mismo Himejima. Mis acompañantes hablaban de cosas triviales mientras yo me mantenía al margen —aunque debes en cuando me incluían—. Llegamos finalmente a las cascadas, y debo decir que el agua se sentía increíblemente relajante al recorrer mi cuerpo, y el lugar era tranquilo ¿Qué mas se podía pedir?

Claro que duro poco ya que sentí como me aventaban un tomo de agua directo en la cara. Era Rengoku.

—¿Qué haces? —pregunte molesto, aunque creo que no sonaba muy convincente, estaba mas cansado que nada.

El Príncipe De Un Imperio PerdidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora