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Debía disculparme con la chica a la que le había llevado la serenata.
Conduje a través de la ciudad que ya estaba casi por completo a oscuras, con los faroles iluminando tenuemente las calles y siendo acompañadas por las luces de los negocios y las casas.
Finalmente llegué a la urbanización de Neo y traté de hacer el mismo recorrido que anoche, pensando en donde me había equivocado para llegar ahí, y pensé que no lo lograría hasta que logre reconocer a una mujer mayor sentada en el porche de una casa, mirando como los restos de la luz del sol se extinguía y eran tragados por la noche. La reconocí como la abuela que acompañaba a la chica en la ventana anoche, por lo que me detuve frente a la casa en la que estaba y me acerqué a ella.
—Hola, señora, disculpe, usted... ¿usted vive aquí?
¿Es en serio, Venus? ¿Usted vive aquí? ¡Claro que vive aquí, ¿por qué otra razón estaría afuera de esta casa, idiota?!
—Así es, jovencito, ¿en qué puedo ayudar a un chico tan guapo y apuesto como tú? —dijo ella con un tono de voz un poco pícaro, a la vez que se quedaba mirando un par de segundos mis ojeras. Me sonrojé. Y yo no era de sonrojarme. Reí un poco, era una risa nerviosa, y luego le pregunté.
—Eh, ¿aquí por casualidad vive una chica joven, de cabello castaño, no lo sé, bajita?
La sonrisa de la mujer se agrandó y me miró con una especie de emoción en sus ojos... ¿Por qué me miraba así?
—Ah, conque es eso, ¿buscas a mi nieta Odette?
¿Odette? ¿Cómo la protagonista del lago de los cisnes? Que hermoso nombre.
—¿Odette? Ah, sí, justo buscaba a Odette, ¿cree que podría llamarla?
—Ay, jovencito, lo siento, Odette está estudiando, y no le gusta que la molesten cuando estudia y además de eso ha pasado el día de mal humor —Yo no pude evitar decepcionarme un poco al escuchar eso, y es que en serio quería disculparme con la chica, también con la abuela, pero quería hacerlo con ambas presentes.
La mujer al notar mi decepción subió su mano y se cubrió la boca con el dorso de esta. ¿Estaba sonriendo?
—Pero —dijo ella alargando la "e" y con la voz como la de un niño que está a punto de cometer una travesura—, supongo que por esta vez, puedo hacer una excepción.
—¿En serio? De verdad gracias, señora...
—Aegea, cariño. Y no me agradezcas aún, agradéceme cuando estén saliendo.
—Sí, claro, cuando estemos sal- espere, ¿Qué?
Ella rió y se apresuró a entrar en la casa en busca de Odette.
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En la ventana equivocada
Romance¿Qué karma tan grande debía de estar pagando yo como para tener que descubrir que mi novia tenía una aventura con mi hermano? Porque eso era justo lo que horas atrás me había ocurrido. Ya estaba más que borracho y con mi raciocinio de vacaciones cua...