13: ¡ᴄʟᴀʀᴏ ǫᴜᴇ ɴᴏ ʟᴇs ᴄᴀᴇʀᴀs ʙɪᴇɴ!

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Miraba distraídamente por la ventana del auto mientras que Venus iba a mi lado en el asiento del piloto, conduciendo, y en el puesto trasero estaba Egan, pensativo.

Podía notar fácilmente que le preocupaba un poco el cómo fueran a reaccionar los padres de Sander al conocerlo.

Porque sí, se día Sander presentaría a Egan frente a sus padres y además, oficialmente, como su novio. Ambos estaban nerviosos.

Eran alrededor de las nueve y algo de la noche, y mi mejor amiga nos esperaba en su casa, ya en la fiesta.

Yo había decidido irme junto con Egan y Venus solo para charlar un poco con el primero y tratar de calmarlo, pero me había cansado hacía un rato ya de hacerlo, pues el chico estaba ansioso y casi todas las cosas que le decía le entraban por un oído y le salían por el otro.

Ya estábamos por llegar a la casa (mansión) de Sander, cuando Egan nos asustó a ambos, a Venus y a mí, al soltar una exclamación de repente.

Yo me giré en mi asiento inmediatamente para verlo, preocupada, y Venus le dedicó una rápida mirada a través del espejo retrovisor para luego fijar nuevamente su vista en la carretera.

—¡Carajo! Venus, ¿y si no les caigo bien a los padres de Sander? —preguntó él, preocupado. Su cara en ese momento era todo un poema.

Al escucharlo pude notar como Venus hacía un gran esfuerzo por ocultar una gran sonrisa, pero no pudo soportar mucho tiempo, pues luego de algunos segundos de contenerla, su risa estalló en carcajadas a la vez que Egan lo fulminaba con la mirada, furioso.

Así estuvo por un rato, hasta que, finalmente, y secando con su mano algunas lágrimas que se le habían escapado por tanto reírse, se calló, y haciendo uso del usual humor que lo caracterizaba y por el que a veces me daban ganas de darle un puñetazo, respondió:

—¿Estás bromeando, Egan? ¡Claro que no les caerás bien a los padres de Sander! Por Zeus, el pobre te presentará a sus padres homofóbicos que si no lo echan de la casa es solo para guardar apariencias, y tu esperas que ellos estén contentos cuando su hijo les presente a su novio, que para nada es una chica, y además es cien por ciento no-hetero.

»Te aseguro, Egan, que si pudieran conocerte en otras circunstancias te amarían, porque vamos, ¿Quién no te querría? Pero seamos realistas: no eres una chica, y solo eso bastará para que ellos, probablemente, no quieran conocerte, aunque aún ni siquiera sepan de tu existencia.

Egan se quedó mirando a Venus a través del retrovisor por algunos segundos, y este le dedicó una mirada rápida y le guiñó un ojo, haciéndolo reír por lo bajo.

—Bah. No sé qué es peor: si el hecho de que lo que dijiste es cierto, o la pésima forma que tienes para animarme —susurró a la vez que negaba repetidas veces.

En la ventana equivocadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora