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Las manos de Odette se hallaban en el inicio de mis pantalones y lo estaban bajando lentamente, con sus ojos fijos en los míos.
Justo cuando finalmente estaba llegando a mi miembro... abrí los ojos de golpe. Había sido un sueño. Eso había sido un puto sueño.
Y esas habían sido las consecuencias de haberme ido a dormir con la excitación a mil. Carajo. Eso de dejar todo a medias más que una venganza para Odette había sido más un castigo para mí.
Pasé el dorso de mi mano por mi frente para secarme el sudor. Miré hacia la ventana solo para darme cuenta de que las cortinas estaban corridas de tal forma que la luz no entrara a través de ella y luego giré sobre mi costado solo para encontrarme a la castaña con el rostro frente al mío, dormida y con la cobija cubriéndola solo hasta las caderas y la parte superior de su cuerpo al descubierto.
Recorrí su rostro con la mirada, fijándome primero en la forma en la que su expresión lucía tan cálida, luego en sus cejas delgadas y largas pestañas, su nariz pequeña y su boca. Demonios, tenía ganas de besar esa boca nuevamente.
Seguí mi recorrido bajando por su mandíbula, luego su cuello y sus clavículas hasta llegar a su pecho y la verdad es que esa blusa de tirantes no ayudaba mucho a mi causa siendo que me dejaba ver gran parte de sus pechos que quedaban casi al descubierto.
Iba a levantarme cuando ella se removió en su lugar y yo cerré los ojos rápidamente para que, si se despertara, no me encontrara mirándola.
Sentí como se levantó y quedó sentada sobre la cama y, aunque no pudiera verla, sabía que ella me estaba observando. Sentía su mirada quemándome la piel debido a la que intensidad con la que me observaba.
—Imbécil —murmuró ella y luego se bajó de la cama para posteriormente salir de la habitación y cerrar la puerta tras de sí con más fuerza de la necesaria.
Abrí los ojos y solté todo el aire que, inconscientemente, había estado conteniendo.
Oh, Odette, si supieras lo que nos costó alejarnos de ti y dejarte a medias... no estarías enojada ahora.
Me levanté para dirigirme al baño con la erección mañanera, de camino tomé la camiseta que tenía la noche anterior para ponérmela y luego busqué mi teléfono de la cómoda en la que lo había dejado la noche anterior para ver la hora: nueve y veintiséis de la mañana.
Al salir de la habitación me dirigí a la pequeña sala en la que ya se hallaban los demás. Sander y Egan estaban acaramelados uno sobre el otro en uno de los muebles mientras veían algo en el teléfono del segundo, mientras que Said estaba en la cocina. Al parecer estaba preparando algo, y por último Medea que estaba sentada sobre una de los taburetes frente al mesón. Seguía los movimientos de Said con la mirada mientras este cocinaba lo que parecía ser el desayuno, se la notaba aburrida y hambrienta
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En la ventana equivocada
Romance¿Qué karma tan grande debía de estar pagando yo como para tener que descubrir que mi novia tenía una aventura con mi hermano? Porque eso era justo lo que horas atrás me había ocurrido. Ya estaba más que borracho y con mi raciocinio de vacaciones cua...