Capítulo 32

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Mikhaeli respiraba con normalidad, pero allí, donde Lux tenía apoyada la cabeza, su corazón latía con fuerza. No rápido, sino lento. Eran como sus propios latidos, los latidos de un demonio.

Lux jamás había visto a nadie usando un relicario de recuerdos. Sabía que podía hacerse, era como una réplica del poder de los demonios de la mente, solo que aquella no mostraba una escena de la criatura en cuestión como la vería alguien de su elemento, sino que se manifestaba a través de otra cosa.

Había que interpretarlos.

—Puedo convertirme en algo —susurró Mikhaeli—. No sé decir en qué, pero creo que era de color negro.

—Eso ayuda mucho —dijo Lux—. Tomando en cuenta la cantidad de animales que existen de ese color. Quizás eres parte foca.

—Bueno, la próxima vez que alguien te lance un cuchillo simplemente voy a darme la vuelta e irme.

Lux le lanzó una mirada divertida.

—Supongo que estamos a mano otra vez. Aunque hubiera podido sobrevivir a un shuriken, me habría dejado otra cicatriz, y la verdad es que no necesito una en medio del ojo. 

Ya era un nuevo día. La habitación estaba tan oscura como las cortinas negras le permitían. Había mantas, almohadas y ropa por doquier y una bandeja ya olvidada con pastas y té. Lux se había quedado dormido abrazando a Mikhaeli en algún punto de la madrugada y para cuando volvió a abrir los ojos, Mikhaeli ya estaba despierto.

—¿En el medio del ojo? —Con la punta de su dedo, Mikhaeli recorrió el arco de una de sus cejas hasta sus pestañas. Lux sintió el roce en el fondo de su alma—. Creo que por eso ahora me debes una más. Tus ojos son...

No terminó lo que iba a decir, bajó la mano por el costado de su rostro y Lux contuvo un poco la respiración.

—¿Qué más viste? —Le preguntó, moviéndose sobre Mikhaeli hasta que cayó de regreso a la cama—. Puedo ayudarte a interpretarlo.

—No hay mucho qué interpretar. Morí ese día en que caí en el bosque, por eso soy lo que soy. Regresé de la muerte y la luna llena me convirtió en un dividido. La voz... dijo algo sobre que puedo agrietar el Universo. Estaba pensando que eso quiere decir que puedo pasar por todos ellos, todos los Mundos. Pero ahora creo que es más bien como... Lo del árbol. Todos pasamos por él porque yo lo quería. Quizás es lo que hago, abrir puertas a voluntad.

Lux asintió.

—En el cuento, el Divisus puede entrar y salir de sus mundos cuando quiere. No habla sobre que pueda hacer pasar a nadie además de él, pero tiene sentido. Podrías... pasar demonios a la Tierra.

—¿Eso es? ¿El Príncipe me quiere para que le abra una puerta a la Tierra?

Hubo un silencio largo.

Lux no estaba seguro de nada, sin embargo debía contemplar que no sonaba disparatado. Quizás, los planes de Galiel fueran atacar la Tierra. Pasar sus tropas por la puerta y desbaratar el hilo que se tejía alrededor de los Mundos para separarlos. De ser así, Lux no quería imaginarse lo que podría ocurrir.

—No lo sé.

Lux se acomodó de costado y su corazón sufrió un ligero temblor cuando Mikhaeli lo imitó.

—A eso se refería Neené con que eres... importante. Yo pertenezco aquí tanto como a la Tierra, pero tu... Tu me has ayudado, y por eso estoy cambiando tan rápido.

Lux no dijo nada. Mikhaeli se acercó más y en el momento en que Lux se permitió mirarlo, estaba tan pegado a él que sus pestañas bailaron en su mejilla. Una mano tímida se posicionó en su cuello, como si temiera que Lux fuera a alejarse ahora. No lo haría.

Silverywood: Una puerta al Infierno ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora