Un Amor Imposible. (Serie Amor Libro II)

Capítulo 1: Christopher Larsen

- ¡Joder! ¡Joder! Siiiiii - menudo polvo. ¡Joder! Me pillas mal para hablar la verdad pero te diré porqué.

Estoy en un baño follándome a una mujer de ¿50 años? Aproximadamente. La tengo sujeta del pelo y tiro fuerte de él mientras con mi otra mano la empujo contra el mostrador del lavabo para arquearla mejor y que mis embestidas sean más profundas. Para tener esta edad la mujer es una fiera, menudos gemidos y menudo orgasmo, creía que me engullía y no podría salir. Su marido está detrás de mí mirando la cara de su mujer en el espejo mientras se corre y masturbándose hasta que también se corre en mi espalda. Vaya dos. Los acabo de conocer la verdad, pero me han caído de Puta madre.

Estoy en la boda de mi mejor amigo Alessandro, que es su nombre. Ál o Álex para mí. Ésta mujer no dejaba de mirarme y guiñarme el ojo y yo tengo un problema con el sexo y es que no puedo resistirme a un buen polvo y éste lo ha sido. Me salgo de su interior, me quito el condón, lo tiro y me limpio. Me visto y me adecento un poco, ¡estoy de boda! Le doy un pico a la mujer y otro a su marido cómo agradecimiento por amenizarme la velada, pues me estaba... aburriendo un poco. Yo en realidad no debería haber venido a esta boda, pues es una farsa y una pantomima. Pero en las decisiones de Ál, mejor no me meto, pues cuando lo hago siempre acabamos discutiendo. Y no quiero discutir con él. Luego me siento como la mierda.

Para que me conozcas me llamo Christopher Larsen Vega. Mis padres son Christopher Larsen y mi madre Brynja Vega. Son noruegos aunque mi padre tiene parientes americanos y mi madre españoles. Y son unos padres de mierda.

Para que me entiendas, los quiero y esas cosas, creo, pero mi padre y mi madre se casaron por conveniencias a través de un contrato entre familias pudientes. Nunca se han querido y no creo que sepan lo que es el amor. Son bastante fríos de carácter, conmigo sobre todo. Además son un matrimonio muy ... tradicional. Ya sabes, virgen hasta el matrimonio, no te puedes divorciar, a mis 27, deberías estar casado y con un niño al menos. Eso hicieron ellos se casaron como ya he dicho por obligación sin conocerse a los 21 y 24 años, lo estándar. Me hicieron pronto y listo. Mi padre dirige la empresa familiar de mi madre con la sede aquí en Madrid. Además de tener una parte de los negocios de su familia que son dirigidos por su hermano Michael, otro hijo de puta como él.

Te contaré un secreto. Mi padre es un hijo de puta, con mano de hierro y cero flexibilidad. Mi madre es una mujer que para no aburrirse mi padre le montó una tiendecita de muebles y decoración en el barrio donde vivimos. Pues en casa se aburría y los negocios de la familia no son para mujeres. Sin amigas y sin vida social. Sólo los eventos de empresa a los que siempre va con mi padre. Con sus sonrisas fingidas de mierda.

De cara a la galería siempre sonríen, a mis amigos los tratan super bien, y yo finjo que somos un familia feliz. Pero ¡una mierda felices!

Cuando tenía ocho años mi padre me pilló robando chocolates para llevárselos a mi mejor amiga Dana que estaba deprimida porque un chico de nuestra clase le había dado calabazas. Y me pegó mi primera paliza. Y digo paliza porque tuve morados y heridas dos semanas. No pude llevarle a Dana los chocolates pero esa noche me escapé para dormir con ella abrazados. A los 12 años pillé a mi padre en el baño masturbándose con una revista guarra de esas que dicen que los adultos tienen bajo la cama. Mi padre las tenía, yo no las necesito. Conseguí días después robarle una a mi padre y le imité. Fue mi primera masturbación y descubrí que me gustaba mucho. Así que me masturba dos o tres veces al día. Eran mis momentos. Esos y estar con Dana en su casa estudiando o bajando al parque. Éramos inseparables.

A los 14 mi padre me pilló viendo una peli porno en mi cuarto mientras me masturbaba. Me dijo que eso era de adultos casados. ¡Ojo, ojo! Adultos casados. Los niños no debían hacer eso y me pegó otra paliza. Esta me mandó al hospital por un golpe en la cabeza que recibí la caerme al suelo.