Capítulo 26: La ayuda

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Álex

Fiorella está en el quirófano, le están practicando una cesárea de urgencia porque el bebé venía con el cordón enrollado en el cuello. Si intentaban que saliese se ahogaría. Me han planteado la posibilidad de que Fiorella no sobreviviera al parto y debía decidir quién vive o muere. No me lo he pensado y he dicho que el niño. La vida de Fiorella me da absolutamente igual. Los últimos cinco meses han sido los más duros de toda mi vida. Regresé a Roma y me dediqué a cuidar de mi hija y mi trabajo. Acompañé a mi esposa a todas las ecografías, cenas de gala, cenas familiares y todo lo que se le ocurría. He aguantado sus gritos, sus desplantes, sus malas caras y los malos gestos hacia nuestra hija. Sus insultos y los de su hermano, sus amenazas. No he dormido con ella ni le he puesto un dedo encima, a pesar de que Fiorella lo ha intentado por activa y por pasiva. Pero en cuanto mi hijo, porque es un niño, nazca, necesito salir de aquí. Pero necesitaré unos meses para que Fiorella deje de darle el pecho para poder llevármelo. Creo que sobreviviré. Cómo siempre.

De Chris sé, lo que Luca y mis padres me cuentan. Sigue con sus campañas, ha dejado de modelar para dedicarse íntegramente al diseño de ropa, pasarelas y campañas para la web. Vive con Ivelina y dentro de un mes se casa. Es inevitable. Mi hermano dice que es una niña encantadora, es buena, simpática, adora a los niños y Dana se ha echo su inseparable.

Me dan celos solo de pensar que duerme con Chris todas las noches. Que la toca como lo hacía conmigo, que la besa cómo lo hacía conmigo o que la ama como lo hacía conmigo. Me corroe por dentro ese pensamiento, como el ácido. Pero lo aparto como puedo. Hace un par de meses tuve que ir a Milán a casa de mis abuelos con la niña. Hablé con mi abuelo y me ayudó a ver que a veces la vida es difícil, pero que Chris y yo somos parte de una misma pieza. Hay demasiada mierda en medio. Cuando la quitemos podremos estar juntos. Yo no lo veo así. Creo que hay tanta mierda que es imposible limpiarla. Cada vez lo veo más complicado.

En Milán me encontré con Berta. Hacía tiempo que no la veía. Me dijo que no había vuelto a ver a Chris. Que la bloqueó el teléfono y no le responde tampoco en casa. Comí con ella en un restaurante, luego fuimos a un pub a tomarnos unas copas, una cosa llevó a la otra y acabé, borracho follándomela en el baño de un bar cualquiera. Ni siquiera me corrí, cosa que le decepcionó mucho. Pero la verdad es que no tenía ni ganas, ni fuerzas. En medio del acto recordé a Chris, sus besos, sus caricias, que ahora eran de otra persona y entonces se me bajó todo. Al menos a ella la hice disfrutar y se corrió tres veces.

Pero solo fue ese día. No he sentido la necesidad de estar con nadie desde que pasó lo de Chris. Me he centrado en mi hija y en trabajar.

Acabé comprando el piso de Roma con ayuda de mi abuelo. He puesto el piso a nombre de mi hija. Es suyo. Vivimos aquí desde entonces. Ella es lo único que me hace levantarme por las mañanas.

Mi teléfono suena.

- ¿Si?

- Aless - mi hermano lleva llamándome desde anoche para saber qué tal va todo. - ¿Cómo va todo?

- Sigue en quirófano. Nadie sale para decirme nada. Los abuelos están de camino y los padres de Fiorella también. Estoy nervioso.

- Yo también. Dana y yo ya estamos en el aeropuerto. Nuestro vuelo saldrá en dos horas. Cuando lleguemos te llamo. Vamos con papá y mamá.

- ¿Quién se queda con los niños?

- Chris e Ive. Blanca no puede. De hecho creo que se va de viaje también. Por algo de un caso, una novedad o algo así.

- Genial. - Silencio.

- Él... Está bien Aless. - Sé que mi hermano se refiere a Chris.

- Me alegro. Es feliz con Ivelina y me alegro.

Un Amor Imposible.  (Serie Amor Libro II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora