PRÓLOGO

911 36 0
                                    

—¿Qué opinas?

—Sin duda, es nuestro hombre.

—Mandaré un grupo de aurores a la mansión Malfoy.

«¿Por qué haces esto, Draco?», pensó Harry.

2 meses antes

Un joven vestido de negro se dirige al cementerio. Todavía no está preparado para verla, pero su alma lo necesita, necesita despedirse como Merlín manda. Pero a su vez, sabe que será doloroso; se niega a aceptar la verdad. Odia a Voldemort, odia a su padre por haberlo arrastrado a toda esa mierda, su mierda; odia esa maldita guerra, odia esa asquerosa marca que lleva en su antebrazo izquierdo y, por encima de todo, se odia a sí mismo por contribuir a que ocurriera. Si no hubiera sido un cobarde, si se hubiera enfrentado a Él, si tan solo hubiera dejado de ser egoísta por un momento; ella seguiría viva. Pero lo hecho, hecho está. No se puede volver atrás. Su última opción fue aquel giratiempo, que destruyó como un idiota para no tener nada que le recordara a ella. Qué imbécil, por Merlín. El odio lo cegó. Otra vez esa palabra, esa puta palabra. Eso que siente desde hace tiempo, y que sabe que le consume poco a poco. Es incapaz de sentir nada más. Solo odio. Odio por todo, incluso por las moscas, que se pasan el día tocándole los cojones.

Cuando llega delante de la lápida, lee su nombre: Hermione Jean Granger (19 de septiembre de 1979 – 2 de mayo 1998). 18 años. Se queda estático; no se mueve. En su interior siente muchas emociones: odio, rabia, tristeza, dolor y, ¿esperanza, tal vez? ¿Esperanza de que ella vuelva, de que esté viva y todo esto solo sea una horrible pesadilla? No. La esperanza hace tiempo que la perdió. No va a volver, Él la mató. Voldemort la mató, la asesinó. Y todo por culpa de su estúpida cobardía.

Tiene un nudo en la garganta, no le salen las palabras. Sabe que si empieza a hablar, se va a derrumbar y empezará a llorar. Cuánto odia eso: llorar. Eso es de débiles. Un Malfoy nunca llora. Pero se lo debe, tal vez ella no merezca su amor, ni tan siquiera sus lágrimas, pero sí se merece una despedida.

—Hola, Hermione—. Silencio—. ¿Sabes que me he hecho amigo de San Potter y de la Comadreja? No son malos tíos. Elegiste bien tus amistades, a diferencia de mí —. Hace una pausa para respirar profundamente—. Te echo de menos. Demasiado. Echo de menos tu manía de ordenarlo todo, echo de menos tu actitud sabelotodo, echo de menos tu olor a vainilla, echo de menos tu manera de regañarme cuando me río de tu aspecto por la mañana, echo de menos tus ojos cafés. ¡Joder!

» ¿Y tú cómo has estado? Qué pregunta más inútil, ¿cómo vas a estar, si estás muerta por mi culpa? — No puede retenerlo más, suelta un sollozo. Después le siguen un mar de lágrimas—. Perdóname, por favor. Perdóname. Fui un idiota. Si te hubiese hecho caso, seguirías aquí, conmigo. Perdóname por ser tan egoísta, por ser un imbécil—. Se deja llevar del todo y suelta todo lo que hace tiempo retiene en su interior.

Cuando ya no tiene más lágrimas que sacar, se sienta en el suelo. Se queda un rato en silencio, como si estuviese esperando una respuesta. Una respuesta que nunca llega ni llegará.

—Te prometo que voy a hacer justicia, mi leona. Voy a vengarte, y luego podré vivir en paz, de una vez por todas. No te voy a olvidar. Te quiero, mi pequeña Sangre sucia.

Se levanta y se marcha del cementerio. Ese horrible lugar que tanto odia.

Cuando llega a su mansión, coge su móvil y marca el número de Harry. Todavía no sabe muy bien cómo funciona ese cachivache muggle, pero reconoce que es muy útil.

Al otro lado de la línea, se escucha un tono. Dos. Tres. La señora del cacharro le dice que no se ha podido realizar la llamada. Cuelga, maldice por dentro al Elegido y vuelve a marcar su número. Esta vez, al segundo tono contesta.

—¿Draco?

—Sí, soy yo, Potter.

—¿Ha pasado algo? ¿Necesitas que venga?

—No, no. Déjame hablar. ¿Recuerdas que me dijiste que podría unirme al cuerpo de aurores para ayudaros en la búsqueda de mortífagos?

—Sí.

—¿Es demasiado tarde para aceptar ese puesto?

ALA ROTA - Dramione FanficDonde viven las historias. Descúbrelo ahora