Daniel se quedó el resto del día haciéndome compañía, estamos silenciosos uno al lado del otro, él trabajando en su computador y atendiendo llamadas y yo atendiendo a personas y limpiando el polvo, aun así, su compañía me ilusiona.
Miro la hora que marca el computador y digo – Ya es hora de cerrar, me apuro y te puedes ir – le digo.
-Cuando dije que me quedaría contigo no solo me refería a estar aquí, lo dije en todos los sentidos – se para y recoge sus cosas metiendo todo en un maletín – así que no te alejaras de mi ni en tu casa.
Silencio es lo que recibe de mi parte, lo miro y trago saliva, me apuro en terminar mis cosas y recoger todo. Salimos y cierro con seguro la puerta y reviso una vez más que la alarma este activada, Daniel me agarra la mano sujetándome, me jala en sus brazos.
-Lo siento – susurra bajito. - te seguiré en mi camioneta hasta tu casa – me suelta.
Se asegura que este en mi carro con los seguros puestos antes de cruzar la calle y entrar en el suyo.
Dejo mis cosas en la mesa de la entrada y cierro con llave después que Daniel entrara. Pienso en que debo cambiar las sábanas del cuarto de visitas.
-Ya bajo, siéntete como en tu casa – subo las escaleras – supongo digo para mí.
Busco unas sabanas y las dejo en la cama de visitas, entro en mi cuarto y cambio mis zapatos por mis pantuflas, recojo mi cabello en un moño y bajo las escaleras.
-Por aquí - escucho a Daniel que me habla desde las cocinas al escucharme bajar, entro y lo veo que se desabotono los dos primeros botones de su camisa y sus mangas a la altura de sus antebrazos. El sonido del choque del cuchillo contra la tabla de cortar me indica que está cocinando.
Lo miro sorprendida – Eres mi invitado, yo cocino – le digo acercándome con la intención de apartarlo.
Se aparta evitando que le quite el cuchillo y con una sonrisa me dice – Hoy cocino yo, déjame hacerlo.
Levanto las manos en señal de rendirme y me rio, si tanto quiere cocinar no me quejare.
El ambiente se siente un poco tenso a nuestro alrededor, miro mis manos sin manicura fingiendo interés.
- ¿Te gustaría beber algo? - ofrezco.
Deja de cortar y me mira – Claro.
Me paro de la silla y camino a la nevera, la abro y veo las opciones, unas cervezas que mi hermana había dejado hace ya algún tiempo, y un vino tinto.
- ¿Cerveza o vino? - le pregunto con la mirada todavía en el contenido de la nevera.
-Una cerveza estaría bien – chop chop escucho el sonido del cuchillo.
Me acerco y veo varios tipos de vegetales picados y apilados a un lado de la tabla de cortar, le ofrezco la cerveza y espero a que la agarre, estira su brazo y sus dedos tocan los míos cuando agarra la bebida. Involuntariamente suelto un suspiro y nerviosa llevo mi mano a mi cabello, veo como él toma un trago y las comisuras de sus labios se levantan, se ve tan atractivo cuando sonríe.
Doy un trago sin moverme de donde estoy y nuestros ojos no se separan como si de un hechizo se tratara.
Dejo la cerveza a un lado en el mesón y me acerco un poco esperando por su respuesta, mis labios están entreabiertos, esperando.
Deja lo que está haciendo a un lado se voltea, se lava las manos y a paso lento se acerca a mí, con sus labios a centímetros de los míos, levanta su mano y con ella sujeta mi cuello, con su otra mano la pasa por mi mejilla, y no puedo evitar cerrar los ojos a su caricia, la baja y la pone en mi cintura jalándome más cerca de él.
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Dulce 𝒮𝑒𝒹𝓊𝒸𝒸𝒾𝑜𝓃
Roman d'amour+18. Habían pasado 10 años desde la última vez que Lena había visto a Daniel Calgary, y no era para nada parecido a como lo estaba viendo justo ahora. ¿En dónde habían quedado su cabello largo, su motocicleta, y sus botas? Después de haber dejado...