Cuando era más pequeña me interesaba mucho la vida de mi padre por lo que siempre que tenía la oportunidad tomaba el teléfono de mi madre, me escondía y buscaba fotos de Washington. Me impresionaban todas las cosas geniales que habían, y soñaba con algún día poder verlo en persona, pero nunca me lo imaginé de esta forma. La casa de mi padre era muy grande. Abrió la puerta y soltó un "Bienvenida" el cual yo ignoré totalmente.
- Me encargué de que prepararan tu habitación. Es bastante amplia, no tienes que preocuparte por nada. Está al final del pasillo de arriba a la derecha. Espero que te guste -dijo para luego dejarme sola.
Subí lentamente las escaleras, mirando todo lo que podía. El pasillo que me había indicado mi padre era realmente largo. Cuando llegué al final abrí la puerta de la que se supone que sería mi habitación. Las paredes estaban pintadas de un rosa claro, la cama estaba perfectamente tendida con un sobre cama blanco y un par de almohadas. Había un gran armario con la ropa doblada a la perfección. Todo estaba limpio, todo estaba en orden, todo era demasiado.
Dejé mi maleta a un lado y me senté en la cama. No entendía por qué estaba aquí. No era un lugar para mí, definitivamente. Bajé nuevamente a la sala y vi varias personas paseándose por toda la casa. Ni idea de lo que estaba ocurriendo, todos eran chicos jóvenes que cargaban paquetes. Opté por acercarme a uno de ellos.
- ¿Ho... hola? -dije algo nerviosa.
- Hola -respondió él-. ¿Me ayudas? Gracias -me dio uno de los paquetes que traía y salió de la casa.
Pese a estar completamente desconcertada salí también. Busqué al chico con la mirada, estaba poniendo los paquetes en la parte de atrás de su bicicleta. Me dirigí hacia él y le entregué lo que me había dado anteriormente.
- No sabía que trabajas aquí -dijo-. Eres nueva ¿verdad?
- Bueno, yo...
- Luego me cuentas, tengo que entregar esto. Espero que nos volvamos a ver.
Se montó en su bicicleta y se fue. Al parecer me había confundido con alguna de las mujeres que trabajan para mi padre o algo así. La casa se vació rápidamente. Traté de buscar a mi padre, pero fue imposible, no lo encontré. Al poco rato llegó acompañado de un señor vestido de traje.
- ¡Oh! Kristen, ¡qué bueno que estés aquí! -mi padre parecía muy feliz, tal vez estaba atendiendo asuntos de su trabajo-. Él es Richard Elfman, es un director de cine, que se está ocupando de hacer la adaptación de mi novela.
- ¿Novela? -pregunté confundida. ¿En esto trabaja? ¿Es escritor?
- Sí. No me sorprende que tu madre nunca te haya hablado de mi trabajo. En fin... hay café preparado en la cocina, ¿por qué no nos traes un poco?
- Claro, en seguida vuelvo.
No creo que mi padre me haya traído desde Massachusetts para ser su sirvienta, para eso ya tiene unas de verdad. Encontré el café, lo serví en dos tazas pequeñas y se los llevé. No conocía la ciudad por lo que no podía salir ya que corría el riesgo de perderme. Estaba muy aburrida en la casa mientras mi padre tenía reuniones de trabajo, así que decidí pasar al baño y darme una ducha. Al entrar a mi habitación me di cuenta que alguien me llamaba al teléfono.
- ¿Sí? -contesté.
- ¿Kristen? Soy Karen, ¿dónde estás? -preguntó.
- En casa de mi padre.
- ¿Qué haces ahí?
- A decir verdad, no lo sé.
- ¿Te apetece quedar mañana? Te puedo pasar a buscar, si quieres.
- Claro, claro. Nos vemos, entonces.
Corté la llamada y fui abajo donde aún estaba en pie la reunión. Ni mi padre ni el director de cine se enteraron de mi presencia así que pude oír algo de lo que hablaban.
- Mañana estaría perfecto -decía Elfman.
- Tienes razón, espero que sea una buena semana -habló mi padre.
- Lo será. Justamente les comentaba a mis compañeros que esta podía ser una gran oportunidad. Los actores que contraté son los mejores, y por supuesto que ya tienen práctica en todo esto. Ya verás, será un trabajo estupendo.
- Bien...
- ¿Papá? -interrumpí-. ¿Tienes un segundo?
- Claro, ahora vuelvo -caminó hacia mí y ambos nos dirigimos hacia la cocina-. ¿Qué pasa?
- Voy a salir mañana.
- Está bien, hablamos luego- dijo para luego marcharse.
¿Así van a ser las cosas? ¿No le importa que no conozca nada de Washington y aun así me deja salir? Ni siquiera me pregunta a qué hora, o con quién saldré, o sea, no le importo, es así de simple. ¿Por qué mi madre me habrá dejado venir? No la entiendo. No es normal y menos en ella que es una persona tan...
- ¿Me abres? -el chico de antes, el de los paquetes estaba tocando la puerta (una pequeña que había en la cocina) Fui hasta él y lo dejé pasar-. ¿Estás libre ahora?
- Eh... sí... supongo -le contesté-. ¿Quién eres?
- Cierto, había olvidado presentarme. Soy Jason, trabajo para Brad.
- ¿Qué clase de trabajo haces para él?
- Eres nueva, tal vez por eso no lo sepas. Brad tiene varios amigos, los cuales son muy importantes en todo esto de la fama, es decir, que tienen contactos que le pueden servir para después. El caso es que Brad los ayuda a ellos dándoles...
- Espera... no puede ser.
- Puedo confirmarte que ha escrito buenas obras, buenísimas, pero no creerás que todo su dinero viene de ahí, los escritores no ganan tanto como para todo lo que él tiene.
- Tengo que hablar con él.
- ¡No! No lo hagas, tarde o temprano va a terminar contándote. Todos sus empleados lo saben, así que sólo tienes que esperar el momento y actuar como si no supieras nada.
- Pero yo no soy...
- ¿Kristen? ¿Todo en orden? -preguntó mi padre quien acababa de entrar en la cocina.
- Sí... -le contesté.
- Jason, ¿qué haces aquí? Creo que ya terminaste por hoy, ¿no es cierto?
- Sí, señor -dijo Jason-. Venía a ver si podía ayudar a su nueva empleada.
- ¿Anna? ¿Ya la conociste?
- ¿Anna? No, ella, Kristen.
- Trataba de decirte que no era una empleada -los interrumpí.
- Es mi hija -le explicó mi padre.
- ¿¡Su hija?! -gritó Jason... sí, al parecer las cosas no iban a ir muy bien ahora. Pero yo ya sabía la verdad sobre mi padre, el traficante de drogas. Podía esperar cualquier cosa de él ya que no lo conocía en lo absoluto, no sé ni por qué me sorprendo-. No lo sabía.
- No pasa nada -bueno sí que pasa. Cuando mi padre se entere de que me lo ha contado todo lo más seguro es que le quite el trabajo al pobre chico, aunque sería lo mejor para él, salir de este sucio juego.
- Ya mejor me voy. Nos vemos en cuanto haya otro trabajo -Jason se despidió de nosotros, se montó en su bicicleta y desapareció lo más rápido que pudo.
- ¿Qué tanto te dijo? -me preguntó mi padre. ¿Haría bien en decirle?
No soy su empleada, así que seguramente no se va ni a molestar en contarme. Pero yo, por mi parte, tenía una gran guerra dentro. No sabía si decirle o no. El problema es que a lo mejor el chico necesitaba dinero para algo y bueno, por eso hacía todo esto, y si yo contaba lo que me había dicho podía acabar con su oportunidad. Y también estaba el caso de que como me había parecido una buena persona quería que saliera de todo esto y buscara un mejor trabajo, era una gran decisión, ¿contarle o no?
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Tu Elección [PAUSADA]
RomanceEl amor es una enfermedad que no tiene cura. No hay pastilla, cirugía, ni terapia que acabe con ella... Agradecimientos: @hxydey