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— ¡Señorita Kristen! —escuché que me llamaban desde la cocina, así que fui a ver.
— Eres Anna, ¿verdad?
— Sí, soy yo. Antes de salir su padre me dijo que le preparara el desayuno, ¿hay algo en especial que quiera?
— No, en realidad ahora mismo no tengo hambre.
— Pero tiene que comer algo.
— Lo sé, lo sé, si luego quiero algo prometo avisarle, no tendrá problemas con mi padre, se lo aseguro.
¿Qué hacer ahora? ¿Sería muy arriesgado dar una vuelta por el vecindario? No conozco absolutamente nada, y pienso que ya que voy a “empezar la escuela” debería al menos familiarizarme con algo de aquí. No le avisaría a Anna que saldría, sólo iría a vestirme adecuadamente y saldría con extremo cuidado. Una falda, una blusa algo escotada y unos tenis, eso era todo.
Todas las casas eran muy bonitas, parecían de muñecas. Cada una con su buzón en frente y su césped perfectamente cortado. Escuché un “ring ring” detrás de mí. Un chico montando bicicleta pasó por mi lado, iba lanzando los diarios, los cuales llegaban justo a la entrada de la casa. Parecía que todo era perfecto, todo como supuestamente debía ser. Se respiraba un aire puro, fresco y la brisa me despeinaba completamente.
¿Y eso? Una fila de chicos salía de una de las casas. Todos con mochilas, estudiantes, tal vez. Parecían bromear entre sí. Uno de ellos me miró por un instante, y mi mirada se dirigió al suelo repentinamente. Pronto varios de ellos comenzaron a rodearme. ¿Qué querían?
— Venga, ¡vamos a llegar tarde! —les gritó un chico desde lejos. Su voz me resultaba un poco conocida.
— Espera Jas, no seas aguafiestas. ¿Quién eres? —me preguntó uno. Su cabello estaba tan desorganizado como el mío, por lo que pronto lo acomodó con un movimiento hacia atrás que muchos dirían que era “sexi” pero yo no.
Di un paso hacia atrás, pero también había chicos allí, con los que tropecé, para que luego el resto del círculo comenzara a reírse. Recibieron nuevamente una llamada del chico de lejos, “Jas”. Pronto se retiraron. Sentí que mi corazón iba desacelerando poco a poco, estaba muy nerviosa, por lo que este latía a toda velocidad. Ya había pasado, por ahora ya no había problemas, así que lo mejor por hacer sería regresar a casa.
— ¿Dónde estabas? —me sorprendió mi padre en cuanto abrí la puerta.
— Yo… —estaba dando una vuelta ¿por qué? No tenía que estar presa en la casa ¿verdad? Tampoco soy una princesa para estar encerrada, así que si quiero salir puedo hacerlo— Sólo caminaba, hace un hermoso día.
— ¿Y si te perdías? ¿Qué hubieras hecho? —continuó.
— Eh… llamarte, quizás, para eso están los teléfonos, papá. Además, no salí del vecindario, no entiendo por qué te pones tan molesto.
— Me hubieras llamado ¿eh? ¿Ahora si tienes carga?
— Sí, sí tengo. ¿Hoy también grabas? Porque ahora si te podría llamar ¿sabes? Darte tiempo para recoger tu espectáculo.
— No voy a discutir eso ahora.
— Genial, por mí no hay problema. Me voy arriba. Ah, por cierto, saldré nuevamente mañana. Adiós.
Subí corriendo, sin darle la oportunidad de que me preguntara con quien o adonde. Apenas empezaba el día y no tenía nada que hacer, perfecto.

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